Prohibir comida chatarra en escuelas, primer gran paso contra la obesidad
CIUDAD DE MÉXICO, 18 de marzo de 2020.- No pudieron conducir el país en épocas de normalidad, menos lo van a poder hacer ahora que la recesión económica y una pandemia recorren el mundo.
Tendrán como argumento de la debacle económica el efecto global del coronavirus, pandemia que menospreció el gobierno de México, no tomó medidas para enfrentarla, y además nos encuentra con los sistemas de salud desmantelados.
Antes de la epidemia ya se había caído la actividad industrial, el sector servicios, se frenó la creación de empleos, se les cayó el incremento al consumo, se vino abajo la recaudación por ISR e IVA y la delincuencia se les disparó.
Habrá recesión mundial, sin duda, pero la crisis ya la había provocado el Presidente al manejar la economía sin conocer la materia y con decisiones ideológicas o sencillamente de hígado.
¿De veras creyeron que la irresponsabilidad en las decisiones estratégicas no nos iba a pasar la factura?
Al primer remezón externo el dólar se disparó a casi 23 pesos, a pesar de que estamos pagando altas tasas de interés.
Si la economía mundial está en vilo, los capitales huyen de los países donde hay riesgo y se refugian en lugares seguros aunque no ganen dinero. Así de fácil.
Los caprichos e insensateces se pagan, y eso nos pasa la cuenta ahora que hay turbulencia global.
¿En qué mente cabe que no nos afectaría el tirar a la basura cerca de 200 mil millones de pesos por destruir el aeropuerto de Texcoco?
La señal fue clara: México está gobernado por un Presidente que toma decisiones insensatas, contrarias a la opinión de su secretario de Hacienda y de su canciller.
Esas obsesiones de AMLO llevaron a tirar el año pasado cinco mil millones de dólares en Pemex, para impedir que entre el sector privado a explorar y extraer (lo que al erario no le cuesta y le reportaría hasta 80 centavos por cada dólar de crudo obtenido).
Para eso la inyección de dinero a la empresa estatal, tomado de otras partidas: impedir que entren los privados y no para obtener recursos. El año pasado Pemex perdió 346 mil millones de pesos, con precios del petróleo altos.
Este año le van a volver a inyectar cinco mil millones de dólares. ¿Cuánto van a perder, con precios bajos?
Vamos a gastar, sólo este año, 40 mil millones de pesos en la construcción de una refinería nueva, en mal momento, en mal lugar y sin viabilidad financiera.
Carecen de sentido común. Y suponen que el mundo no se da cuenta.
Los ingresos de Pemex cayeron el primer año de AMLO un 20 por ciento respecto al año anterior, y los costos aumentaron 30 por ciento.
Y le van a seguir metiendo dinero, para perder.
Pemex venía mal, es cierto, pero por eso se hizo la reforma energética.
Congelaron la reforma y nos metieron en el peor de los mundos: inyectarle dinero público a una empresa que pierde a raudales para extraer un producto que va a la baja.
¿En serio creían que nadie se daba cuenta de su insensatez?
Integrantes de Morena en el Congreso informan que se tendrá que ajustar el gasto del presupuesto de ese año, dadas las circunstancias de la economía mundial.
Que no engañen: el gasto debe ajustarse, en primera instancia, porque tendremos un comportamiento negativo de la economía y ni de chiste se va a recaudar lo esperado, aún sin coronavirus.
El año pasado el crecimiento (decrecimiento) fue menor a cero, con un entorno mundial favorable. Tiraron la economía de 2.5 a bajo cero.
Para 2020 proyectaron un crecimiento económico de dos por ciento sacado de la imaginación, porque se cometen los mismos errores que en 2019.
La economía mexicana, este año, tendría un comportamiento negativo aún sin coronavirus.
Ahora viene una recesión mundial y nos toma muy mal parados.
No corrigieron nada y quieren que la situación mejore.
A pesar de la recesión global en puerta, el gobierno no quiere corregir ninguno de sus errores: estado de derecho, confianza a los inversionistas, respetar la Constitución en cuanto a la apertura del sector energético.
Vamos al hoyo, pero la culpa será de “los conservadores”.
Esos malditos conservadores que le dejaron un país que, a octubre de 2018, tuvo ingresos presupuestarios por 325 mil millones de pesos más de lo estimado.
Un Fondo de Estabilización Presupuestaria por cerca de 300 mil millones de pesos para emergencia, y ya se gastaron la mitad el año pasado porque se les cayó la recaudación.
Les dejaron eso que llamaron “gasolinazo” criminal que los proveyó de ingresos por 290 mil millones de pesos en 2019.
También les dejaron en las reservas internacionales del Banco de México, al 23 de noviembre de 2018, una suma de 173 mil millones de dólares.
Sumado a lo anterior, el 28 de noviembre de 2018, se renovó una línea de crédito contingente con el FMI por 74 mil millones de dólares, para defenderse de cualquier ataque especulativo contra el peso.
Con todas esas facilidades y colchones, tienen en el piso a la economía por la desconfianza que generan y sus políticas estrafalarias que sólo han destruido lo que había.
Esas medidas insensatas generaron la crisis interna que ahora se juntará con la recesión global.
Se equivocan los que afirman que
el sexenio ya terminó. Minimizan su capacidad destructiva: aún les queda mucho
por demoler.