Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
OAXACA, Oax., 5 de septiembre de 2017.- El pueblo de Oaxaca siempre se ha sentido orgulloso de sus raíces y de la multiculturalidad que le aportan sus habitantes en las ocho regiones en que está divido política y geográficamente su territorio.
No obstante, la cultura es un aspecto social, vivo, que va más allá de los magníficos bordados de los indígenas, la exquisita gastronomía hallada en los más humildes mercados y en los más exclusivos restaurantes, y el gran talento de pintores, cantantes, escritores y escultores de Oaxaca.
La cultura es el conjunto de modos de vida, costumbres y conocimientos de un pueblo en un determinado momento social.
Y es precisamente en este momento de crisis que los ciudadanos de Oaxaca parecen olvidar su cultura y las costumbres que lo han convertido en Patrimonio de la Humanidad.
Hoy, Oaxaca vive un tremendo problema de acumulación de basura debido al cierre del basurero municipal, por parte de algunos individuos que olvidan la máxima juarista “el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Y es que, al tratar de defender sus derechos, afectan los derechos de terceros, al cerrar el basurero que da servicio a más de 22 municipios en la zona conurbada de Oaxaca.
De esos municipios, el más afectado debido a la cantidad de habitantes y actividades comerciales es la Ciudad de Oaxaca, que enfrenta un problema de contaminación visible por cualquier local y visitante.
En balde han sido los esfuerzos de las autoridades municipales, como la campaña que inició José Antonio Hernández Fraguas, para tratar de concientizar a los ciudadanos y evitar que la acumulación de basura se convierta en foco de infección.
Un programa de recolección de basura orgánica para realizar compostas; la instalación de centros de acopio de material reciclable y la difusión exhaustiva de acciones de reciclaje han caído en oídos sordos, que, pese a las recomendaciones, continúan sacando su basura en las esquinas del centro histórico de la Ciudad, sin contar las demás agencias y colonias.
Esta actitud de “si no está en mi casa es problema de otro” es lo que nos ha llevado como pueblo a perder mucha de nuestra identidad y a condenarnos a ser un pueblo fácilmente manipulable.
Es fácil hablar de nuestro pueblo, raíces y costumbres, enorgullecernos de nuestra cultura, cuando todo funciona bien. Cuando nos dan todo preparado para simplemente ponernos nuestras mejores galas y salir a disfrutar de las plazas, festivales y maravillas arquitectónicas de la Ciudad.
Pero cuando se trata de poner nuestro granito de arena, es fácil hacerse de oídos sordos y ojos ciegos, para pensar que con nuestra bolsita no estamos afectando “tanto”.
Pero de bolsita en bolsita que no afectan “tanto”, diariamente el Centro Histórico amanece con basura en las banquetas y con olores nauseabundos.
Día con día, el ayuntamiento de Oaxaca activa los programas de limpieza y recolección, y cada mañana, las calles amanecen como si no hubiera habido limpia.
Y esos ciudadanos se quejan, y le echan la culpa a las autoridades como si ellas hubiesen cerrado el basurero municipal. Como si ellas tuvieran que tener el plan perfecto e infalible por cada vez que particulares deseen romper el orden y afectar los servicios públicos establecidos, como sucedió en este caso en Zaachila.
El asunto no es señalar culpables, el hecho es trabajar con lo que tenemos para salir adelante del problema, como siempre lo hemos hecho. Esa es la imagen que tienen de Oaxaca todos lo que en este momento voltean a vernos, los visitantes que tenemos en nuestras calles.
Y ahora, tenemos las herramientas para salir adelante, solo falta conciencia y ganas. Solo nos falta esa cultura de la que tanto nos enorgullecemos. ¿Dónde está?