Llora, el país amado…
CIUDAD DE MÉXICO, 29 de enero de 2020.- Dice Vicente Zambada, hijo del narcotraficante más inteligente del mundo, Ismael “El Mayo”, que para bajar droga en Quintana Roo tenían compradas a todas las autoridades, federales y estatales. Lo que siempre se ha sabido, que la droga llegaba en lanchas que descargaban la droga cerca de la playa, de Tulum, de Ixcalak.
Lo que provocaba un fenómeno de “pizca” de ladrillos de cocaína por pescadores, gente humilde que de pronto compraba lujosas camionetas. Cuando el negocio de la droga no tenía la cuota de muerte actual.
Hoy la droga se baja en Chetumal, y en las poblaciones aledañas de Belice, en avionetas. Por tierra, por caminos vecinales, se lleva a una población beliceña donde viven menonitas y se cruza, otra vez, a México para adentrarse hacía la zona de Calakmul, Campeche. Todo esto en la búsqueda de carreteras que no estén vigiladas. Vuelve a México a través de Belice.
El comandante de la 34 Zona Militar, general José Luis Vázquez Araiza, la madrugada del lunes 27 recibió el aviso del aterrizaje, en un camino “saca cosechas” cercano a la carretera que va a Mérida, en el municipio de Bacalar. No era la primera vez que aterrizaba droga en esa zona.
El general iba, como suelen acostumbrar los jefes militares, al frente de su gente, en el primer vehículo. Al llegar a donde, todavía, estaban descargando droga, fueron recibidos a balazos. El soldado conductor murió, el general está herido, igual que dos oficiales.
Se decomisaron, aproximadamente 600 kilos de cocaína.
Es un caso singular que denota una nueva voluntad militar. Porque tuvimos un tiempo, y en Chetumal estuvieron en esa misma zona militar dos generales que después fueron titulares de la Secretaría de la Defensa Nacional, en que este tema de avionetas y droga no les interesaba. Por no decir, como el hijo del Mayo Zambada, que estaban “puestos”.
¿Hay un cambio? Definitivamente. Hay, también, un mensaje contra la impunidad. El negocio del trasiego de droga deja mucho dinero, según Vicentillo, más de cien millones de dólares al mes, dinero que no están recibiendo los militares. Se rompe un círculo de protección.
¿Es suficiente? Obvio, porque es el inicio de que cada cual esté en su lugar: los malos de un lado, los buenos de otro. Es romper la podredumbre que a todos los colocaba juntos.
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