Y ahora ¿qué hacemos con Trump?
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de abril de 2020.- Nadie sabe si fue plan con maña o si, de plano, se trató de uno más de los muchos ejemplos de la estulticia presidencial.
Algunos, incluso, juguetean con la posibilidad del suicidio colectivo de un gabinete presidencial que, en los hechos, no inexistente y parece de ornato.
Lo cierto es que si nos atenemos a la “Guía Bioética”, promovida por el gobierno de López Obrador para atender casos extremos del Covid-19, resulta que los integrantes del gabinete, empezando por el propio presidente, aparecen en el extremo perdedor del volado de la muerte.
Sí, por su avanzada edad, el presidente y buena parte de su gabinete perderían esa “ruleta rusa” de “la moneda al aire”, frente a cualquier enfermo joven. Todo esto en un caso extremo, claro.
Y es que, en efecto, si tomamos en cuenta los criterios que diseñó el Consejo General de Salud –en la Guía Bioética para casos críticos de Covid-19–, resulta que los primeros que “irían al matadero” son, precisamente, los integrantes del gabinete presidencial.
¿Por qué?
Porque casi todos ellos superan los 65 años de edad; años que los hacen candidato “al desecho”, según los genios del gobierno de AMLO, culpables de elaborar la “Guía Bioética” para el Covid-19.
Y no, no hay duda de que asistimos a eso que definió un clásico como “una discusión de vida o muerte”, frente a la pandemia del siglo; discusión que, de manera grosera, los llevó a tomar el papel de Dios.
¿El papel de Dios?
Por una razón elemental; porque la pandemia nos llevará, tarde o temprano, a responder a una o todas las siguientes interrogantes macabras.
¿Quién y por qué, en tiempos del Covid-19, un burócrata tiene la facultad de decidir quién vive o quién muere?
¿Por qué deben morir los viejos, antes que los jóvenes, en un momento extremo?
¿Quién otorgó tal privilegio –el de decidir quién vive o quien muere–, a un gobierno ignorante, analfabeta y estulto, como el de AMLO? ¿Eso quiere decir que ese gobierno, el de AMLO, se adjudica una facultad divina?
La realidad, sin embargo, nos lleva a los inevitables “privilegios del poder”.
¿Por qué?
Porque todos saben que desde el mismísimo presidente, pasando por sus secretarios de Estado, por senadores y diputados de su partido; gobernadores de Morena y toda la claque del actual partido en el poder, nunca acudirán al servicios médicos como los del IMSS y menos del ISSTE.
Toda esa “clase política privilegiada”, que dice estar en el poder por y para ayudar a los pobres, en realidad es una burocracia dorada, profundamente neoliberal, que llegó a medrar del poder, igual o peor que los peores gobiernos del PRI y del PAN.
Si lo dudan, respondan con honestidad las siguientes preguntas.
¿Quién atiende al presidente López Obrador, en su rutinaria vigilancia luego de un infarto? ¿Quién atiende a la familia presidencial? Está claro que la familia presidencial no acudirá al ISSSTE y menos al IMSS.
Es evidente que la familia presidencial no hará fila para que los atienda esa engorrosa burocracia. Y resulta más que claro que nunca que, el dinero de los contribuyentes paga desde cirugías plásticas de la esposa del presidente, hasta una fiebre del menor de la prole presidencial, pasando por los costosos tratamientos cardíacos del propio presidente.
Y sí, algunos pudieran pensar que, precisamente, esos son privilegios de los presidentes y su prole. Y, de manera parcial, pudiera tener razón. Pero olvidan que AMLO prometió una medianía juarista que nada tiene que ver con la vida de rey, en un Palacio.
Porque hay más. Hoy nadie ha visto a diputados de Morena, a senadores de ese partido, a gobernantes morenistas, acudir en busca de atención médica una clínica del ISSSTE o del IMSS.
Peor. ¿Quién ha visto a los secretarios de Estado acudir a hospitales públicos, a pesar de que “la gerontocracia” de Morena debiera tener su propio hospital en total saturación?
Lo cierto es que la crisis de salud y empleo en tiempos del Covid-19 –que son un verdadero calvario para la mayoría de los mexicanos pobres y de clase media–, en realidad son tiempos de privilegio para los políticos y gobernantes del partido Morena, quienes no tienen de qué preocuparse ya que la salud y el empleo los tienen garantizados.
Dicho de otro modo: ¡que se jodan los ciudadanos que no están en esa gloria llamada Morena, que todo lo resuelve para sus súbditos!
¡Qué se jodan los pobres, que de ellos será el reino de los cielos, no el reino terrenal?
¿Sigue siendo un honor estar con Obrador?
Al tiempo