
Respuestas
MADRID, 3 de junio de 2017.- “Leer no es sólo un derecho. La lectura es la base para el ejercicio libre de todos los derechos”. Así se expresaba Marianne Ponsford en el encuentro Lectureando que el Ministerio de Cultura de España organizó en la Feria del Libro para contar experiencias lectoras positivas que puedan contribuir al fomento de la lectura.
“Si no tenemos una población lectora es muy difícil tener una sociedad desarrollada democráticamente”, dijo la directora del Consejo del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe. Sin personas capaces de leer y de expresarse por medio de la palabra no se pueden conseguir democracias que exigen participación y diálogo. La vida democrática se nutre también de exigencia, por parte de ciudadanos libres e informados, a los representantes elegidos para actuar por el bien común.
Contó la historia de un maestro que pidió a sus alumnos que llevaran trozos de madera para construir una jaula, y restos y cáscaras de fruta para observar cada día los cambios con la llegada de los pájaros. Cada día tendrían que escribir lo que observaban y, en clase, cada alumno leería en voz alta lo que otro de sus compañeros había escrito. Al cabo de unos días, había textos con una historia que les pertenecía. Como las palabras pertenecen a las personas para comunicarse y para definir los derechos conquistados con luchas sostenidas en el tiempo y coordinadas por personas que pusieron los medios para materializar sus sueños. La comprensión lectora era mayor ahí que en muchas escuelas de Bogotá, donde cuentan con más libros y mayor acceso a la lectura.
Estos apuntes dieron paso a otras experiencias positivas de fomento de la lectura en España, exportables a cualquier lugar del mundo que quiera apostar por la lectura y la escritura como ejercicios de libertad y de acercamiento entre las personas.
Paco Emilio F. Benítez y Álvaro Crespo Quevedo hablaron de lo que supone para los internos de las cárceles la lectura y la escritura. Desde hace casi 30 años, la ONG Solidarios traspasa los muros de los centros penitenciarios con invitados del mundo de la cultura. Escritores, periodistas, actores, pintores, profesores de universidad, científicos y deportistas van acompañados cada sábado de un grupo de voluntarios a las cárceles, donde se encuentran con presos para celebrar un espacio de tertulia y de intercambio.
Este aire refrescado por la cultura rompe con la rigidez de la vida penitenciaria, refuerza la creatividad y la imaginación, sirve de vehículo para mantener lazos y capacidades para relacionarse con los demás, fundamentales para la reinserción social.
Las personas del mundo de la cultura entran en contacto con una realidad que la sociedad estigmatiza con sus prejuicios, alimentados por muchos medios de comunicación. En las cárceles hay asesinos y violadores, pero abundan las personas que cumplen condenas por delitos relacionados con drogas, con robos y otros que tienen que ver con entornos sociales de marginación y falta de oportunidades. Muchas condenas resultan desproporcionadas si se tienen en cuenta las posibilidades reales de implantar alternativas como servicios a la comunidad.
“Todos somos iguales ante la ley”, pero no todos se pueden pagar abogados capaces de dilatar procesos o de conseguir reducciones en las condenas, como lo consiguen muchos “representantes” políticos, banqueros y empresarios implicados en graves casos de corrupción.
Los invitados salen con una nueva mirada sobre esta realidad y con la posibilidad de contar en sus círculos de influencia que quienes están tras las rejas son personas, como lo es quien lee este artículo en estos momentos.
“Paco”, que recibió permiso de salida de la cárcel para poder hablar de su experiencia en la biblioteca del Parque del Retiro en Madrid, habló de la importancia que tiene para él poder construir su propio mundo a partir de la escritura, así como lo que ha supuesto la lectura en los años que lleva tras las rejas.
Estas Aulas de Cultura, junto con otros proyectos presentados en la Feria del Libro, llenan de sentido el fomento de la lectura y la escritura como ejercicio de libertad en un parque, en el salón de su casa, en una cárcel o en un hospital. La lectura nos permite traspasar muros físicos y los de nuestra mente.