
La esperanza de libertad resiste
OAXACA, Oax., 24 de marzo de 2019.- No es fácil aceptarlo como tampoco sostenerlo, pero es una verdad que debemos asumir como civilización humana: en tan solo seiscientos años de modernidad capitalista estamos acabando con el preciado líquido del agua.
Mientras sigamos en este régimen, cuya razón es el dinero, la acumulación del mismo, la existencia del agua como de bienestar común está en peligro, algunos piensan que está en peligro la propia existencia del agua y de la propia humanidad.
Si en términos de régimen capitalista de producción el agua no tiene futuro su conservación y aumento, si el régimen de sustitución del capitalismo no se asoma en el horizonte, qué podemos hacer.
Lo humanamente posible es dejarlo en manos de los colectivos que lo aprecian, que tienen una relación de dependencia con el mismo, que es parte de su identidad, conciencia, de su trascendencia como asociación humana de futuro, que no es moneda de cambio, que no es un recurso sino existencia espiritual, que es fundamental para la cultura propia, que llanamente no es enajenable porque es de todos, me refiero a las naciones mexicanas, llamadas indígenas.
Otorgarles a estas naciones el manejo y cuidado del agua en sus territorios, abre la posibilidad de salvar este preciado líquido de las garras de la industria extractiva y de deterioro ambiental.
Ver al agua como mercancía es propia de los capitalistas, concebir al agua desde una posición espiritual y esencial es propio de nuestros pueblos.
Entonces, vale preguntarnos si las naciones mexicanas tienen el derecho del manejo y cuidado del agua de acuerdo a las leyes vigentes. Explícitamente en las normas internacionales, que México ha firmado, si.
Por ejemplo el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo. No, explícitamente en nuestras leyes nacionales, aunque se puede inferir.
En la Constitución de la República se establece que es deber del Estado mexicano la protección de todo derecho humano, se entiende que las naciones mexicanas son de humanos, entonces gozan de la protección del Estado para su existencia.
Para su preservación como colectivo de trascendencia histórica, las naciones mexicanas necesitan que explícitamente se establezca su derecho al territorio, no solamente a la tierra.
El territorio, a diferencia de la tierra, es un concepto político, es mucho más amplio que el derecho a la tierra. Con el derecho al territorio, tendrán el derecho al manejo del agua y demás recursos naturales.
Los proclives a señalar esto como un problema de balcanización, es al contrario, es la manera más efectiva de conservar la unidad nacional y tener una futura viabilidad histórica, si seguimos con los actuales políticas de extracción capitalista, se nos acabará la historia en poco tiempo, los que quieren hacer historia, solo lograrán lo que Fukuyama ha llamado el fin de la historia, es decir, sin alternativa de justicia humana.
Si se busca como fin la sustentabilidad del agua, las naciones mexicanas son mano en la materia. Por su derecho a la autodeterminación, que es manejo propio de su viabilidad histórica, no se puede entender que su derecho al territorio no sea consecuencia natural su manejo y cuidado del agua. En el contexto comunitario es más factible que el agua no sea enajenable.
El artículo 27 de la Constitución establece que el agua pertenece a la Nación. Sin embargo, incoherentemente el gobierno federal se abroga el derecho de representar a la Nación, por lo tanto, se abroga el derecho del manejo del agua.
Si la Nación es representada por todas las formas de representación de los ciudadanos que habitan en nuestro territorio, aun los que están en el extranjero, en estas representaciones están las comunitarias, es posible considerar que las autoridades comunitarias, comunales, municipales, estatales y federales, tienen la obligación del cuidado del agua en cuanto bien nacional.
No se puede tener la idea que la principal función del gobierno es la concesión del agua, su principal función es su cuidado y conservación, por eso insistimos, es necesario otorgan esta responsabilidad a los colectivos que lo saben cuidar y conservar, esto es, las naciones mexicanas. El gobierno federal ha demostrado ser muy mal manejador del agua.
De acuerdo al derecho a la autodeterminación de las naciones mexicanas, tienen el deber de establecer sus prioridades, el cuidado del agua lo es. En la aplicación de las leyes generales se debe considerar las especificidades de los pueblos, respetar su relación con el territorio y la naturaleza, sobre todo, el derecho al manejo, utilización y conservación del agua.
Insistimos, de acuerdo a las leyes capitalistas de producción, el agua es una mercancía que tiene valor de cambio y de uso, en algún momento de la historia será capitalizada y monopolizada por los poderosos, empecemos por evitarlo. Empecemos por el reconocimiento de las naciones mexicanas de su derecho al cuidado de este precioso líquido.