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Ha quedado claro como nunca que los partidos políticos comparsa han encontrado más lucrativo aliarse como segundones con los partidos grandes que crear sus propias propuestas y plataformas. Cómo escorts al servicio del poder y dispuestos a doblegarse al mejor postor, los partidos como Movimiento Ciudadano y el Partido Verde Ecologista de México han sabido ser los patiños de la política y la administración pública. Se conforman con las migajas que caen de la mesa del patrón. Pero se hacen notar como si fueran valiosas fuerzas que valiera la pena añadir a tus plataformas electorales.
El subproducto de estas alianzas, otrora inconcebibles, es una miriada de diputados locales y federales que continúan el espíritu mercenario de sus partidos de origen y que llegan a sus curules vía la plurinominalidad. Así, vistiendo colores diversos, se vuelven cómplices silenciosos sin propuesta y sin un apoyo popular real.
Ahora viene una vertiente nueva donde el candidato de Movimiento Ciudadano que, hace 6 años, estuviera aliado con el PAN, hoy se vuelve el sicario electoral de la 4T, dispuesto a arrancarle un buen cacho de votos a la alianza del frente en perjuicio de su candidata, Xóchitl Gálvez.
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