Dos meses de huelga, miles de asuntos pendientes
CIUDAD DE MÉXICO, 4 de junio de 2020.- La nueva campaña electoral de López Obrador se llama “la nueva normalidad”.
Es una campaña que va dirigida a ganar las elecciones federales de julio del 2021, para renovar la Cámara de Diputados, del Congreso de la Unión.
Es un proceso electoral en el que Morena y su dueño, el presidente Obrador, buscan mantener el control mayoritario en la Cámara de Diputados, que es uno de los contrapesos fundamentales en la División de Poderes.
Por eso, es una campaña electoral que va dirigida a convencer a los ingenuos mexicanos –los que aún quedan–, de que la pobreza franciscana –y todo lo que eso signifique–, es la mayor virtud social, incluso por encima de los “mandamientos de la Ley de Dios”, que impone la religión a los católicos.
Por eso, en esa “nueva normalidad”, el presidente mexicano pide “a su pueblo”, a sus feligreses, un esfuerzo extraordinario de humildad y flagelación propio de los mártires bíblicos; les pide vestir harapos y sólo comer frijol y arroz. Y nada más.
Y, claro, se trata del mismo presidente que, con dinero público de los contribuyentes, viste ropa de costosas marcas.
El mismo presidente que calza zapatos de 20 mil pesos y que no tiene un solo par, sino una docena de ellos.
Es el mismo presidente que vive en un Palacio con 160 empleados para atender lo que guste y mande “el señor”, y el mismo que viaja en una comitiva de 15 camionetas blindadas y custodiado por miles de marinos y militares.
El mismo presidente que dijo que “primero los pobres” y que, en efecto, mandó a la pobreza extrema a diez millones de mexicanos que habían logrado salir de esa penosa condición de desesperanza.
El mismo presidente que dijo que crearía miles de empleos y que en su gobierno la economía crecería al 6 por ciento del PIB y que, a 18 meses de asumir el poder, sólo logró crear 15 millones… de desempleados y llevó a la economía mexicana a una recesión de menos 6 por ciento del PIB.
El mismo presidente que a lo largo del día olvida la frugalidad que recomienda para sus súbditos y todos los días se dispensa formidables “atracones” de comida, propios de “un pelón de hospicio” que lo llevan al agobio cotidiano a causa del voluminoso abdomen que carga y que, claro, no se cultiva con una dieta de frijoles y arroz.
Presidente que disfruta los excesos en el comer y el vestir de su familia
El mismo presidente cuyos secretarios de Estado y líderes de Morena; cuyos hijos y cuya esposa nunca han sido invitados a la austeridad franciscana que pregona el rey en campaña y menos a la dieta “draconiana” que el bondadoso de Palacio recomienda para “los bueyes del compare”.
Y es que tanto secretarios de Estado, como líderes partidistas de Morena, los hijos del presidente y todos sus colaborares y legisladores no conocen el guion “engañabobos” del montaje presidencial.
Sí, mientras que López recomienda andrajos y una dieta de hambre, el presidente mismo, sus colaboradores, sus hijos degustan manjares propios de potentados y visten costosas prendas de diseñador; viven cual tocados de la mano divina y están muy lejos de la realidad que les recomiendan a los pobres, a los desempleados, a los precaristas.
Lo simpático de la nueva campaña presidencial de AMLO, la campaña de “la nueva realidad”, basada en la pobreza y la austeridad, es que se trata de una campaña que promete y pregona justo todo lo contrario a lo que prometió y pregonó antes de llegar al poder presidencial.
López prometió empleo como nunca, crecimiento económico como nunca, seguridad pública como nunca, bienestar como nunca, salud como las mejor del mundo y, sobre todo, prometió que acabaría con los pobres.
La realidad, sin embargo, le dio la espalda a López Obrador y frente al fracaso de su gobierno, hoy promete esperanza a partir de la humildad, la medianía y hasta la dieta extrema…
En pocas palabras, en su nueva campaña, López promete redimir a los pobres a partir de lo extremo de su pobreza. Entre más pobre sea un mexicano, más amado será por el rey de Palacio.
Así, “la nueva normalidad” se medirá a partir de la pobreza extrema y el mayor sufrimiento. Y la gloria estará más cerca de los pobres y los desposeídos; de los que nada tienen y nada tendrán, salvo su confianza en el nuevo rey de los mexicanos, motejado como AMLO.
¿Habrá algún idiota que se crea ese cuento”
Seguramente algunos dejarán todo para alcanzar la condición de pobres extremos, para ganar el cielo de López.
Otros tantos, sin embargo, cobrarán caro el engaño y las mentiras del peor presidente del mundo.
Al tiempo.