CSP paga factura de AMLO; le urge desmantelar cárteles fortalecidos
Los empresarios mexicanos han recibido un respiro de 30 días tras la decisión de Estados Unidos de suspender la imposición de un arancel del 25% a los productos importados desde México. Sin embargo, esta pausa no es más que un compás de espera en un escenario donde la incertidumbre sigue reinando porque nadie tiene certeza sobre qué pasará después de este mes de tregua. Pero quizá si se pueda prever cuáles serán los sectores más afectados y qué pueden hacer las MiPyMEs para resistir este embate.
México ha exportado más de 450 mil millones de dólares en bienes a Estados Unidos cada año en periodos recientes, y más del 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino este país, por lo que la imposición de un arancel del 25% significaría un incremento brutal en costos para los sectores automotriz, manufacturero, agroindustrial y electrónico, pilares fundamentales de la relación comercial entre ambos países.
El sector automotriz, por ejemplo, representa más del 35% de las exportaciones mexicanas y genera cerca de un millón de empleos directos en el país, en una cadena de valor altamente interconectada con la de Estados Unidos y Canadá, que se vería gravemente afectada, encareciendo los vehículos y reduciendo la competitividad de México como centro de manufactura.
El sector agroindustrial tampoco queda exento de la amenaza porque México es el principal proveedor de frutas y hortalizas de Estados Unidos, y un arancel del 25% encarecería productos esenciales como aguacates, tomates y berries, afectando directamente a pequeños y medianos productores. En este contexto, las MiPyMEs, que constituyen más del 99% de las empresas en México, generan el 72% del empleo formal y producen 52 % del PIB, se encuentran en una encrucijada.
México no es el primer país que enfrenta una amenaza arancelaria de esta magnitud. En 2018, la Unión Europea impuso aranceles de represalia a Estados Unidos tras la decisión del gobierno de Trump de gravar el acero y el aluminio. Ante este panorama, países como Alemania y Francia diversificaron su comercio hacia Asia y fortalecieron sus industrias internas para depender menos de los productos estadounidenses. Otro ejemplo es China, que, tras la guerra comercial con Estados Unidos, fortaleció sus relaciones comerciales con países de América Latina y aceleró su inversión en tecnología para reducir su dependencia del mercado estadounidense.
Así que, durante estos 30 días de pausa, los empresarios deben actuar con visión estratégica donde la diversificación de mercados es una alternativa urgente: si bien el T-MEC es clave y ha convertido a México en el principal socio comercial de los Estados Unidos, la experiencia, la calidad de los productos y servicios de nuestros empresarios también son una oportunidad para explorar otros mercados en Asia, Europa y América Latina. La optimización de costos y la digitalización de procesos pueden ayudar a mitigar los posibles impactos. La integración en asociaciones y cámaras empresariales es fundamental para ejercer presión y lograr acuerdos más favorables en las negociaciones internacionales.
También es momento de fortalecer la producción y el consumo interno porque la dependencia de las exportaciones a Estados Unidos es una vulnerabilidad que puede mitigarse fomentando el comercio interregional dentro de México y América Latina. Además, la innovación tecnológica y la automatización pueden hacer a las MiPyMEs más resilientes ante cambios abruptos en los costos de exportación.
Pero no nos engañemos. La decisión final dependerá de la política, no solo de la economía. La relación entre México y Estados Unidos está marcada por factores migratorios y de seguridad que condicionan el libre comercio, porque si bien el gobierno mexicano ha optado por reforzar la presencia de la Guardia Nacional en la frontera norte para frenar el flujo migratorio y el tráfico de drogas, una medida que, aunque favorable para la relación diplomática, podría traer desafíos en otros frentes internos.
La imposición de aranceles sigue siendo un arma política y un recurso de presión para la administración estadounidense, lo que obliga a México a mantenerse alerta y negociar con firmeza. Si bien estos 30 días representan una tregua, no garantizan una resolución definitiva al conflicto comercial.
Las MiPyMEs pueden aprender de casos de éxito internacionales y adoptar estrategias tecnológicas para volverse más competitivas. La digitalización de procesos, el comercio electrónico y la manufactura avanzada pueden hacer que las empresas sean menos dependientes de los mercados tradicionales y más ágiles en la búsqueda de nuevas oportunidades. Por ejemplo, empresas en India y Brasil han aprovechado crisis comerciales previas para modernizarse y encontrar clientes en nuevos mercados emergentes.
De tal forma que, ante este escenario de crisis, el reto para las MiPyMEs es claro: adaptarse o quedar fuera del juego. No es momento de esperar con miedo, sino de actuar con resiliencia, innovar y encontrar alternativas para seguir siendo competitivos, porque la espada de Damocles sigue pendiendo sobre la economía mexicana, y cuando termine la tregua, el desenlace dependerá de qué tan preparados estemos para enfrentarlo.
El empresariado mexicano debe tomar la iniciativa hoy que la incertidumbre es parte del entorno global, y quienes sepan transformar el reto en oportunidad serán los que logren no solo sobrevivir, sino prosperar. Son tiempos interesantes, me dijo un día mi desaparecido compadre Rafael Álvarez-Caborno… si, hoy son tiempos interesantes.