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CIUDAD DE MÉXICO, 31 de agosto de 2017.- La confianza del presidente Enrique Peña Nieto en un escenario favorable para el PRI en el 2018 depende de que las variables permanezcan constantes. Sin embargo, en el corto plazo existen cuando menos tres liebres que saltarán para afectar las posibilidades priistas en el 2018.
Y las tres liebres saltarinas tienen que ver con el presidente Donald Trump:
1.- El futuro incierto del tratado de comercio libre, con la insistencia de Trump de liquidarlo; la única posibilidad estaría en repetir su negociación como en 1990-1992, pero en condiciones adversas para México porque el presidente Peña Nieto carece de tiempo político.
2.- Las decisiones migratorias de Trump: deportación de mexicanos, intensificación de las razias en EU para atrapar a los millones de mexicanos que viven sin documentos legales o papeles falsos –lo cual es delito– y muro fronterizo. México carece de capacidad para absorber a los 11 millones de ilegales en EU con posibilidad de regresarlos a México.
3.- Más que Trump, el aparato de inteligencia y seguridad nacional ha colocado la mira en el proceso electoral mexicano del 2018, sobre todo por el posicionamiento del grupo del canciller Videgaray con dos prospectos: el economista José Antonio Meade Kuribreña y el asesor Aurelio Nuño Mayer. Los últimos días vio Videgaray enfriarse sus contactos en la Casa Blanca por el marcaje antimexicano sobre el yerno Jared Kushner para que no asuma compromisos ajenos a los lineamientos antimexicanos del presidente Trump. En los hechos, Trump se meterá en el proceso mexicano para condicionar la candidatura priista y bloquear al populista López Obrador.
El presidente Trump va a usar a México en el 2018 como una catapulta para su reelección en el 2020, la cual, por cierto, acaba de ser pronosticada por el documentalista crítico Michael Moore por la pirámide poblacional y el control de delegados, en una entrevista para el sitio Fast Company.
Así, los escenarios peñistas del 2018 son confusos y, sobre todo, carecen de certezas; lo malo, sin embargo, es que el presidente Peña Nieto ahora mismo ya debió haber tomado la decisión sobre su candidato priista, pero con escenarios que podrían cambiarle las variables en el corto plazo. La continuidad del modelo neoliberal que encabeza Meade quedaría sin posibilidades con la cancelación del Tratado y la geopolítica de seguridad nacional; el asesor Nuño depende de la agenda educativa local sin ninguna fuerza personal para entender y encarar el trumpismo agresivo en los próximos doce meses.
De los otros precandidatos, José Narro carece de una estrategia geopolítica y su rectoría en la UNAM le alcanzaría, y sin mucha seguridad, para el gobierno de la Ciudad de México. Sólo Miguel Ángel Osorio Chong ha negociado con parte del equipo de Trump y tiene contactos con la comunidad de los intereses militares, de inteligencia y de seguridad nacional. Autodescartado por razones nacionalistas durante la desaprovechada visita de Trump como candidato republicano en agosto del año pasado, Videgaray parece enfocado a consolidar a sus dos piezas; Meade y Nuño, aunque sería el poder real de la presidencia por la agenda Trump.
Aunque no quiera el presidente Peña Nieto, el factor Trump será el cisne negro en la estrategia sucesoria del presidente Peña Nieto. La agenda racista de Trump –factor exógeno del sistema priista– va a condicionar al tapado priista.
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Política para dummies: La política es la habilidad para decidir sobre los peores escenarios posibles, a fin de que cuando lleguen los positivos las expectativas sean mejores.
Sólo para sus ojos:
• En una serie de conferencias en Culiacán para pasar revisión del estado de la prensa, el ex vocero presidencial David López deslumbró a todos con su conferencia de cómo pasó de vendedor de billetes de lotería a jefe de prensa en Los Pinos. Muy ilustrativa de por qué a Peña le va como le va con la prensa.
• En Morelos el PRD está tejiendo un grave conflicto político: el gobernador saliente Graco Ramírez Garrido Abreu se pelea con todos para dejar a su hijastro como candidato del PRD a la sucesión gubernamental, en medio de un estado que hierve de protestas. Una historia similar ya se escribió: el gobernador tlaxcalteca en 2012 puso a su esposa Maricarmen Ramírez de candidata del PRD y los dos perdieron. El poder no es dinástico. Morelos no es Tabasco y Graco no es Garrido Canabal, aunque haya parentesco. El PRD en Morelos es franquicia.
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