Cortinas de humo
La tregua duró poco y pese a promesas tanto oficiales como eclesiales, la ciudad volvió a llenarse de visitantes de la fe y la contaminación subió a niveles peligrosos. En el momento de escribir, el gobierno capitalino informa que la alcaldía Benito Juárez donde estoy, tiene calidad de aire mala, ocho en total tienen la misma condición, dos muy mala, 4 en grado aceptable en niveles cercanos a la mala y dos en receso. Los cohetes para conmemorar el día de la Virgen de Guadalupe, ya se escuchan a la redonda. No hay control de parte de la jefatura de gobierno en la postura de la iglesia católica, en contra de la salud de los capitalinos que a ésta, en nada le importa. Ni siquiera la de los pobres caminantes, muchos de los cuales terminan enfermos y algunos mueren. En los primeros días de su llegada ya se habían levantado más de 30 toneladas de basura dispersa por calles aledañas a la Basílica de Guadalupe; había malos olores de desechos de todo tipo, y hacinamientos. La verdadera avalancha se anunciaba. El gobierno prefiere tolerar a millones, (se anuncian 8 millones según datos publicados por La Jornada el 11 de diciembre) que cuidar la salud precaria de miles de ciudadanos de la CDMX, entre ellos adultos y niños, cuya vulnerabilidad en estos, por neumonía, es grave en menores de cinco años. La contaminación del aire es una de las causas de su vulnerabilidad.
INCUMPLEN PROMESAS DE REDUCCIÓN DE PEREGRINOS, IGLESIA Y GOBIERNO
Debido a la pandemia, hubo una reducción obligada de asistentes en las iglesias. El miedo al contagio, más que las órdenes obligaron a muchos creyentes a permanecer en sus casas. Pero con la licencia del semáforo verde que pese a ellos registra contagios, la apertura se ha vuelto casi total. Invadir una ciudad tan contaminada como la capital, con ocho millones de personas, muchos de los cuales se quedan instalados por días en la alcaldía Guatavo A. Madero, es criminal. Los riesgos son muchos. Mientras los esfuerzos del gobierno federal se concentran en la vacuna de la influenza y el refuerzo contra el Coronavirus, el riego se acentúa por causa de una fe que podría cumplirse en sus propios lugares. Datos del mismo gobierno señalan aumentos en los contaminantes PM 2.5, PM 10 y O3 y todavía falta el otro golpe que recibe la capital con la vorágine de las compras navideñas y la quema de cohetes que tampoco han sido controlados.
YO ACUSO, EN MEDIO DE LA TOLERANCIA A LA IGLESIA CATÓLICA
De muchas maneras la gente se queja de la forma como la ciudad es invadida por peregrinaciones, todo el año. El laicismo es letra muerta para las jerarquías y estas celebraciones decembrinas son la evidencia. Lo que se vive ahora recuerda mucho la etapa anterior a la reforma juarista, cuando la iglesia católica de hecho dominaba parte del estado. Las historias que se cuentan y la guerra civil que se instaló después de las leyes de desamortización y nacionalización, signaron parte de mediados del siglo XIX. Pero ahora se llega al extremo de que un ex cardenal llame a no votar por un partido del que está en contra. Un tema que no se trata es el de los bienes mexicanos que están en manos de esa iglesia. De hecho parte del patrimonio nacional más valioso, construcciones, edificaciones históricas, monumentos y tesoros de púlpitos, mal cuidados por cierto, están en manos de una sola iglesia. Hay en el país centenares de denominaciones registradas en la Secretaría de Gobernación y es a ésta a la que se le entrega el patrimonio nacional. La nombrada Ley Lerdo, del 25 de junio de 1856, fue llamada Ley de Desamortización de Fincas Rústicas y Urbanas de las Corporaciones Civiles y Eclesiásticas. Y en este momento, hasta su recuerdo es letra muerta también.
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