El episcopado ante el segundo piso de la 4T
Para que te sirvan el tradicional lechero se hace sonar con la cuchara el vaso de vidrio y los meseros saben que en tu mesa hay que servir la deliciosa mezcla de café con leche.
En el Gran Café de la Parroquia, fundado en el siglo 19, esa tradición de pedir que te sirvan el lechero con esos golpes de cuchara al vaso, cuenta la historia que tiene su origen durante la época de su creación, cuando las rutas del tranvía pasaban por las principales calles de Veracruz, razón por la cual los conductores, hacían sonar su campana con el fin de que el establecimiento tuviera lista su orden.
Es por eso que el tradicional lechero, se sirve en las mesas del café después de tocar la campana. Si vas al Gran Café de la Parroquia, puedes ver a los meseros que van de un lado a otro sirviendo leche caliente en vasos que ya tienen un concentrado de café.
La forma en que sirven la leche, hace que se forme una espuma en la superficie. Este ritual es obligado en las paradas a este tradicional café.
Se dice que en promedio diariamente unos cuatro mil clientes visitan el café, y no hay veracruzano que no recomiende ir para probar sus recetas tradicionales a los visitantes.
Los porteños, incluso, no se toman a la ligera cuando un turista les gana su mesa. Hay familias que desde hace cuatro generaciones llegan cada noche a la hora de la cena o a jugar dominó en las mañanas, y desde entonces han tenido a su mesa y a su mesero bien identificados.
La fama y prestigio de La Parroquia es tanta que se han acuñado diversos dichos, entre ellos algunos de contenido político como el que reza qué, “el presidente que no va a la Parroquia, no gana” o aquel que dice que “quién no va a la Parroquia no fue a Veracruz”.
Tal vez el primer dicho es el que provocó que la candidata de Morena a gobernar el estado de Veracruz decidiera anunciar en el Gran Café La Parroquia el inicio de su campaña.
Cábala que arrojó un grave error a la candidata pues, en medio de abucheos y otras consignas fue recibida por parte de los comensales que en ese momento se encontraban en el restaurante.
El bochornoso hecho, demuestra y deja ver de manera muy nítida, que los mexicanos ya reaccionaron ante esa pésima actitud de infundir odio, decir que hay buenos y malos mexicanos.
Contra esos agravios ofensivos y con sorna, acompañados de gestos de chanza y hasta de desprecio los mexicanos se cansaron. No es benéfico para el país, mas al contrario no se trata de hacer apología de lo ocurrido.
En este sentido, es necesario que el proceso electoral se cuide, la manera de ejercer el derecho al voto libre es mejor que hacer eco de la violencia sembrada desde palacio nacional.
El encabronamiento social hay que orientarlo a las urnas. No caigamos en la sucia estrategia de darle la razón al violento que agrede para convertirse en víctima.
Las urnas y el derecho al voto sin coacción, exige y es imprescindible que el Instituto Nacional Electoral
determine que, está estrictamente prohibido introducir teléfonos inteligentes o cámaras fotográficas a las mamparas.
Que obligue a partidos y candidatos a ceñirse a la legalidad del proceso. Que los funcionarios públicos dejen de utilizar recursos públicos para hacer proselitismo en favor de sus partidos y miren ustedes que a voces fuertes se está dejando sonar que, en el Municipio de Oaxaca de Juarez, ya llevan algunas quincenas con donaciones y retenciones de algunos días de salario de los que nadie se puede quejar so pena de ser despedido.