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Trump no puede romper escudo de seguridad nacional de México
OAXACA, Oax., 24 de marzo de 2019.- El cambio de época en el que estamos inmersos a escala global está dando lugar a importantes debates, entre los cuales sobresale el siguiente.
Se discute sobre los contenidos de la Cuarta Revolución Industrial o de la microelectrónica, telecomunicaciones, biotecnologías e inteligencia artificial imtercontectadas y su efecto en el capital, el trabajo, la tierra, el planeta, las personas y las instituciones sociales en sentido amplio: desde la familia hasta los géneros, el estado y las organizaciones internacionales.
En ese debate destaca el litigio entre elaboraciones ideológicos y teorías económicas, políticas y jurídicas con capacidad para orientar los esfuerzos humanos a efecto de asegurar un mejor futuro.
Dicho en breve, en esas tres ramas del conocimiento se enfrentan las teorías liberales, socialdemócratas y populistas-comunitaristas que inspiran estrategias y políticas públicas.
Las liberales apuestan por el mercado desregulado, la democracia pluralista competitiva y el Derecho y las instituciones como marco neutral para garantizar la idoneidad y estabilidad de esas interacciones sociales.
Consideran que la autonomía y la libertad individuales, la competencia y la productividad harán que el mercado distribuya mejor recompensas y sanciones, en el entendido de que la desigualdad y la pobreza, ahora en el entorno del capitalismo digital, son fenómenos inexorables que el estado debe administrar sin intervenir para revertirlas.
Creen que la democracia pluralista es la cara política del mercado libre y que el estado y el Derecho deben garantizar que los mejores ciudadanos, partidos y candidatos accedan y ejerzan buen gobierno bajo supervisión de los propios ciudadanos y diversos mecanismos de control politico y jurídico.
Si la e-democracia irrumpirá, en todo caso será para eficientar aquellos procesos pues el Derecho y las instituciones son neutrales y cada actor económico, político y social debe limitarse a cumplir con sus respectivos papeles, no a cuestionarlos o transformarlos.
Los socialdemócratas de hoy continúan apostando por la solidaridad interpersonal y a que el estado intervenga en el mercado para regular la competencia y propiciar mayor igualdad y justicia en las interacciones sociales a la luz de las graves diferencias e injusticias existentes.
La democracia se convierte en un instrumento pedagógico, de representación y participación política y equidad social desde gobiernos promotores, coordinados y responsables.
La política, el Derecho y la instituciones deben ser reorientadas con el propósito de coadyuvar al balance entre libertad e igualdad, dominación y emancipación, representación y buen gobierno, recompensas y sanciones.
Los populistas y comunitarios, lo mismo que los socialdemócratas más radicales con sus distinciones y matices, estiman que la economía debe estar al servicio de la política y la mayoría social nacional, por lo general desaventajada y vulnerable, y no al revés.
Proponen que esa mayoría equivale al pueblo y que este último y su voluntad encarnada en el líder y su organización portan una moralidad superior y que deben aplicar de manera eficaz aun por encima o al lado de las instituciones jurídicas y burocráticas manipuladas y capturadas por el mercado y poderes ilícitos.
La democracia debe ser participativa, deliberativa y comunitaria y penetrar en todas las instituciones y ámbitos sociales, en particular porque se piensa que la divergencia y la confrontación de ideas y acciones purifican y tornan más íntegra la vida pública reactivando controles sobre la representación política y el gobierno, aunque en detrimento de la pluralidad política y los balances entre instituciones y poderes.
Ellos proponen que las instituciones y el Derecho no son neutrales sino una expresión de la lucha de clases y las relaciones de poder por lo que si no es posible realinearlos en favor de la justicia social efectiva entonces hay que desconsiderarlos u oponerles la voluntad del pueblo, cuyo riesgo es no aceptar razones técnicas ni límites a sus emociones.
En las condiciones actuales del proceso de desarrollo y el avance democrático, social y jurídico de México aquellas tres ideologías y teorías deberían concurrir de manera dinámica a la acción pública para provocar una síntesis que permita al país aprovechar y sortear con éxito los efectos de la Cuarta Revolución Industrial que tampoco reconoce fronteras.
Regiones y localidades rezagados en infraestructura, indicadores de desarrollo humano y tecnologías modernas como Oaxaca y otras entidades federativas sureñas harían bien en conjugar aquellas opciones para desacelerar la degradación y reposicionar a sus sociedades e instituciones en el presente que ya es futuro.