
Alerta Profeco por eventos falsos
María Teresa Cedillo Nolasco
Las universidades latinoamericanas deben acoger el tema de la Inteligencia Artificial (IA) y ponerlo en su agenda, tal como hacen con problemáticas como la pobreza, la falta de derechos, la violencia y el racismo, el medio ambiente, entre otros, ya que de no hacerlo “vamos a quedar atrás porque los cambios que produce están ocurriendo muy rápidamente”, advirtió el doctor Francisco Tamarit, ex rector de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.
Durante la IX Asamblea Regional Caribe, Centroamérica y México de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUALC), el también coordinador del grupo de trabajo en IA de esa red, señaló en un comunicado que los países de la región se encuentran ante una “buena oportunidad” para alcanzar la integración pues si bien “pasaron 470 años de historia de nuestras universidades y nunca conseguimos integrarnos”, hoy existen muy buenas expectativas para alcanzar dicho objetivo.
Desde el Auditorio Arquitecto Pedro Ramírez Vázquez de la Rectoría General de la UAM subrayó que esta es la primera revolución tecnológica en la cual América Latina tiene muy buenos académicos en todos los países, porque desde la década de los 80 los departamentos de computación, de física, de matemática, de ingeniería, acogieron la investigación principalmente en redes neuronales, que es “la que hoy está impactando”; en ese sentido, “creo que tenemos una oportunidad”.
Además, existe otro factor importante que se encuentra en el sector empresarial, el cual ha sabido aprovechar este recurso informático en procesos de grandes, medianas y pequeñas empresas.
Pese a lo anterior, consideró que “en nuestros liderazgos todavía falta comprender que este es un momento histórico que requiere de la conformación de espacios de articulación”; de ahí la importancia de estos foros.
El doctor Héctor Benítez Pérez, director general de Cómputo y Tecnologías de Información y Comunicación de la Universidad Nacional Autónoma de México dijo que uno de los aspectos en los que las universidades pueden contribuir es en la difusión: “en divulgar e informar a la población sobre lo que es la IA, desmitificarla y dejarla de considerar como una caja negra”.
Como instituciones educativas “tenemos el deber de transmitirle a todas nuestras comunidades lo que es la inteligencia artificial, a qué nos estamos enfrentando y cómo lo estamos incorporando”.
El reto es enorme y multidimensional, pero es necesario “construir una plataforma en donde la gente pueda encontrar respuestas a muchas de sus interrogantes, como, por ejemplo, “qué son mis datos, qué significa mi huella digital en términos ambientales, qué es un producto ecológicamente estable, cuál es el significado de mi huella de carbono, o cómo entender lo que es una empresa socialmente responsable en términos de inteligencia artificial, entre otras”.
También es necesario divulgar información sobre las implicaciones de que un banco decida o pueda establecer una predicción de cómo vamos a consumir en los próximos 20 años, y con base en esto pueda definir si tenemos derecho a un crédito o no y, en términos de la salud, poder determinar las posibles enfermedades que vamos a tener y que, por lo tanto, una aseguradora pueda subir o no una prima de gastos.
Todo esto implica una algorítmica en la que podemos construir porque es ahí “donde tenemos una curva de oportunidad”.
El especialista refirió que muchas veces ha escuchado a investigadores decir que “uno no gana en la investigación en la recta, uno gana en la curva”, y esto quiere decir que “cuando uno va generando conocimiento, no gana en la recta donde ya saben todos el camino por donde vamos a ir, porque ahí son los grupos más poderosos los que pueden tener grandes métodos de cómo generar conocimiento”; por el contrario, es en las curvas, en las cuales no se sabe bien a dónde está el gran reto científico, lugar en el que muchos grupos investigación pueden entrar y ganar cierto espacio dentro de todo este proceso de investigación o de generación de ciencia.
“Otro punto de curva donde como universidades es posible contribuir es haciendo más eficiente nuestros propios centros de datos, nuestros propios usos de la tecnología, así como de la inteligencia artificial”.
Un tercer punto fundamental radica en la formación de capital humano y la divulgación para grandes sectores de la población, que no necesariamente entran dentro del ámbito académico, pero que requieren muchísima información para la toma de decisiones.
Tamarit apuntó que una de las características de esta revolución tecnológica es que está en manos de muy pocas personas ubicadas en el sector privado, mientras que los estados y las universidades están ausentes y “no hemos encontrado una forma de convivir y compartir con esas empresas”.
Comentó que en UDUALC se conformó una comisión en la que participan universidades de México, Cuba, Colombia, República Dominicana, de Uruguay, Ecuador, Brasil, y de Argentina que trabaja en los procesos de formación, investigación y vinculación.
La mesa fue moderada Oscar Lozano Carrillo, académico del Departamento de Administración de la Unidad Azcapotzalco.