Llora, el país amado…
Uso de Razón
CIUDAD DE MÉXICO, 7 de septiembre de 2016.- Jesús García, una de las tantas personas ilustres que ha dado Sonora al país, ofrendó su vida para salvar al pueblo de Nacozari de la embestida de un tren cargado con explosivos. Se le recuerda como lo que fue: un héroe.
En tiempos recientes, el 12 de diciembre de 2011, otro patriota, veracruzano de nacimiento y guerrerense por adopción, también murió envuelto en llamas para salvar la vida de cientos de personas que se encontraban varadas por la toma de la carretera México-Acapulco.
Se trata de Gonzalo Rivas, a quien nuestro estimado colega Luis González de Alba ha propuesto de manera reiterada para ser galardonado, post mortem, con la medalla Belisario Domínguez.
González de Alba tiene razón, aunque difícilmente su iniciativa -que respaldamos-, prospere.
Y es difícil que prospere porque Gonzalo Rivas murió al apagar un incendio en una bomba de la gasolinera Eva, que fue provocado por normalistas en uno de los tantos asaltos a la carretera, a la caseta de cobro, y a la despachadora de gasolina.
En otras palabras, lo mató la acción vandálica de “los buenos”.
Expone González de Alba en sus motivos para proponer a Gonzalo Rivas como merecedor del más alto reconocimiento que se entrega a un mexicano, que lo hecho por ese trabajador fue un acto de elevada heroicidad.
Mientras otros empleados ponían a salvo sus vidas –afirma González de Alba-, en riesgo por la explosión de los tanques subterráneos de esa gasolinera y la de enfrente, Gonzalo Rivas no dudó en apagar el fuego, y lo consiguió.
“Una explosión de esa magnitud habría lanzado por los aires la carpeta asfáltica, las casetas de cobro, autobuses llenos de pasajeros y decenas de coches particulares detenidos por el cierre de la caseta. Como Jesús García, al sacar de Nacozari el tren cargado de explosivos, así Gonzalo Rivas alcanzó un extinguidor y se dirigió a apagar el fuego. Como a Jesús García, a quien el tren le explotó antes de que pudiera bajarse, el depósito usado para rociar de gasolina el lugar estalló y Gonzalo quedó bañado por gasolina en llamas. Agonizó por tres semanas en el Hospital de Traumatología y Ortopedia de Lomas Verdes. Murió un mexicano valeroso que salvó centenares de vidas a costa de la suya. No debemos dejarlo en el olvido”.
Por cierto, los que incendiaron esa bomba despachadora de gasolina luego de saquearla para rociar de gasolina el lugar, y que provocaron la muerte de Gonzalo Rivas, están impunes.
Sin embargo no es propósito pedir su encarcelamiento, sino que a la víctima de esa acción criminal, que sofocó la catástrofe con su cuerpo y con su vida, la República le reconozca el mérito, para orgullo de su familia y de todo el país.
Aún hay héroes en México, y es de justicia reconocerlos. Aunque sea de manera póstuma pues, como dice Luis, su valentía le costó la vida.
En las semanas que vienen la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez deberá dictaminar acerca de la persona a quien se va a galardonar.
González de Alba tiene razón. Se la merece el trabajador Gonzalo Miguel Rivas Cámara.