Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
CIUDAD DE MÉXICO, 29 de mayo de 2018.- Los que lo conocen lo ven irritable, lejano y hasta desconocido por su nuevo carácter irascible. Poco queda del Ricardo Anaya amigable del tiempo como presidente del PAN.
Y es que, dicen, no lo calienta ni el sol. ¿Por qué?
Porque la campaña presidencial de Anaya dejó de crecer y empieza a ser notorio que la coalición PAN, PRD y MC no despega. Cada vez son más frecuentes los regaños y gritos en el “cuarto de guerra”, en donde se vive una guerra civil.
Y es que, por ejemplo, nadie fue capaz de capitalizar los votos potenciales de la independiente Margarita Zavala y, en cambio, entre dos y tres puntos de los simpatizantes de la ex primera dama parecen haber caído en la buchaca de “El Bronco”, que se aproxima a los cinco puntos porcentuales.
Con frecuencia, el candidato Anaya reprocha las estrategias que le proponen, los mensajes, spots y hasta mete mano en los guiones de spots que, por tercera vez –y a un mes de la campaña–, han cambiado de objetivo.
Hoy el nuevo spot es de “paz y amor”, una copia del “amor y paz” de López Obrador, una vez que resultó inocuo el mensaje “de frente al futuro”.
Dice Anaya en su nuevo mensaje: “No tiene paz quien no tiene qué comer, no tiene paz quien vive con miedo, no tiene paz quien no tiene empleo…”
Pero lo cierto es que en donde no existe tranquilidad, armonía y paz es en el equipo de campaña de Ricardo Anaya, cuyo activismo ha sido incapaz de reunir una sola ocasión a todos los gobernadores azules en uno de sus eventos, ya no se diga ver juntos a todos los mandatarios del PAN y el PRD.
En su último acto masivo, en Puebla, solo asistieron seis mandatarios estatales azules y ningún gobernador amarillo. Y muchos de los asistentes abandonaron antes de concluir el evento.
Y es que ya resulta inocultable la crisis que vive la campaña de Ricardo Anaya, al tiempo que parece incontenible su caída al tercer lugar, a pesar de esfuerzos de gobernadores como los de Chihuahua y Veracruz, que han convertido la impartición de justicia en un circo político-electoral.
Y si algo faltaba, en la capital del país la candidatura de Alejandra Barrales también se desploma, al grado que el priísta Mikel Arriola le propuso una alianza contra Morena.
¿Pero cuál es la verdadera preocupación de Ricardo Anaya?
Al candidato presidencial le queda claro que está lejos de la victoria en las urnas y, sobre todo, le asusta que el reloj de la justicia sigue su marcha. La PGR inició ayer una carpeta contra Manuel Barreiro y pronto caerá Anaya.
Es decir, si bien el 1 de julio se detiene el reloj electoral, también es cierto que sigue caminando el reloj de la justicia. Y entre el 1 de julio y el 1 de diciembre –cuando toma posesión el nuevo presidente–, puede pasar cualquier cosa, incluso que el reloj de la justicia alcance a Ricardo Anaya y lo lleve a prisión.
¿Recuerdan las traiciones de Anaya, recuerdan que prometió llevar a prisión a Peña Nieto?
La posibilidad de la cárcel tiene irascible a Anaya. Una mera posibilidad.
Al tiempo.