Derecho a una vivienda digna
Indicador Político
CIUDAD DE MÉXICO, 26 de abril de 2017.- Más que un cuatro a un activo lopezobradorista, el caso de la legisladora y candidata a alcalde Eva Cadena es producto del estilo de Andrés Manuel López Obrador de hacer política a base de dinero. En reuniones privadas ha dejado claro que la política se hace justamente con dinero (a la manera de Carlos Hank) y entonces sus seguidores han salido con la intención precisamente de conseguirle fondos al líder.
Y el caso de Eva Cadena estalla justo en el momento en que René Bejarano había llegado a un acuerdo con López Obrador para trabajar desde fuera, pero articulado a la campaña presidencial del 2018. Bejarano, el Señor de las Ligas de 2004, recibió fajos de dinero secreto del empresario Carlos Ahumando para el financiamiento de la campaña presidencial de López Obrador en el 2006.
Eso sí, López Obrador es un político duro que abandona a sus seguidores cuando son descubiertos por los medios: Bejarano, el oficial mayor Gustavo Ponce, el publicista Luis Costa Bonino y hasta Manuel Camacho Solís que le dio dinero al tabasqueño y éste nunca explicó y el propio Camacho tuvo que aclarar que ese dinero fue legal –es decir: sí existió– y salió de la cuenta secreta de la presidencia de Salinas de Gortari. Y hasta los apoyos del gobernador veracruzano Javier Duarte de Ochoa a Morena y a su líder nacional en las elecciones de gobernador de junio del 2016.
Lo bueno para López Obrador radica en el hecho de que son pocos los casos conocidos de búsqueda de financiamiento ilegal, aunque suficientes para minar su discurso de honestidad valiente. Pero se trata de una honestidad al estilo PRI: todo está bien, a menos que los descubran; por eso Luis Cabrera acusó a los políticos del naciente sistema priista de corruptos, no de tarugos, porque se cuidaban de dejar pistas.
Hace trece años, con Bejarano, fue un compló para desviar la atención; ahora con Cadena se trata de un cuatro. Sin embargo, lo que importa es que personajes del entorno de López Obrador han estado involucrados de manera conciente en la recepción de dinero secreto para actividades políticas del tabasqueño. En el 2004 Bejarano había sido secretario particular de López Obrador y era su operador político personal.
Sin pensamiento político estratégico, López Obrador suele enredarse consigo mismo. El debate no radica es saber si fue un cuatro o no, sino el hecho de que la candidata lopezobradorista sí aceptó el dinero, sí lo metió en una bolsa (como Bejarano), sí se comprometió a entregárselo a López Obrador para su campaña y sí prometió ayuda a los donantes. Y al no revelar los nombres de quienes le entregaban el dinero, la diputada lopezobradoristas esconde una complicidad mayor.
Los casos de Bejarano a Cadena ilustran el método mafioso de López Obrador de vender favores a cambio de dinero para hacer política. Desde que renunció al gobierno del DF a finales del 2005 para ser candidato presidencial, López Obrador ha estado financiando con holgura su movimiento opositor sin dar cuentas de ingresos y de gastos.
El financiamiento irregular recibido por López Obrador desde 1988 para pagar su rebeldía contra el sistema con recursos del propio sistema político priísta revela la hipocresía tropical del tabasqueño. Un tropiezo es un error, pero los varios casos de Bejarano a Cadena exhiben un método político.
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