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CIUDAD DE MÉXICO, 4 de julio de 2019.- Del refranero popular: “El que miente siempre, siempre se engaña”
Y vale recuperar del olvido la voz popular citada porque, sin duda, López Obrador la ignora.
Y viene a cuento porque el presidente mexicano construye su gobierno sobre una peligrosa montaña de mentiras, engaños y falsedades; castillo de naipes que, mas temprano que tarde, se desmoronará no sólo sobre la cabeza presidencial, sino sobre la de todos los mexicanos.
Y es que a cada mentira presidencial le sigue otra aún más descabellada y luego otra… al extremo de que pronto nadie creerá nada de lo dicho por el presidente, con la consecuente pérdida de confianza y credibilidad; valores fundamentales en democracia.
Y, precisamente la confianza y la credibilidad en el presidente es lo que perdieron los efectivos de uno de los grupos de élite más importantes del Estado mexicano; la Policía Federal.
Como saben, ayer se vivió una rebelión de policías federales luego de la insensibilidad y la ignorancia del nuevo gobierno en materia de seguridad.
La protesta se produjo luego de una cadena de eventos represivos que, en suma, significan la extinción de la Policía Federal.
Es decir, se les redujo el salario a los policías, se les retiraron bonos y beneficios y, al final, se les obligó a mudarse a la Guardia Nacional, con un menor salario y condiciones laborales precarias.
Y, frente a lo que parece la mayor crisis de confianza de su joven gobierno, el presidente Obrador recurrió a la más reciente de las mentiras –formulada apenas hace pocas horas–, cuando justificó al maltrato al que han sido sometidos los efectivos de la Policía Federal, para exaltar el juguete presidencial, “la medallita de moda” llamada Guardia Nacional.
Resulta que el presidente dijo, palabras más, palabras menos que a los Policías Federales –esos a los que todos los días se les pide dar la vida por el Estado mexicano–, se les bajó el salario, se les redujo el presupuesto y se les hizo a un lado, “porque se habían echado a perder”.
Es decir, el presidente recurrió a la justificación favorita; la corrupción, para satanizar a un cuerpo de élite que, sin más, es desechado, de manera arrogante e ilegal, con los riesgos que ello significa.
Peor aún, el presidente nunca presentó las pruebas de que se echaron a perder los integrantes de la Policía Federal, lo que se convierte en una calumnia de Estado.
En efecto, está claro que en ese cuerpo policiaco existe corrupción, como también la hay en toda la administración pública y hasta en la propia familia presidencial –y si no, que nos diga el presidente de qué viven sus hijos–, pero el problema se resuelve exhibiendo la corrupción, despidiendo a las manzanas podridas y rescatando todo lo bueno de las instituciones.
¿Cuántos policías federales son mujeres y hombres ejemplares; madres y padres de familia responsables, que dan la vida por su trabajo y por los ciudadanos? Es falso que todo el cuerpo policiaco esté podrido, como supone el presidente.
Pero también es falso que –como también lo dijo Obrador–, los policías federales estén protestando porque intentan mantener sus privilegios dentro de las esferas de una corporación corrupta.
¿Por qué son falsas las premisas del presidente Obrador?
Las razones son elementales. Porque si la Policía Federal se echó a perder y si es una institución corrupta, es una soberana estupidez que el gobierno de Obrador pretenda nutrir a La Guardia Nacional con manzanas podridas.
Y es que la principal queja de los uniformados es que lo que intenta el gobierno es, literalmente, una leva; el traslado obligado a la Guardia Nacional, con ingresos y prestaciones laborales peores.
Lo cierto es que el tamaño de la rebelión en la Policía Federal, el tamaño de la pérdida de confianza de policías, militares y marinos en el presidente Obrador, es del mismo tamaño del fracaso de las políticas públicas de López Obrador en materia de seguridad.
¿Por qué se jugaría la vida un policía, un marino o un militar, si su jefe supremo, el presidente, los llama corruptos, si les dice que si por él fuera desaparecería a militares y marinos; si les llama instituciones podridas?
Pero hay más. ¿Sabrá el presidente Obrador que algunos ejemplos de la más cuestionable corrupción son la mentira, el engaño y la simulación?
¿Sabrá López Obrador que sus mentiras, su pulsión para el engaño echan a perder a todo su gobierno?
Pero no terminaron ahí los insultos y mensajes ofensivos. Si no fue suficiente burla a la Policía Federal, en medio de la crisis, Obrador se va al campo de pelota. ¡No juega béisbol, juega con fuego!
Al tiempo.