La Constitución de 1854 y la crisis de México
Miro hacia el techo: de color liso, azul claro
JOSÉ AGUSTÍN, La tumba
Advertencia a manera de epílogo: maldito el que piense que esto es un cuento. ¿Nunca te mandaron tus mayores a ver si ya puso la marrana? La presencia de tu infancia era poco grata, en la conversación de tus padres, con rudeza pretendían que dejaras el espacio vacío para que pudieran hablan a sus anchas, entenderse sobre temas de dinero, carencias, sexo y muerte. El espacio vacío de la infancia desarrolla con puntualidad subrayados donde crecen palabras y silencios, gestos, ¿nunca te mandaron a ver si ya puso la marrana?
Lunes 21 de noviembre
En tres patadas el viejo te pone en la historia (hay palabras que se levantan contra el silencio), con claridad ves a las ratas correr por el muro de la bodega, ves al perrito salir tras ellas, darles alcance, desnucarlas de un certero mordisco; ves al perrito volver junto a la pila de agua, el agua sucia que el perrito bebe a lentos lengüetazos antes mover la cola.
¿Qué más podría pasar?
. Me quedo en casa de mi madre.
. Cierra la puerta con seguro.
La luna de noviembre invitaba a tomar fotos sobre la oscuridad, pero ¿para qué esforzarse sobre imágenes repetidas?
Viernes 25
El coordinador del suplemento cultural respondió mi correo: “Tu material sale la próxima semana”. Respondí: “Por qué no echas un ojo a tu correo?.
La semana pasada envié colaboración para el número infantil, la semana que entra quizá no siga vivo”.
Tengo hambre, me voy a preparar unos huevos revueltos con quesillo, chapulines. Mientras pongo el partido del sábado, ojalá que ahora nos llevemos el campeonato. Los sábados pongo el partido, aunque ya no tenga interés por el resultado. Sé bien que llegará el próximo sábado y volveré a poner el partido.
¿Qué interés tiene el resultado? Miro el partido de futbol porque así me enseñó mi padre, en la infancia. Mientras como, llega la respuesta del coordinador del suplemento: Tu material sale mañana. Respondo: ¿Quién dice que a los niños no se les debe mostrar el nombre de los pobres pueblos de Oaxaca?
(escribo Santos Reyes Yucuná, localidad de la Mixteca, donde los niños comen tierra y cargan el estómago repleto de lombrices). O de una mañana en la biblioteca (libros y silencio como panes puestos en la mesa; en la infancia los libros me producían hambre).
¿Quién dice? ¿Quién dice? ¿Quién dice?, envié el correo.
Martes 1 de diciembre
Mensaje de ella: ¿Hiciste el depósito?
Respuesta mía: Mañana a primera hora hago tu depósito.
Jueves 10 de diciembre
En mi cabeza tengo al perro pequeño que corre y desnuca las ratas. ¿Cuántas horas habrá pasado el autor para describir el hecho? Escribir será utilizar palabras necesarias contra el silencio (el lector se queda con tus palabras, en su cabeza desarrolla el propio hecho nombrado), escribir será facilitar la imagen.
El perro corre, mueve la cola, saca la lengua. No hay enemigo pequeño. Hombres y mujeres tememos a las ratas que corren junto al muro, cola larga, largos bigotes, altas orejas. El rostro pequeño y puntiagudo que nos vigila, sus ojos que no pierden detalle de nuestros movimientos; las patitas que no dejan de correr. En la imagen de la rata que huye está la sonrosada piel de un recién nacido. ¿Qué clase de escritor fija esta imagen?
Sábado 12 de diciembre
En la casa vecina un hombre bajó mandarinas del árbol. Trepado al muro agitó las ramas verdes del mandarino, yo miré la acción desde mi ventana (el que escribe trabaja con la imagen). Tocó a la puerta, me asomé con chanclas y calcetines, abrigo. Me extendió una palangana de jugosas mandarinas como quien ofrece al desconocido un libro de poemas. Al ver las mandarinas se me hizo agua la boca, comí tres en el desayuno.
En la madrugada mientras leía tuve hambre, recordé la palangana con mandarinas sobre la mesa.
Saturé la habitación con el olor de las mandarinas (el olor de las mandarinas fija el pasado dicho so con los padres, lejos de la enfermedad). En Oaxaca, en diciembre, se registran madrugadas frías, debo abrigarme para no pescar un resfriado. Y comer cítricos, mantener a raya a la enfermedad. Lo destacado de la enfermedad viral es que se puede prevenir (hay un espacio vacío entre la salud y la enfermedad, el espacio de tu conciencia).
Ella no se volvió a comunicar, el tiempo es duro, frío y repleto de soledad, en la cabeza la imagen de ratas veloces que corren junto al muro y me miran desde un rostro diminuto.
Domingo 24 de diciembre
Ella me dejó porque se cansó de esperar que mi suerte cambiara (iré a ver si ya puso la marrana). Cuando nos conocimos yo le advertí: “viviremos de la imaginación”. En los primeros meses nos fue bien, nadie se fastidia del juguete nuevo. Pasado un tiempo yo empecé a ver las cosas repetidas: las mismas mañanas, las mismas cortinas, el mismo sol y el mismo lado de la cama.
