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CIUDAD DE MÉXICO, 17 de enero de 2020.- Hoy es el orgullo de Cisco y del CUCosta Inversión, OCCA, Maíz, China, Gendarmería.
El Rastrojo Copala es una comunidad del municipio oaxaqueño de Santiago Juxtlahuaca.
Ahí ninguna de las 91 viviendas cuenta con computadora y cero de sus 646 habitantes tiene acceso a los servicios de instituciones de salud.
La marginación de esa pequeña comunidad, a la que solo se puede llegar caminado en una terracería, se demuestra con los siguientes datos: un total de 41 jóvenes de la generación de entre 15 y 24 años de edad han asistido a la escuela. La mediana escolaridad entre la población es de únicamente cuatro años.
De El Rastrojo salió hace algunos años la niña Sara Yessica Martínez Flores para irse a estudiar al Centro Universitario de la Costa (CUCosta) en Puerto Vallarta, Jalisco.
Ella apenas hablaba español y había estudiado la primaria y la secundaria en su lengua materna, el triqui. No hablaba completamente el español cuando llegó a vivir con dos de sus hermanas en Puerto Vallarta.
Huyó de la marginación de uno de los poblados más marginados de una de las culturas más marginadas de Oaxaca, una etnia que se ha enfrentado a la pobreza, a los asesinatos y a la expulsión permanente (por motivos económicos, sociales y políticos) de sus habitantes hacia la capital de Oaxaca y la Ciudad de México.
Para la preparatoria y los estudios profesionales obtuvo becas del propio centro universitario que la acogió. Ahí dominó el español. Poco después ingresó a la Cisco Networking Academy, una institución que está cumpliendo 20 años con 88 mil estudiantes inscritos en 491 academias en toda la República. En dos décadas tiene ya más de medio millón de egresados.
Hoy, Sara Yessica es el ejemplo de esta academia de Cisco para motivar a los jóvenes a vencer las dificultades y especializarse en alguna de las profesiones cibernéticas del futuro.
La niña triqui, hoy de 24 años (aunque parece de 16) recuerda: “para ir a la escuela desde El Rastrojo tenía que ir caminando cuatro o cinco kilómetros, todos los días. No había camiones, ni vehículos que pudieran llevarnos hasta Santiago Juxtlahuaca”.
Es la penúltima de 10 hermanos y es una de las primeras mujeres mexicanas que se ha especializado en telemática, la disciplina científica y tecnológica que analiza e implementa servicios y aplicaciones de los sistemas informáticos y de telecomunicaciones, como resultado de la unión de ambas disciplinas.
Lamentablemente, en El Rastrojo ni siquiera hay teléfono. Por eso dice que para que su comunidad pueda vencer la marginación en la que vive, lo primero que debe haber es internet y teléfono para que la gente se comunique con el exterior. “Hay que ir hasta Putla o a Juxtlahuaca, para usar el teléfono o la internet”.
Las estadísticas de marginación son avasalladoras: de las 91 viviendas, 57 tienen piso de tierra y 32 tienen una sola habitación. Solo hay una lavadora en toda la comunidad, pero eso sí, hay 35 televisiones. De la población mayor de 15 años, 140 no tienen ninguna escolaridad, 127 tienen una escolaridad incompleta. 33 tienen una escolaridad básica y 36 cuentan con una educación post-básica.
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