La Constitución de 1854 y la crisis de México
Las cosas pasan, como también los años, la vida, el tiempo que, igual, es inconmensurable. En este final del inolvidable 2023, es una verdad de a kilo que en el México que nos ha tocado vivir seguirán pasando cosas. Algunas, imprevisibles, como en todos los órdenes de nuestra vida social, política, económica, cultural, ambiental, etcétera. Y familiar y profesional, sin duda.
El 2024 no puede ser peor que el imaginado por quienes no creían que a partir del 2018 las cosas mejorarían deseando, desde su particular mezquindad, que le fuera mal al gobierno y a la gente que había escogido la transformación. Y no ha sido así, por fortuna, si nos atenemos a los cambios que estamos experimentando.
En el caso de Oaxaca, la administración estatal se cuelga de los éxitos y hasta del discurso del presidente López Obrador, con algunas propuestas de realizar obras modestas, por los limitados presupuestos que maneja. No obstante, somos la entidad que más ha crecido económicamente, gracias a la 4T.
Hay temas como la basura, que seguirán latentes como la sequía que está dejando al campo sin producir, así como a colonias y pueblos enteros sin el suministro de agua. La criminalidad no cesa, poniendo a prueba los esquemas de seguridad, pero no estamos entre las entidades más violentas. Quedan pendientes de aclarar y castigar los feminicidios.
No estaremos tan mal si se destierra la corrupción de las filas policiales y, si en lugar de ejercer un gobierno honrado a carta cabal, sin robaderas y sin estar creando empresas o favoreciendo a los amigos, se opta por la pulcritud: la decencia. Pero si se sigue manteniendo a familiares, querencias, amigos y compinches, por el solo hecho de haber “aportado” fuerza de trabajo o recursos a la anterior campaña y si, desde el poder morenista se impone a candidatos (as) impopulares, insulsos, impresentables, el electorado responderá negativamente, aunque exista el plan C para votar parejo, a fin de alcanzar la mayoría calificada en las dos cámaras federales.
Por fortuna tenemos libertad de elección o el voto diferenciado, premiando los mejores perfiles y propuestas, o bien, castigar a las y los ambiciosos vulgares que ya en el poder pretenden formar nuevos cacicazgos y remedos de quienes gobernaron antes. Con que morena se ufane de aliados como Eviel Pérez Magaña, Alejandro Murat y otros especímenes, los cárteles del despojo estarán de plácemes, porque nunca verán al exgobernador tras las rejas o tocado por algún expediente judicial. “El cachorro no se toca”, dirán.
Hacer un recuento de logros y avances, corresponde a los voceros oficiales. El periodismo tiene como deber informar con veracidad y no ocultar hechos relevantes por algún prurito publicitario o ideológico; por el contrario, persistir en la crítica o bien reconocer hechos tangibles, no las promesas.
Ampliar las libertades, buscando la mejoría, en todos los órdenes y no decantarse por el insulto o la descalificación fácil, aunque al presidente y al gobernador se le cuelguen injustos apodos. Hemos aprendido a desconfiar de funcionarios “mecha corta”; aquellos que antes de resolver problemas, se apresuran a responder críticas, queriendo ocultar ineficacias. Los que acusaban a periodistas de recibir “línea” de Polanco, donde se infiere que opera José Murat, muy pronto se tragaron sus palabras; ahora terminaron de aliados incómodos. Les cayó el karma.
Despedimos el 2023, en general contentos, aunque en cuestiones económicas, a nivel de calle, las políticas oficiales no empatan con la realidad. Hay incrementos en productos, inocultables. Se inauguraron mega obras como el Tren Maya, la refinería Dos bocas, los dos aeropuertos y se revivieron los vuelos de Mexicana de Aviación. En Oaxaca, el tren interoceánico es una realidad; quedan pendientes, de febrero hacia adelante, la apertura de la carretera a la costa, mientras la del istmo estaría concluida en junio.
Finalizamos el año con el dolor de ver a miles de personas muriendo en la Franja de Gaza. Ni los periodistas se han librado del genocidio. Las caravanas migrantes no cesan, pero no tenemos derecho a maltratarlos.
Hace tiempo, en un encuentro entre intelectuales de varias disciplinas, buscaron hallar una máxima que nadie pudiera discutir. No encontraron ninguna, y solo aceptaron una verdad universal: las cosas pasan. La conclusión es que por mucho que deseemos la calma, siempre pasan cosas que nos arrancan de nuestra comodidad. Ser conscientes de esta cuestión ayuda a hacer más llevaderos nuestros problemas. Que ustedes tengan salud y bienestar en los doce meses que se avecinan. Gracias por su compañía. ¡Bienvenido 2024!
@ernestoreyes14