La Constitución de 1854 y la crisis de México
Oaxaqueñología | Raúl Ávila Ortiz | Hacia el 1-D
OAXACA, Oax.,19 de agosto de 2018.- Si la pista de la transición en curso anuncia cambios y prepara decisiones relevantes en los poderes políticos mexicanos –Ejecutivo y Legislativo– y los órganos de garantía –órganos constitucionales autónomos y Poder Judicial–, la de los partidos políticos registra movimientos y desafíos cruciales
En efecto, si en una sociedad democrática pluralista las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación son actores decisivos, los partidos continúan operando en el centro de política.
Los partidos son organizaciones de ciudadanos cuyo papel esencial radica en identificar intereses sociales, organizar a sus demandantes y canalizar sus exigencias hacia la representación política a través de candidatos.
Estos, si ganan, deberán utilizar los instrumentos de gobierno para traducir aquellas demandas en políticas, leyes y acciones. Si pierden, pasan a la oposición, ya colaborativa, ya radical para cooperar en lo coincidente u objetar y bloquear en lo innegociable.
En la sociedad democrática, los ciclos electorales y de gobierno se suceden periódicamente a efecto de someter a la consideración del electorado la posibilidad de refrendar la confianza a los gobernantes u optar por otras ofertas.
Esto último recién ha ocurrido en México puesto que el electorado prefirió una opción distinta que intente resolver sus principales problemas, incluso con nuevos métodos, pero dentro del estado democrático de Derecho y no en su contra.
Por tal razón, los partidos ganadores y sus aliados, en particular Morena, se enfrentan al reto de integrar gobierno, definir agenda y métodos para cumplir con su oferta electoral.
Vía su candidato ganador, hoy Presidente Electo, y sus principales colaboradores, comienzan a dar pasos en este sentido, tanto en el tema de la austeridad como en el de la transformación, no menos que en el autocontrol que impida el avasallamiento autoritario de las instituciones y espacios políticos.
Por ello, es importante observar y analizar las decisiones del Congreso Nacional Extraordinario de Morena este domingo, así como la sustitución del Secretario General del PRI y la emisión de su convocatoria para que su Consejo Político Nacional defina quienes dirigirán el partido hasta agosto de 2019, o bien, que y como resolverá el PAN la renovación de su dirigencia en los próximos meses.
El reto de gobierno para Morena-AMLO y aliados es enorme en un contexto tan complejo que incluye legados políticos y de política pública con los que tendrá que lidiar. Más aún si se plantea abarcar tanto que termine apretando poco, aunque el líder lo sepa y lo diga.
En su favor está el bono democrático del que podrá disfrutar hasta que pueda ejercer y rendir cuentas del gobierno constitucional, pero que puede desgastar antes si prevalecen –aun bienintencionadas– ocurrencias, improvisación, dudas y errores.
En su contra debe anotarse la inexperiencia relativa de sus cuadros de gobierno y administración, el tiempo y los recursos siempre escasos.
En particular, una sociedad y electorado cuyos humores –según se ha visto aquí y en otros países– pueden cambiar en la coyuntura aún si se les explica por qué no se puede sostener la promesa de campaña. En su contra, y en parte en su favor, que el PRI y el PAN comenzarán a rehacerse después de la reciente derrota.
La experiencia comparada, con sus consabidas limitaciones, ayuda a espejear el pasado, reconocerse en el presente y otear el futuro.
Morena deberá desenterrar el espejo de los partidos y gobiernos populares y populistas de izquierda centroamericanos y sudamericanos, y manejar con inteligencia sus vertientes neo-comunitarista, popular y también pro-liberal.
El PAN, examinar la trayectoria de los partidos demócrata cristianos de la región.
El PRI, además del archivo de los grandes partidos de masas latinoamericanos del siglo 20, podría re-hojear la historia del Partido del Congreso en la India y las renovaciones de su socioliberalismo.
Confirmarán que la historia de las transiciones, alternancias y grandes transformaciones es simple: adaptarse y reinventarse o vegetar y fenecer.