Día 24. Claudia: forjar su hegemonía, no la de AMLO
CIUDAD DE MÉXICO, 22 de febrero de 2018.- Han arreciado en los últimos días sus apariciones, en lugares públicos, los aspirantes presidenciales, Armando Ríos Piter, Margarita Zavala y Jaime Rodríguez, aun cuando todavía no les da luz verde el Instituto Nacional Electoral (INE), a estos tres candidatos independientes que presuntamente entregaron en tiempo y forma, más de un millón de firmas cada uno, suficientes para obtener su registro para la contienda presidencial del 1 de julio.
Los tres se han reunido por parejas, es decir El Jaguar con El Bronco y El Jaguar con Margarita, buscando llegar a lo que parece imposible, un acuerdo para presentar una candidatura única.
No cabe duda que los tres son ilusos redomados, pues, aunque saben que no tienen ninguna posibilidad de competir con posibilidades de triunfo por la silla grande, siguen insistiendo en su intento por aparecer en la boleta.
La verdad es que de los tres no se pueden hacer uno para que entre a la contienda con una mínima posibilidad de ganar, en primera porque los tres tienen su propio ego y se sienten particularmente el mejor, pero aunque lograrán ponerse de acuerdo, ni yendo los tres en uno pueden derrotar a los tres mastodontes que tienen enfrente.
Y es que, mire, hace tiempo el folclórico gobernador de Tlaxcala, Tulio Hernández Gómez, en una entrevista banquetera, expreso una gran verdad: “las elecciones ya no se pueden ganar como antes, con saliva y pulque”.
Claro que no, actualmente para ganar una elección hay que tener mucho dinero para hacer campaña, pagar colaboradores de todo tipo, publicitarse y hasta para la compra de votos, a través de despensas, materiales para construcción y apoyos a los desvalidos.
En esas condiciones, tal vez Margarita Zavala podría echar mano de unos cuantos millones de pesos, igual que podría hacer Jaime Rodríguez, pero nunca se podrán comparar con todo lo que aportan los partidos políticos que apoyan a Andrés Manuel López Obrador, José Antonio Meade y Ricardo Anaya, quienes además cuentan con un sólido capital económico, para financiar muchas cosas.
Es difícil entender las razones por las que entran a la lucha por la silla estos tres independientes, aunque tal vez la única razón válida es que quedará en su curricular el antecedente de que “algún día” fueron candidatos a la presidencia de la República, al fin que para esos menesteres no existe la obligatoriedad de detallar en qué lugar quedaron o cuantos mexicanos votaron por cada uno de ellos.
Y la otra es que tal vez con su participación podrían quedar con chamba por los próximos seis años, si es le caen bien al ganador de la contienda. El tiempo lo dirá.
Por cierto, si algo le faltaba al presidente Enrique Peña Nieto y a su candidato presidencial José Antonio Meade, para completar el cuadro negativo que cargan, ya está aquí con la revelación de que la Secretaría encargada de reducir los índices de pobreza y desigualdad, la Sedesol, es un nido de corrupción.
La responsable de los desvíos fue nada menos que Rosario Robles, la izquierdista que ya había dado muestras de saber tejer redes de corrupción, pero con alguna gracia convenció a Peña Nieto para que la incluyera en su gabinete.
Dirán que el Presidente no puede responder por todos sus colaboradores, pero sí es responsable de lo que hacen con los dineros públicos sus secretarios de gabinete.
Tal vez por eso Meade ya empezó a deslindarse y anuncia que él sí va a combatir a fondo la corrupción y que barrerá las escaleras de arriba para abajo. Y más le vale que le crean los mexicanos que ya están hasta la madre de mantener tantas ratas de dos patas.