Historia y literatura dan vida a La dulce tinta de Al-Jawater
CIUDAD DE MÉXICO, 6 de enero de 2018.- La historiadora Violeta Tavizón llegó a la casa de la señorita Josefina Ruiz Seco en busca de información sobre la vida del pintor Manuel Pastrana, de quien nadie había escrito a pesar de su relevancia para el arte en Zacatecas.
Ya iniciada la plática, la dama se dirigió a un sillón de su sala, jaló una caja de Rosca de Reyes que ocultaba debajo del mueble y la entregó a la investigadora, diciéndole: “Aquí hay muchos papeles”. Cuando ésta la abrió, sintió que se había sacado el “muñequito”: entre decenas de documentos vio uno con la firma del presidente Venustiano Carranza.
Era el nombramiento de Pastrana como director de un recinto que a partir de ese momento tomaba forma de museo se señaló en un comunicado.
En ese instante se reveló la historia del Museo de Guadalupe, creado en Zacatecas, en 1917, como primer museo mexicano planeado durante la Revolución Mexicana, bajo el ideal constitucionalista y con el fin de conservar un importante acervo que el propio Pastrana había identificado, registrado y valorado previamente.
Cuando Violeta Tavizón buscaba un tema para su tesis de licenciatura, su padre, conocedor del arte en Zacatecas, le sugirió abordar al artista plástico Manuel Pastrana (1860-1938) cuya obra no había sido valorada. Fue el primer pintor de la entidad. En 1873 ingresó a la Academia de San Carlos, donde se formó en la escuela del romanticismo mexicano.
En Zacatecas, a partir de 1886 y durante 40 años se dedicó a la formación de varias generaciones de jóvenes en el mundo del arte, principalmente educó mujeres, paralelamente a su oficio de pintor por encargo en el que retrató a la sociedad zacatecana.
Pero su legado más importante lo gestó siendo inspector de Monumentos, de la instancia creada en 1913 para registrar y conservar el patrimonio nacional: en el pueblo de Guadalupe, al que entonces se llegaba viajando dos días en tranvía desde la capital del estado, el pintor de profesión descubrió un acervo invaluable de arte virreinal, heredado por los franciscanos.
Sin importarle la distancia que tenía que recorrer diariamente desde la ciudad hasta el pueblo, de inmediato se puso a trabajar para registrar aquel acervo, convencido de que una riqueza tal debía mostrarse públicamente, hasta que logró abrir el espacio como un museo, en 1917, narra Violeta Tavizón, quien comenzó la aventura de reconstruir la historia aquel día en que la caja de Rosca de Reyes se abrió para mostrarle el pasado, como un oráculo, tras horas y horas de estudio.
La historiadora explica que para la cultura zacatecana, cuna de grandes pintores y una de las capitales del arte en el país, la figura de Manuel Pastrana es fundamental. Es así que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha trabajado para rescatar su figura, a través del Museo de Guadalupe, con exhibiciones que han mostrado su obra y han dado cuenta de su labor.
En 2003, el recinto museológico abrió una sala permanente donde se puede apreciar la producción plástica de Pastrana, integrada por dibujos, acuarelas y óleos sobre tela, principalmente paisajes y retratos. El espacio fue reestructurado en 2017 con motivo del centenario del museo y ahora su recorrido narra la historia completada a partir del contenido de una caja de bizcocho.
La sala muestra 29 piezas, entre óleos, acuarelas y dibujos a lápiz. Es un espacio amplio donde también se montaron infografías y líneas del tiempo que narran el proceso de transformación de Colegio de Propaganda Fide de Nuestra Señora de Guadalupe a Museo de Guadalupe, explica Violeta Tavizón y añade que es una parte de la historia que no se había contado en la antigua museografía.
La Sala Manuel Pastrana, de Colegio a Museo está dividida en dos grandes núcleos temáticos: Pastrana en la Ciudad de México, que narra la vida del pintor como alumno de San Carlos y su formación profesional y juventud. La segunda sección aborda su trabajo en Zacatecas, con énfasis a su labor como profesor de la Academia de San Carlos, principalmente de mujeres, asimismo, refiere su faceta de retratista por encargo que le permitió plasmar a gran parte de la sociedad zacatecana de aquel tiempo.
El montaje también destaca su labor como el primer inspector de Monumentos que tuvo Zacatecas y el tercero en todo país, dejando como su mayor legado las bases de lo que se tenía que proteger, principalmente el centro histórico de Zacatecas, distinguida en 1993 como Patrimonio Mundial.
Violeta Tavizón explica que Pastrana, al ser inspector de Monumentos en plena Revolución, tuvo un papel fundamental para que muchos edificios con afectaciones no fueran derruidos, además escribió en los periódicos infinidad de artículos sobre la arquitectura zacatecana para difundir entre los lectores el valor de la ciudad, sentando las bases para que las siguientes generaciones se preocuparan por conservar ese patrimonio.
En 2017 se celebró el centenario del museo gracias al documento hallado en la caja de Rosca de Reyes donde la señorita Josefina, alumna de la hija de Manuel Pastrana, de nombre Silvia, había conservado celosamente el corpus documental heredado de su maestra de pintura. El “muñequito” trajo consigo una centena de actividades culturales para regalar al público, recordando que desde la Colonia, la Civilizadora del Norte es punto estratégico en el desarrollo cultural de México.