Cortinas de humo
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de octubre de 2019.- El “fiscal carnal” de López Obrador –el señor Alejandro Gertz Manero–, ya advirtió a los mexicanos que el presidente es intocable; que nada tiene que ver con los bochornosos sucesos de Culiacán.
Es decir, que según el Fiscal General, el presidente habría estado ajeno a lo ocurrido en Culiacán, en donde secretarios de Estado, mandos militares, marinos y políticos habrían actuado sin cabeza, sin control y, sobre todo, que se mandan solos, sin órdenes superiores.
Nos confirmó Manero lo que suponían los mexicanos todos, que para eso fue llevado al frente de la Fiscalía General de la República, “para ser la tapadera” de los tropiezos, las torpezas y violaciones constitucionales del presidente mexicano.
Y el señor fiscal hasta se aventó la puntada de prometer que “el caso Culiacán” no será igual que “el caso Ayotzinapa”; como si existiera una línea paralela entre los dos acontecimientos.
Sin embargo, lo que no nos dice el Fiscal General de la República, es la manera en que la Fiscalía a su cargo llevará a cabo las indagatorias del caso, para deslindar responsabilidades, sin tomar en cuenta la línea de mando del “Jefe Máximo” de las fuerzas castrenses.
Dicho de otro modo, si el señor Gertz Manero insiste en exonerar a su jefe y ser “tapadera” del presidente Obrador, entonces deberá concluir que el resto de “la película” –de los hechos en Culiacán–, son un filme dedicado a la ausencia de gobierno; en donde tanto secretarios de Estado como mandos militares, marinos y hasta guardianes obedecían ordenes de extraterrestres.
Acaso por eso, el presidente Obrador dijo ayer martes, en la mañanera respectiva, que ni enterado estaba de lo ocurrido en Culiacán.
¿Existe alguien, en México y el mundo, capaz de creer que el presidente Obrador no se enteró del ridículo de Culiacán?
Vamos por partes
1.- Lo primero que deberá indagar el Fiscal General es el papel ausente y decorativo de la Secretaría de Gobernación, cuya titular, Olga Sánchez Cordero, es nada más y nada menos que responsable de la gobernabilidad.
¿Cómo es posible que el brazo derecho del presidente, la encargada de procurar la gobernabilidad del país, haya estado en el otro extremo del territorio –en Chiapas–, al tiempo que Culiacán estaba en llamas? ¿No es la titular de Gobernación la primera que debe ser despedida por inexistente?
2.- Ahora bien, si creemos la versión presidencial de que el ejecutivo nada sabía del caso Culiacán y el Gabinete de Seguridad persiguió a los hijos de “El Chapo” para cumplir una orden de aprehensión con fines de extradición, entonces obliga preguntar. ¿Quién dio la orden de ir por “los chapitos” y, sobre todo, quién sabía dónde estaban escondidos?
3.- Y si no fue la DEA la que les dio las coordenadas de la captura de “los chapitos”, entonces las cosas se complican aún más para el Fiscal. ¿Quién en el gobierno mexicano sabía dónde buscar a los hijos de “El Chapo”? Peor aún. ¿Si alguien del gobierno de López ya sabía dónde estaban “los chapitos”, por qué nadie los atrapó antes? ¿Existen traidores en el gobierno de AMLO?
4.- Pero si avanzamos la película de horror y tropiezos, resulta que las cosas se complican aún más. ¿Por qué?
Porque si el secretario de Seguridad, el señor Durazo, fue quien asumió la batuta del Gabinete de Seguridad, entonces nos encontramos con un grave problema constitucional.
Y la razón es elemental. Resulta que ni los militares, ni los marinos, y menos los guardias nacionales deben recibir órdenes de un civil que, por jerarquía, no manda a nadie.
Por eso obliga preguntar. ¿Quién ordenó llevar adelante el operativo contra “los chapitos”, si como dice el señor Fiscal, el presidente Obrador salió corriendo a Oaxaca y nada sabía y todo lo ignoraba?
5.- En éste punto nos encontramos con lo que parece el problema de fondo. ¿Quién o quiénes en el gabinete de Obrador, ordenó u ordenaron el operativo para la captura de “los chapitos”, sin cumplir básicos de seguridad a la población, ante el tamaño de una potencial reacción criminal?
6.- ¿Por qué militares, marinos y guardias nacionales hicieron caso a esa voz inexperta, que puso en riesgo a militares, marinos y guardias nacionales?
Lo cierto es que el esclarecimiento del caso Culiacán parece fácil, sólo de rutina para la Fiscalía General de la República. ¿Por qué?
Porque todos, en la administración de Obrador, saben que no hay gobierno; que México vive una espiral de ingobernabilidad que se exhibió, de cuerpo completo, en el caso Culiacán.
Ingobernabilidad que empieza por el presidente, que ahora dice que no sabía nada. Por eso nadie pagará los platos rotos.
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