
Trump enseña los dientes
¿Qué tanto podemos ser engañados? ¿En realidad podemos diferenciar lo auténticamente humano frente a otros simulacros artificiales? En este 2025, salió a la luz un libro titulado ‘Hipnocracia: Trump, Musk y la nueva arquitectura de la realidad’; un ensayo profundo sobre el papel de la manipulación mediática en acontecimientos geopolíticos actuales de gran trascendencia. El libro fue escrito por un filósofo berlinés de origen chino llamado Jianwei Xun; la edición italiana incluso incluye la fotografía del jóven académico. Sin embargo, meses más tarde –y mientras editoriales en Francia y España ya alistaban sus traducciones– se reveló que el verdadero artífice del ensayo es el editor Andrea Colamedici quien puso a las IA’s ChatGPT de Open AI y Claude de Anthropic a redactar el libro, y además creó artificialmente a su exótico autor.
Colamedici asegura que el tema central de su ensayo filosófico-algorítmico es complementario al experimento social que creó: Las capacidades de estas herramientas tecnológicas son insospechadas y no se puede combatir de frente a los simulacros creados a través de ellas, el deepfake es mucho más complejo que unas imágenes o videos falsos creados en computadora. Pero además, si poderosos líderes políticos y económicos utilizan las IA’s para ‘hiper producir’ sus narrativas o directamente para falsificar la realidad, hay poco qué hacer; pues si un editor italiano le hizo creer al mundo que la ‘hipnocracia’ era la nueva revelación filosófica global era un autor inexistente; ¿de qué serán capaces los dueños de las herramientas algorítmicas que ya han permeado casi todas las actividades sociales humanas?
En el horizonte práctico, sin embargo, persiste la esperanza de que el humano todavía tiene capacidad de decidir cómo interactuar con la IA para definir sus bondades y evitar sus riesgos. ¿Pero de dónde nos viene esa idea? Porque la irrupción de la IA en la vida cotidiana no sólo es una revolución tecnológica (en la que el ser humano decide los límites de su uso y abuso) sino una auténtica transformación cognitiva que superpone la validez intelectual del algoritmo por encima del alcanzado por la persona humana. O, al menos, eso es lo que tanto los ‘apocalípticos’ y los ‘integrados’ (como diría Umberto Eco) aseguran sobre este avance tecnológico.
Es decir, la capacidad técnica y relacional de estos algoritmos es tan avanzada que, por primera vez en la historia parecería que se puede poner a debate la histórica sentencia de Santo Tomás de Aquino: «Exceptuando a Dios, entre los seres subsistentes no hay ninguno más valioso que la mente racional». Esta afirmación parece diluirse en un mundo donde los deep fakes y la ficción algorítmica desafían la capacidad humana de discernir lo real de lo artificial.
Y ahí es, justo, donde entra la filosofía y teología cristiana para aportar un punto de esperanza y resistencia; pues mientras la “inteligencia artificial” reconfigura toda la intermediación de la realidad cotidiana a una velocidad vertiginosa, los principios de verdad, misterio y naturaleza humana respiran dentro de la piel de una religión cuyo Dios –pudiendo ser cualquier cosa– elige ser humano para cumplir el origen y destino de su amor.
En la actualidad, mucha gente no sólo “pasa el tiempo” o “usa como herramienta” a los dispositivos digitales sino que transfiere muchas de sus actividades cognitivas a las herramientas de la IA como leer, investigar, reflexionar, sintetizar, relacionar hechos y conceptos, crear borradores de pensamientos originales, etcétera. La consecución lógica es natural: llegamos a un punto en que confiamos ciegamente en los algoritmos que generan respuestas sin nosotros conocer los imbricados procesos relacionales (y quizá comerciales) insertados en los códigos.
En varios estudios se ha comprobado que el uso recurrente de estas herramientas provoca cierto “sedentarismo cognitivo” es decir, que los usuarios frecuentes pierden capacidades de memoria, atención, lectura, reflexión, imaginación y síntesis de acontecimientos de su realidad. Entonces ¿qué puede hacer la filosofía cristiana ante este panorama?
En estos momentos, ese es el principal tema de exploraciones pastorales y análisis teológicos –y quizá será el tema central del documento del primer magisterio ordinario del papa León XIV.
Algunos autores exploran desde la tradición del estudio de la ‘empatía’ de santa Edith Stein, fundamental para distinguir autenticidad humana de simulacros algorítmicos; o el principio de «reductio in mysterium» (reducción al misterio) que se convierte en un antídoto teológico ante la arrogancia tecno utópica: La humanidad debe volver a reconocer que hay dimensiones de la existencia que escapan a la cuantificación algorítmica pero que, paradójicamente, requieren de la complejísima dimensión humana.
Los debates teológicos actuales, ante el pasmo que provoca la “nueva arquitectura de la realidad” como la llama Colamedici, vuelven a los fundamentos de la revelación y la vocación cristiana para iluminar el cuidado y el destino del ser humano y la comunidad. Porque, si la disrupción tecnológica promete la materialización de una realidad creada por fantasmas algorítmicos, la perspectiva cristiana nos recuerda que sólo la experiencia humana hace avanzar nuestra mente hacia el centro del misterio aunque a cada paso el misterio nos trascienda. En otras palabras, sólo la mente humana puede poner un “más allá” a la infinitesimal secuencia de hechos, posibilidades, acontecimientos y cálculos de cualquier naturaleza.
En un mundo de ficciones algorítmicas, esta capacidad de creer en trascendentes se convierte en acto de resistencia no sólo espiritual sino profundamente humana. Así, el discernimiento filosófico-cristiano no ofrece respuestas sencillas al desafío del deepfake; no se trata, como dicen varios círculos optimistas, de mera ‘alfabetización digital’, sino de algo más valioso: el repensar las dimensiones teológicas como una brújula para navegar la incertidumbre sin perder la humanidad que compartimos. En palabras de Carolina Lagos, en la presentación del reciente compendio sobre ‘Filosofía Cristiana: debates, aportes, desafíos’ (Ediciones UCSC), esta tradición intelectual nos ayuda a enfrentar «los desenlaces del materialismo, la razón instrumental y el pragmatismo que afectan hoy a los proyectos de vida personal y social».
*Director VCNoticias.com
@monroyfelipe