Derecho a una vivienda digna
CIUDAD DE MÉXICO, 6 de septiembre de 2019.- En uno de sus recurrentes devaneos –para insultar a sus adversarios o enemigos políticos–, el presidente López Obrador lanzó una simpática provocación que alcanzó los titulares en medios, redes y digitales.
En su habitual tono provocativo y desde el privilegiado foro del Primer Informe, el presidente dijo que sus adversarios “están moralmente derrotados porque no han tenido oportunidad de establecer un paralelo entre la nueva realidad y el ultimo periodo neoliberal, caracterizado por la prostitución y el oprobio…”.
Es decir, según el presidente mexicano, los perdedores de la elección presidencial de julio de 2018 no sólo fueron derrotados en las urnas sino que la nueva realidad de su gobierno hoy los apaleados ya que no entienden que estamos a las puertas del cielo.
Sin duda cualquiera que conozca un milímetro al presidente Obrador sabe que su provocación retórica es no sólo un exceso discursivo sino una mentira y un grosero engaño.
¿Por qué?
Porque a pesar de las buenas intenciones de Obrador y de su necesidad urgente de encontrar victorias en donde solo existen derrotas, lo cierto es que su gestión resultó fallida de cabo a rabo, en sólo los primeros nueve meses.
¿Por qué es un gobierno fallido el de AMLO?
La respuesta la saben todos; porque hoy México es más violento que nunca –se contabilizan casi 27 mil muertes violentas, la cifra más alta de la historia–; porque más que nunca los ciudadanos están a merced del crimen y del narcotráfico; porque hoy tienen menos los que “de por si” siempre han tenido menos y porque nada de lo que prometió se ha hecho realidad.
Existe más desempleo, el presidente y su prole son los nuevos reyes de México y no sólo viven en un Palacio con todas mejores joyas posibles, sino que las fuerzas castrenses –Ejército y Marina–, han sido destruidos y no existe más el último reducto de contención ante el crimen; además que es de cero el crecimiento económico, la democracia es demolida todos los días y a diario nos aproximamos a la más peligrosa crisis de gobernabilidad de la historia.
En pocas palabras, hoy los mexicanos estamos peor que en los peores gobiernos del último medio siglo.
¿Por qué entonces, ante el fracaso de su gobierno, el presidente López Obrador se atreve a habla de una derrota moral de sus adversarios?
La respuesta es elemental; porque el tamaño del fracaso del gobierno de Obrador es del tamaño de las culpa que el presidente lanza al pasado y del mismo tamaño de la supuesta derrota de sus adversarios.
Dicho de otro modo, asistimos a la ratificación de “la mayor cualidad” que hermana a los dictadores de todos los tiempos; la presunta “superioridad moral y ética” que los acompaña.
Por eso, tiranos y dictadores de todas las latitudes se han apropiado de los mismos valores que definen a no pocas religiones; valores como la verdad, la honestidad, la humildad, la caridad, la bondad, el trabajo y el esfuerzo… entre otros.
Al mismo tiempo, los dictadores de todos lo tiempos han creado en su imaginación –y lo trasladan de manera exitosa al imaginario colectivo–, un supuesto satán que los persigue, los espía, los ofende, los agrede y, sobre todo, que es dueño de los antivalores del tirano.
Así, desde Mussolini, pasando por Hitler, Franco, Castro, Chávez, Maduro y el mismísimo López Obrador –entre decenas de dictadores–, crean y satanizan a imaginarias “mafia del poder”, a la “horrible derechona”, al “capitalismo”, al “neoliberalismo” y a la fea “oligarquía” a las que acusan de ser culpables de todos los males.
Según esos dictadores, su respectiva “mafia del poder” es culpable de mentir y robar a los ciudadanos pobres; de corromper a los desposeídos, de engañar al pueblo bueno, despilfarrar, depredar, holgazanear, presumir y alardear ante los que menos tienen.
Y una vez que el discurso “engañabobos” del dictador se mete hasta la médula de sus seguidores –de los ciudadanos–, y los convence de la inventada superioridad moral del sátrapa, entonces todos los adversarios del dictador son parte de la “mafia del poder”, sean sus críticos, opositores y todos quienes piensan distinto.
En realidad, la supuesta “derrota moral” de los adversarios de López es el espejo retrovisor que refleja el tamaño del fracaso del gobierno de Obrador.
Así, cada que el presidente habla de la derrota moral de sus adversarios, en realidad retrata el tamaño de su fracaso.
Lo bueno es que Obrador no engañará a todos todo el tiempo
Al tiempo.