Por variar, me quedé sentado mirando la esquina del techo, así pasaron las horas, las semanas. Uno por variar puede hacer muchas cosas; no hacer nada, por ejemplo. No sé qué habrá pensado ella al verme sentado todo el día. Las mujeres cargan mundos posibles en su cabeza, hay cierta filosofía de la vida que aplican a las cosas cotidianas, adversas.
Cuando nos invitaban a cenar los amigos, pasada la medianoche, ella decía para justificar la retirada: “Mañana hay que madrugar”. Y así abandonábamos la reunión; me gustaba caminar con ella de regreso a casa, sentir su mano en mi mano, la luna y la noche grande sobre la espalda.
Domingo 27 de diciembre
Si esta tierra es de santos esta tierra es de calendas y cohetes. A un vivo se le ocurrió alquilar la calenda; otro vivo la compró para celebrar su boda.
Así la gente tiene trabajo y otra gente regresará a la ciudad con algo que mostrar a sus amistades. Lo que importa del regreso es cargar con imágenes que certifiquen como verdadero el viaje.
Tal vez la historia de saqueo y pillaje sobre la conquista de México tuvieron ese origen, “cierta percepción de la verdad”; más allá de la ambición de los conquistadores por el oro, quisieron llevar de regreso a su tierra una historia de verdadera de su aventura. No hay verdad más grande que el oro, lo piden los mismos dioses; más de uno rehuyó nombramientos, cargos, títulos en la nueva tierra, solicitaron al conquistador les dejara aventurarse en las provincias excavando de sol a sol sitios de las antiguas deidades, desenterrar aretes y máscaras, tesoros para volver a España y mostrar a los ojos de vecinos y familiares su aventura verdadera, una narración irrefutable.
Jueves 31de diciembre
A la seis de la tarde cuando salgo al patio a poner el alimento de la perra, escucho los cohetes. Un estallido seco, apagado. Pareciera que el barrio está en el fondo de una olla y que el espacio arriba es una comba que prolonga los estallidos entre las calles desiertas; en la madrugada, pueden ser las tres, hora del Tentador, escucho los cohetes al amanecer del día de la celebración del Santo Grande. ¿Qué nos dicen los cohetes en la hora mala? Nos cuentan la costra de la envidia, el estallido funciona como un asunto de difusión social, nos dice de la alegría lejana.
Hay competencia entre los celebrantes para saber quién es el santo mejor. Escucho los cohetes y mis manos buscan algo en que entretenerse, el estallido me recuerda el sepelio de mi padre.
Para no enloquecer en la tierra de fiestas, mi madre puso un día en la mesa de la casa una máquina de escribir mecánica, portátil. El ruido próximo apaga el ruido lejano (los espacios funcionan como una olla donde hierven temperaturas y sonidos). Suenan los cohetes y escribo.
Tengo una forma singular de acercarme a las letras: el miedo. Otras personas sentirán la necesidad de escribir en el aire de una habitación oscura o en la terminal de los aviones, los trenes. O en la forma de la lluvia, la mujer, guiados entre olores; en la cama, con el humo azul del cigarro. Conocí a una mujer que escribía mientras sonaban las canciones de amor imposible y despedida, angustias. Yo escribo con los cohetes.
Viernes 1 de enero
Practico el periodismo para olvidarme de la tristeza de los días (hay cierta forma especial para conjuntar el tiempo en la cabeza del diarista, hoy es mañana, mañana es ayer: el tiempo del hombre lo conduce su actividad laboral). Uno siempre confía en que los sucesos terminarán por enterrar la tristeza. Salir a buscar las noticias significa, para mí, confiar en que el nuevo día traerá la dicha.
Decepcionado, a lo largo de los años descubrí que mis pensamientos giran en círculo, que las novedades no limpian el pasado, que la ciudad despierta cada día sobre el mismo piso donde enterramos a nuestros padres.
Miércoles 6 de enero
Escucho las noticias por la radio, alguien dice: Será mejor que existan lectores de vanguardia que autores de vanguardia. En la tarde salí a caminar, me agrada avanzar entre la alegría ajena. Entré al baño del café, al bajar los escalones me recibió un anuncio: Favor de cerrar la puerta.
Domingo 10 de enero
Escucho las noticias del mundo de la cultura, todos señalan la muerte del libro. Contra la corriente que se maneja aparecen los datos: el libro literario se consume más, el Best Seller se consume menos (hay lectores de asuntos literarios, sólo debemos encontrarlos); los libros de autoayuda tienen los días contados.
Miércoles 13 de enero
Ella no regresó a casa. Ante lo comprometido del lenguaje de las horas será necesario mandar a ver si ya puso la marrana mientras el mundo se derrumba, asomarse al chiquero y contemplar bajo la pestilencia y la mierda a la madre ilusionada que alimenta sus crías mientras todo termina.
Martes 16. En la radio dan la noticia de la muerte de José Agustín.