El episcopado ante el segundo piso de la 4T
Este domingo 17 de marzo fue elegido para un quinto periodo de gobierno y el tercero de manera consecutiva, el presidente Ruso Vladimir Putin. Con el 87.9% de la votación y una participación del 77% del electorado el presidente ruso es uno de los líderes más votados en la historia del país más grande del mundo.
Con opiniones encontradas sobre la legitimidad del proceso electoral. Los medios internacionales como la BBC o el New York Times han sido duros críticos de la situación actual en aquel país. La oposición política es inexistente y el encarcelamiento de los principales liderazgos es una constante. Los derechos humanos o políticos, al igual que la libertad de expresión o manifestación, no existen.
Los 3 candidatos opositores al actual presidente ruso no obtuvieron por sí mismos más allá del 10% de la votación total. Algunos de ellos, como Nikolái Mijáilovich, integrante de la Duma Estatal, su principal opositor, apenas alcanzó por el 4.1% de los votos totales.
El control absoluto del poder en manos de Vladimir Putin pudiera parecer para muchos un escenario ideal: la oposición reducida al mínimo; crecimiento económico; estabilidad política interna y un periodo de gobierno por iniciar. Sin embargo, la guerra contra Ucrania ha sido un proceso desgastante donde pocos ven un final optimista para Rusia y eso podría impactar en la popularidad del hoy presidente.
En un país de 143 millones de habitantes y la octava economía mundial. Con más de 160 grupos étnicos hablando al menos 100 lenguas diferentes y 70 denominaciones religiosas dentro de 21 repúblicas y 83 provincias. Un reto para cualquier presidente que podría justificar la ausencia de una democracia plena como la que conocemos en occidente.
Inmerso en diversas alianzas comerciales con repúblicas ex sociales y otras de tipo militar, la nación euro asiática, convive con un sin número de expresiones culturales, lingüísticas y étnicas donde lo único que los mantiene unidos: Es la figura presidencial. ¿El precio? Una democracia a modo.
La estabilidad y gobernabilidad que le da Vladimir Putin al tercer país productor más grande de gas y el octavo país con las reservas más importantes de petróleo es más importante, que cualquier otra cosa, al momento de invertir o de depender de ello. Con aliados estratégicos como China, India y Venezuela se ha fortalecido esta dependencia mundial en sus aliados comerciales.
Hoy en día, el inverno europeo fue uno de los más difíciles de la historia del continente, pues los suministros rusos escasearon por el alza en los precios de los combustibles, la guerra en Ucrania y el bloqueo al cuerno africano. Eso hizo aún más fuerte y popular al presidente ruso, quien ve su poderío en la sumisión de Europa hacía sus combustibles, pero además y, sobre todo, en la capacidad de dar gobernabilidad y estabilidad interna a un país inmensamente grande y poderoso frente a los inestables gobiernos parlamentarios europeos.
En el escenario global Estados Unidos y México renuevan presidentes este año. En Europa, el crecimiento económico será cercano a cero, sino es que presentan una recesión en su tasa de crecimiento anual, lo que ha permeado en desanimo y hartazgo. América Latina, tendrá las elecciones con mayor participación en países como Panamá, Uruguay o Venezuela, con crecimiento económico casi nulo. China, aliado estratégico de Rusia, se convierte hoy en la segunda economía mundial y afianza su poderío en el continente asiático.