
Reconoce Fiscalía de Oaxaca a 6 agentes de investigación jubilados
Hace unos días, el diputado local priísta de Oaxaca, Gustavo Díaz Sánchez compartió su segundo contagio de Covid 19, desde su cuenta de Facebook.
A diferencia de sus pares, los políticos o funcionarios públicos, en esta ocasión, el legislador retó al virus y nombró los medicamentos que le aplican en su tratamiento:
“…pero lo vamos a vencer nuevamente con invermectina, azitromicina, hidratación y resposo absoluto…”.
Horas después, el texto y un par de fotos que había posteado, desaparecieron de la cuenta de Díaz Sánchez.
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A mil 200 kilómetros de distancia, Guillermo Torre Amione, Rector de TecSalud, Vicepresidente de Investigación del Tecnológico de Monterrey y uno de los principales innovadores en el manejo exitoso de pacientes con Covid-19 en el país, publicó en su Twitter:
“Es increíble, a 18 meses de pandemia, ver recetas covid (sic) con Hidrocloroquina, Azitromicina, invermectina (sic). Ninguna sociedad Infectología (sic) nación al o internacional avalan uso. Sus efectos secundarios son graves y dan falsa seguridad. Las recetas al menos deberían incluir un oxímetro”.
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A finales de diciembre del 2019, la municipalidad de Wuhan, provincia de Hubei, China, describió una mezcla confusa de casos de neumonía en su población. Poco más de setenta días después, la Organización Mundial de la Salud identificó al SARS-CoV-2 como la causa de la enfermedad y la declaró como pandemia por su extensión a docenas de países.
El anunció del máximo organismos mundial de salud precisó que el virus también iba acompañada de otra grave distorsión mundial: la infodemia, considerada como una cantidad excesiva de información ‒en algunos casos correcta, en otros no‒ que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna cuando las necesitan.
Pero este fenómeno comunicacional también provocaba desinformación, es decir, los medios de comunicación, en especial las plataformas digitales, transportaban en segundos información falsa o incorrecta que tenía el propósito deliberado o no de engañar.
En varios países, incluyendo México, y por supuesto estados como Oaxaca, circulan desde hace 18 meses, millones de mensajes en redes sociales y cadenas de WhatsApp que exageran, descontextualizan, falsean o satirizan la realidad de la enfermedad.
A principios de la pandemia, unos aseguraban la aplicación de un estado de emergencia en territorio mexicano por el Covid-19; otros que el plátano podía curar una infección o que sostener la respiración por más o menos de 10 segundos era una prueba diagnóstica para saber si se está infectado.
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La pandemia del Covid-19 también está redefiniendo conceptos, modelos
y procesos de investigación de la comunicación y también está obligando a tomar
decisiones rápidas para buscar un compuesto de anticuerpos para prevenir y tratar
de anular los daños que produce la intoxicación de la información falsa.
Por eso, la mejor recomendación para combatir la infodemia es no lavarse
las manos, es decir, sí alguien difunde una información y posteriormente se
confirma que es falsa, debe admitirlo y corregir el error con quienes compartió los
mensajes.
Y segundo, guardar una sana distanci” de quién acostumbra a hablar o
reenviar por las redes sociales hasta sus errores
La pandemia del Covid-19 también está redefiniendo conceptos, modelos
y procesos de investigación de la comunicación y también está obligando a tomar
decisiones rápidas para buscar un compuesto de anticuerpos para prevenir y tratar
de anular los daños que produce la intoxicación de la información falsa.
Por eso, la mejor recomendación para combatir la infodemia es no lavarse
las manos, es decir, sí alguien difunde una información y posteriormente se
confirma que es falsa, debe admitirlo y corregir el error con quienes compartió los
mensajes.
Y segundo, guardar una sana distanci” de quién acostumbra a hablar o
reenviar por las redes sociales hasta sus errores
Pero también, la pandemia del Covid-19 presiona a sus profesionales y expertos a redefinir conceptos, modelos y procesos de investigación en la ciencia, la educación, la economía, el medio ambiente, entre otros campos, para construir soluciones rápidas y certeras como es el caso de las vacunas o la educación en línea, virtual, a distancia y remota de emergencia.
En ese sentido, el mejor periodismo busca compuestos comunicacionales como el rigor, la precisión, la investigación o la consulta a especialistas para prevenir y anular el daño que genera la intoxicación de aquella falsa y abundante información que circula en los medios de comunicación y las redes sociodigitales.
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Ahora el reto es producir conceptos y procesos eficientes para combatir la infodemia. Y es quizás el Departamento de Evidencia e Inteligencia para la Acción en Salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el que ubica el primer eslabón de esta cadena de contagios: “cualquier persona puede escribir o publicar algo en internet”, sin “ningún control de calidad en lo que publica…”.
Es decir, esa actitud –deliberada o no, con intención o no- de difundir o compartir información sin verificar, dificulta a las personas a tomar decisiones, a encontrar fuentes confiables y obtener orientación fidedigna: Algo así como atrapado y sin salida en la ignorancia, las creencias, los teléfonos móviles, las redes sociodigitales y la indiferencia.