A 5 años, no dejemos solo a nadie
Raúl Ávila Ortiz|Oaxaqueñología
OAXACA, Oax., 27 de octubre de 2019.- La confrontación y el debate entre liberalismo y socialismo y sus respectivas variantes continúa. El final de esa historia está lejos de escribirse.
A la vista se hallan ejemplos vivos de sus litigios:
En Hong Kong se ha pactado uno de los más audaces diseños constitucionales que muestran la lucha entre aquellas dos tendencias.
En una misma Constitución, el ingenio y la inteligencia humanas empalmaron –no conjugaron– los valores y principios de los dos modelos ideológicos.
Esa mixtura se basa en la premisa de que al final de un prolongado periodo de transición pactada, que concluirá en 2050, el liberalismo dejará su lugar al comunismo tipo China.
Ese diseño explica en parte la inestabilidad que allí se vive en los días que corren.
Otro tanto está pasando en América Latina.
Acá la tradición liberal bicentenaria y su versión más reciente, la expresión constitucional del neoliberalismo, está impugnada por el llamado Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano, una de cuyas variantes es el constitucionalismo transformador.
La confrontación tiene lugar hoy mismo en las elecciones argentinas con el regreso del «peronismo», en Uruguay con la continuidad del Frente Amplio de izquierdas y en Colombia a través de opciones alternativas a los partidos históricos.
Esa misma dialéctica está presente en Bolivia pues los liberales y socialdemócratas se resisten a aceptar el triunfo en primera vuelta del Movimiento al Socialismo (MAS), partido que respalda al presidente Evo Morales.
Otro tanto ocurre en Chile entre los liberales que regresaron al poder y se hallan desafiados por las izquierdas que lo perdieron en los más recientes comicios presidenciales.
Una batalla similar se libra en Ecuador entre los partidarios del expresidente Correa y su sucesor y ex vicepresidente, Lenin Moreno, quien ha girado hacia la derecha.
Y algo así se observa en Perú -en su propio contexto, desde luego- en donde el modelo neoliberal prevaleciente durante los últimos 30 años, corrompido y usufructuado y por partidos antiguos y nuevos, todos pragmáticos, parece que está transitando a una auténtica refundación del Estado.
Otro tanto pasa en Brasil, en donde la opción liberal volvió con Bolsonaro para desmadejar el legado socialista del Partido del Trabajo liderado por Lula.
Ni que decir de Venezuela, en donde el socialismo se niega a perder el poder ante los embates de liberales y socialdemócratas.
Centroamérica, salvo Nicaragua, se mantiene en la línea no socialista.
Aún en Canadá y, en particular en los Estados Unidos, se asoma la competencia entre las referidas orientaciones ideológicas.
Una y otra, esto también es evidente, suelen utilizar el populismo como estrategia política.
En México las dos tendencias están presentes y se preparan para las elecciones intermedias de 2021.
Entonces veremos aquí si los liberales, hoy en la oposición, pueden evitar la consolidación de la tendencia contraria, cuyo empeño por fortalecerse y prevalecer se enfrenta no solo a sus competidores sino a sus propias tensiones y contradicciones internas.