Diferencias entre un estúpido y un idiota
En el aire frío de la mañana estallan los cohetes que festejan a la Virgen de la Soledad, patrona de los desesperados -comerciantes, tristes, marineros-, puedo iniciar con las palabras de Malcolm Lowry, pero tengo sobre el escritorio abierto el volumen de Diarios, de Alejandra Pizarnik, que integra estas palabras como inicio de la edición cuidada por Ana Becciú (Lumen): Un nuevo día llegó/pleno de sol y de sombras.
En el trasto suena la música de Elis Regina, la música me lleva a descubrir una relación secreta entre el fervor religioso y la escritura.
Los últimos días, primeros de diciembre, regresé a la poesía:
Piedra de letras
La mañana está muy lejos, pero ya pasan
Las luces del camión urbano.
Conmigo están el aire, el abrigo,
La banqueta adormecida.
Puntuales manecillas del reloj de los silencios.
Anoche aullaron los perros, me acosó la sed.
¿Qué sueño vendrá con los ladridos?
En el sueño aparece la piedra labrada.
¿Podré un día descifrar esta escritura?
El abrigo sueña con monedas.
Luces de cumbia enmarcan el paso de los autos.
¿Puedo interpretar la cumbia como signo del destino?
Escucho los pasos de Monte Albán
Su largo tranco sobre cinco escalones de la ciudad antigua.
Pizarnik escribió una novela, La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa, estudió periodismo, vivó en París, fue amiga de Cortázar y de Julio Ramón Ribeyro, Octavio Paz le escribió el prólogo de su libro Árbol de Diana, la crítica literaria señala su obra como surrealista, nació en Avellaneda un día de 1936, el 25 de septiembre de 1972 contó con un permiso en el siquiátrico de Buenos Aires, llegó a su casa y se tomó 60 pastillas de Seconal Sódico que la llevaron a perder la vida.
La Virgen de la Soledad, patrona de Córdoba y Oaxaca, cuenta con gran fervor, se le atribuyen milagros. En Oaxaca, en el barri del Peñasco, sobresale su iglesia con sus escalones de desplante desde la avenida Independencia hasta su amplio atrio que forma la iglesia como una ciudad dentro de la ciudad.
La estructura de la novela Bajo el volcán (1947), de Malcolm Lowry -considerada por la crítica especializada como una de las 100 mejores novelas de la literatura inglesa-, fue retomada del edificio religioso oaxaqueño, que reproduce lo hondo del arroyo y su ascenso en el desplante y construcción de la iglesia en lo alto del peñasco. que mira hacia las tormentosas aguas del río Atoyac.
La novela Bajo el volcán está considerada como la Divina Comedia de los borrachos.
La poesía es un intento por recuperar los territorios perdidos, una defensa. En los poemas de diciembre intento recuperar la geografía que vivió Malcolm Lowry en su primera visita, de 1937, a la ciudad de Oaxaca:
El regreso al barrio China
De entrar a la calle donde convergen
traspiradas mujeres, perros, gatos muertos de hambre
pegados a puro viento y adobes que muerden,
entre maldiciones. Hay sitios de esos
donde las palabras no bastan para nombrarlos.
Transpiración de memoria estrecha hasta el olvido.
Mi corazón está acá, donde no tengo corazón.
Vengo a poner el lomo donde el aguaje enterrado.
Aire que no es sitio sino inquietación de guitarra prieta,
mansa lame el pecho, canta, mientras
uñas y dientes se afilan para cortar
el corazón que la anida.
Encendidos cuadritos, tiemblan bajo la luz en el plato.
Suerte de estar donde nadie recuerda
en la calle de los tantos olores.
Rollito de estropajo.
Hay belleza en el frío de la tarde del festejo de la Cholita.
Y está Elis Regina en su concierto de 1980, El Circo, su voz que se levanta con la suavidad de ojo del huracán y agita simbra el mundo a su alrededor. Y el Diario de la Pizarnik, la poeta suicida. Mientras avanzan los minutos logro escuchar la voz que se pierde en los festejos de la Patrona de los desesperados, ciertos escritores que bien bajo el signo de la desesperación y a los que en esta tarde celebro.