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OAXACA, Oax., 20 de junio de 2019.- La lluvia marcó mi vida, la gente dice que soy nagual de rayo.
Nací en petate, como casi todos los niños de mi pueblo, en petate y en maíz nací.
Dice mi mamá que goteaba mucho en la pieza donde me alumbró, así es que a la hora del parto como estaba lloviendo mucho pusieron el petate para que mi madre me pariera sobre el montón de maíz de semilla. En ese rincón no goteaba.
En la pieza grande se guardaba la mazorca y el maíz, ahí también nos dormíamos y estaban la mesa de los santos y el baúl.
Nací en agosto: el día que nací cayó una lluvia muy dura, justo a la hora del parto, un rayo cimbró el momento. El rayo quemó la vieja palma que estaba en el patio de las vacas.
La madrina Chucha, que atendió a mi madre en todos sus partos, dijo: Ave María purísima esta criatura es nagual de rayo.
Cuando llovía mi calle se volvía un arroyo y yo me divertía mucho chapoteando en el agua, me gustaban mucho los días lluviosos, en esos días lluviosos mi mamá nos daba café con pan amarillo y queso en el almuerzo, la comida y la cena, por eso también me gustaban mucho.
Me cuenta el maestro albañil que, antes, cuando la lluvia no paraba durante muchos días en mi pueblo, llevaban al patrón al campo para que hiciera el milagro de que escampara. Lo raro de la procesión es que al patrón Santiago le cantaban en una lengua que nadie habla en el pueblo, no era latín, dicen que se llama chichimeco y nomas repetían los cantos como pericos, sin saber lo que cantaban.
En las casas la gente quemaba copal, palma bendita y rezaba todas las noches en las esquinas el Santísimo rosario.
Así calmábamos el enojo del Señor Santiaguito que cuando se encabrona se encabrona.
Dicen que cuando el Patrón está encabronado truena por dentro como si algo tuviera que en la barriga le estuviera brincando.
Dice el maistro que una ocasión llovió durante 23 noches y días. Entre la lluvia, del cielo cayeron unos animales del tamaño de un puño, brillaban como si tuvieran luciérnagas en las patas; pero lo que tenían eran cocolluches brillantes, las polillas se alborotaban y silbaban en la noche, las hormigas de manteca invadieron las casas del pueblo.
En el día 13 de lluvia el cura del pueblo se ahorcó y se le arrancó la cabeza, los sacristanes encontraron la cabeza colgando de la soga y el cuerpo ya se lo estaban comiendo los perros, pinches perros le ganaron arrancar las manos. Los sacristanes lloraron mucho, se pusieron muy tristes.
Cuando encueraron al cura pa juntarlo con la cabeza y meterlo con ropa bonita al cajón, descubrieron que en el cuerpo tenía tatuados los nombres de los treinta sacristanes que lo habían atendido durante el tiempo que fue cura; los sacristanes duraban tres años en el cargo entraban al servicio de 15 y salían de 18 años…
Desde entonces se aparece en la oscuridad del atrio el cura sin cabeza, se aparece encuerado y jadeando.
Costó trabajo enterrar al cura entre la tempestad. Fue muy poquita gente al entierro y su cadáver pesaba como si fuera de plomo la gente decía que era porque tenía muchos pecados.
No lo pudieron cargar en hombros y tuvieron que arrastrar la caja del difunto con dos burros al panteón, luego pa acabarla lo enterraron de cabeza.
Estaba tan fuerte el aguacero que dos sacristanes se cayeron al hoyo sobre el cajón. Los tuvieron que sacar con riata.
Todo eso pasó en mi pueblo…
Ahora soy un hombre viejo y tú no paras de llover.
Es junio y no para la lluvia. Ahora no quiero detenerla.
Quiero quemar copal y palma bendita para que vengas.
Quiero pedirle a Santiaguito que alumbres el cielo de azul y llegues entre los relámpagos.
Quiero que me muerdan las serpiente que te cuelgan de la falda y su veneno me haga desvariar.
Quiero volver a ser hombre-perro, guerrero chichimeca y comerme tu cuerpo, tu corazón, como me pasa cuando como los nanacates pintos.
Quiero que me arrastre la venida del arroyo con toda su fuerza y me lleve contigo.
¿De qué me sirve ser rayo sí tú no llueves?