El episcopado ante el segundo piso de la 4T
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de junio de 2020.- A lo largo del periodo revolucionario-posrevolucionario 1911-1982, los giros de proyectos presidenciales se centraron en tres variables: las reformas constitucionales, la caracterización del Estado y la ideología. La contrarrevolución neoliberal de Carlos Salinas de Gortari operó sobre esos tres pivotes para liquidar a la Revolución Mexicana y edificar una la transformación estructural e ideológica de tipo neoliberal.
Los Estados anteriores habían hecho modificaciones, pero dentro de los límites del Estado revolucionario como referente. Cárdenas creó el capitalismo monopolista de Estado con programas sociales, Miguel Alemán Valdés construyó el capitalismo de mercado, Adolfo Ruiz Cortines logró el Estado promotor del crecimiento económico y Luis Echeverría apeló al Estado populista.
En el Plan Global de Desarrollo 1980-1982, Salinas de Gortari –director de Política Económica y Social de la Secretaría de Programación y Presupuesto– dio por liquidado el Estado social y puso las bases del Estado gestor de la política económica y al mercado como el pivote del modelo de desarrollo.
Las reformas constitucionales de De la Madrid y Salinas redefinieron al Estado. De la Madrid reformó el 25 constitucional para introducir el concepto de Estado rector del desarrollo, pero sólo para acotarlo, no para darle nuevas responsabilidades económicas con objetivos sociales, En una conferencia en la UNAM en 1985, Salinas de Gortari explicó esa reforma: pasar del Estado como la arena de lucha de las clases al Estado autónomo (tesis de Theda Skocpol) de los grupos sociales. La política social, por consecuencia, no era producto de una definición ideológica, sino de la necesidad de atenuar urgencias sociales para evitar conflictos sociales por el bienestar. El Pronasol se enfocó al acceso a bienes indispensables y a infraestructura comunitaria, no a redistribución social de la riqueza y el ingreso.
Las reformas constitucionales de Salinas de Gortari terminaron de liquidar el proyecto histórico de la Revolución: privatizó el ejido, reconoció a la iglesia, subordinó la economía mexicana a las necesidades de los EE. UU. con el TCL, entregó al sector privado las empresas propiedad de la nación, dejó al Estado como gestor de la empresa privada. Y en lo político, en 1992 borró el concepto de Revolución Mexicana de los documentos del PRI y en su lugar introdujo el de liberalismo social juarista, aunque del Juárez liberal que sentó las bases del capitalismo sobre los restos del México originario indígena y popular.
Se trató, en suma, de una nueva transformación del proyecto nacional: pasar del revolucionario-posrevolucionario como capitalismo populista, a uno neoliberal de mercado sin Estado. De hecho, el proyecto neoliberal de Salinas de Gortari fue una copia inescrupulosa del proyecto conservador del PAN: bien común en lugar de riqueza social, Estado subsidiario o circunstancial en tanto la empresa privada se fortalecía y solidarismo sólo con los más pobres y no política social de clase.
Para completar el proceso de sustitución de proyecto nacional, Salinas jaló al gobierno y a cargos políticos a los economistas y politólogos conservadores y neoliberales; los puso en las subsecretarías de planeación de todas las secretarías de Estado y luego los hizo senadores y gobernadores. Desde 1979 a 1993, Salinas construyó la figura de Luis Donaldo Colosio como su sucesor, lo puso en el PRI para operar reformas ideológicas y debiera ser el continuador del neoliberalismo en 1994-2000 y luego seguiría en la presidencia Ernesto Zedillo para 2000-2006.
Sin embargo, en su discurso del 6 de marzo Colosio envío el mensaje de que la prioridad de su gobierno –por un pacto estratégico con el politólogo Manuel Camacho, pactado como su secretario de Gobernación– sería la reforma democrática y el regreso a las políticas sociales, no el mercado. Su asesinato corrigió desvíos, adelantó tiempos y Zedillo llegó paras reforzar el modelo neoliberal transexenal. La ruptura Zedillo-Salinas no fue por el neoliberalismo, sino por la voz popular que culpaba a Salinas del crimen y le reducía a Zedillo margen de credibilidad al nuevo presidente.
Como 4-T, la contrarrevolución neoliberal Salinas de Gortari dejó una estructura de Estado que debe ser reformada en su totalidad para construir una 5-T lopezobradorista.
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@carlosramirezh