Historia de una hacienda africana
Desesperados migrantes cometen agresiones a guardias de un país, que les da apoyo y vía de paso.
Libros de ayer y hoy
México merece respeto de migrantes. Se les da apoyo
Teresa Gil
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No es la primera vez que hay enfrentamiento entre autoridades mexicanas y la avalancha de migrantes, que sin deberla ni temerla, nos ha caído como país de paso. La propia ONU en apoyo a Estados Unidos en esta situación, no ha hecho nada para moderar las cosas. Se han publicado imágenes en las que los migrantes se van contra los integrantes de la Guardia Nacional y hay medios que de manera permanente denuncian las restricciones que se imponen en la entrada masiva desde el sur de México. Esas restricciones están marcadas en las leyes y son por ello, legítimas. Lo que no es legítimo es que esos migrantes que se dirigen a otro país, exijan más a México cuando su destino es otro. La característica de nuestra obligación está en un término civilista que se eleva a nivel internacional, la servidumbre de paso, que es cumplir con la disposición de dar vía a los que transitan en nuestras tierras, hacia otro país y procurar que sus condiciones naturales sean atendidas. La posición de México como lo hemos recalcado en otras crónicas, es el de ser la principal víctima en este continente, por ser vecino de Estados Unidos (Y no repetiremos la famosa frase), pero las circunstancias rebasan la situación. Ningún país en el mundo tiene este problema.
SE HACEN SORDOS LOS GOBIERNOS EXPULSORES, PESE A LAS ADVERTENCIAS
Varios aspectos están en juego en este problema, que no se han atendido pese a la insistencia de nuestro gobierno. La intervención de Estados Unidos que no se ha ocupado de apoyar a los estados expulsores, para subsanar la situación de países de Centroamérica, el Caribe y algunos de Sudamérica, que están así por su misma penetración cotidiana. Lo otro es la desidia y abuso de los gobiernos expulsores que le mandan a México todos sus problemas y se han negado a plantear soluciones inmediatas. En El Salvador, el presidente Nayib Bukele se da el lujo de aplicar medidas inhumanas a miles de presos, pero no se preocupa por los que está expulsando a nuestro país. En esta situación se incorpora la intervención de coyotes para exacerbar las expulsiones, agarrado de que México tiene espacio para dar cabida a los que alebresta. Llama la atención que esos mismos migrantes tengan dinero que muchos mexicanos pobres jamás tendrían para pagar, debido a su pobreza. Otro problema que se toca poco es la alteración que se produce en los entornos limítrofes con poblaciones mexicanas que legítimamente viven ahí y ven alterado esos entornos por la llegada de extraños. Muchos de ellos que no son blancas palomas, precisamente.
PAÍSES QUE SE COMPROMETIERON ANTE LA ONU, NO HAN CUMPLIDO
En junio de 2018, la ONU formuló con más de un centenar de sus países miembros, un documento que plantea los problemas que tiene la migración en el mundo en donde representa el 3.5, por ciento, con más de 270 millones. Por lo que se ve y las avalanchas que padece México, agresiones de algunos externos incluidas, el compromiso no se ha cumplido.
Es importante que cada país reconozca lo firmado, pero que también se incluya a los migrantes aunque el documento no los menciona. Ellos son las víctimas siempre, sin tomar en cuenta a las muchas poblaciones afectadas, tan pobres algunas de ellas como los migrantes. La gente en México es generosa y está dispuesta a dar apoyo, pero la situación ha rebasado. Los migrantes se avalanchan contra los guardias de seguridad y provocan las situaciones que se ven en imágenes, casi siempre atribuidas a los guardias mexicanos cuando se ve a los mismos migrantes en actitud belicosa. Hay que considerar que entre las familias que huyen de pobreza e inseguridad, hay gente que solo quiere realizar su sueño y en algunos casos trata con delincuentes. Otro aspecto lo ponen los que se nutren de la migración, comerciantes, pensiones, hoteleros y unos que no se mencionan, los refugios religiosos que consideran parte de su labor esas atenciones. El padre Alejandro Solalinde muy enojado se quejó un día por disposiciones oficiales, porque le quitaban la oportunidad de ser generoso. Sus intereses divinos los mezcla con una situación terrenal que afecta en forma desusada a nuestro país y en la que los otros responsables se están haciendo los omisos. Sobre todo Estados Unidos, que utiliza nuestro país para librarse de los migrantes. Y la ONU, callada.