Economía en sentido contrario: Banamex
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de noviembre de 2018.- Los viejos conocedores de la política dicen que una conducta repetida dos o más ocasiones, por un político, marca una tendencia.
Y es el caso de los integrantes del gabinete del electo López Obrador quienes –reiteradamente–, invocaron la ignorancia como la mayor virtud del gobierno por venir.
Si hacemos memoria, la premisa de la ignorancia fue el estandarte para tirar el NAIM.
Y es que desde Obrador, pasando por Jiménez Espriú y el empresario Riobóo, todos parecían empeñados en exhibir su absoluta ignorancia del tema aeroportuario. Al final, de poco sirvió la ignorancia o la sabiduría sobre el asunto. ¿Por qué? Porque “el pueblo bueno”, igual de ignorante, decidió tirar el NAIM.
Y si dudan que la ignorancia es una tendencia, hoy la historia se repite con la iniciativa grosera y autoritaria para concentrar los medios del Estado –todos–, en la secretaría de Gobernación. Además de que esos medios –los canales 11 y 22 de televisión y frecuencias de radio como el Imer–, serán dirigidos no por un especialista sino por el propagandista Luis Mandoki, amigo entrañable de AMLO.
Y para abundar en la ignorancia, López Obrador explica –en entrevistas a modo y en medios privados–, que su gobierno concentrará los medios del Estado porque aspira a que en México exista una copia de la BBC de Londres.
Está claro que Obrador ignora que la BBC es una institución autónoma del Estado Británico y que su fortaleza es precisamente su independencia.
Sin embargo, el despropósito y la ignorancia los repite sin freno la futura titular de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien parlotea que el mismo esquema lo tiene la televisión y la radio españolas. Otro engaño.
¿De verdad Obrador y la señora Sánchez Cordero ignoran el papel que para la democracia significan instituciones como la BBC? ¿De verdad ignoran el significado de la obligada autonomía de los medios de comunicación del Estado?
Aquí creemos que no se trata de ignorancia sino de una estratagema engañabobos. Es decir, se trata de engatusar a los conocedores, en tanto los aplaudidores del nuevo gobierno practican los indispensables saltos mortales –propios de todo campeón olímpico–, para justificar la ignorancia y para sembrar en la conciencia colectiva la nueva verdad oficial.
Lo preocupante, sin embargo, es que nadie, ninguno de los sesudos entrevistadores de medios a modo –y no se digas Carmen Aristegui–, son capaces de contener el mentiroso parloteo, el despropósito y menos son capaces de explicar que se trata de una mentira.
De esa manera, como bola de nieve, la mentira crece en digitales y redes hasta que llega “la consulta ciudadana” en donde los seguidores del nuevo gobierno tienen claro que la mentira de Obrador es la nueva verdad oficial y que los mentirosos son quienes pretenden aclarar la mentira.
Así pasó con el NAIM, con el inexistente Lago de Texcoco y con Santa Lucía. Y así pasará con el Tren Maya y la decena de consultas previstas para el domingo venidero; mentiras convertidas en la verdad oficial.
Al tiempo.