El episcopado ante el segundo piso de la 4T
OAXACA, Oax., 29 de noviembre de 2017.- En abril de 1951 se presentó en Cannes la película “Los olvidados” de Luis Buñuel. Causó gran revuelo en ese momento por el paisaje sórdido al que el poeta del cine le colocó reflectores, uno de los muchos Méxicos que en ese momento nadie quería iluminar: una ciudad, barrio o colonia como una caja de zapatos gris sin la magnificencia de “La región más transparente del aire”.
La fatalidad violenta y mortal como hilo conductor de la trama, la simbiosis fatalidad-destino de los niños-hombres emblemáticos de la cinta. El Jaibo encarnando al niño-hombre. Una ciudad caja de zapatos envenenada por un aroma a tragedia. “Los olvidados” del poeta Buñuel resultó profética.
Hoy pareciera que fatalidad, muerte y orfandad son primas hermanas del destino de los niños y los hombres del México contemporáneo.
Buñuel pasó de poeta a profeta. Hurgó en los expedientes de la delincuencia infantil de su tiempo y adivinó uno de los más trágicos caminos que les trazamos a nuestros niños.
Hay una palabra que es una serpiente bífida y todos traemos en la lengua. Reposa astuta y vigilante como cascabel, duerme plácidamente. Boba como culebra ratonera, suele ser venenosa, trastorna, desquicia, miente. Encanta cuando danza desnuda, y su perfume es letal cuando es verdadera; me refiero a la palabra amor. ¿Amor a la infancia?
Según las leyes oaxaqueñas el estupro continúa siendo un delito no grave, es decir es un delito que quien lo comete puede salir libre bajo fianza. En contraste el abigeato, para la legislación oaxaqueña, sí es considerado grave. Robar ganado: delito grave. Abusar de un niño o niña delito no grave.
Durante mi paso por la legislatura, presenté la iniciativa para que el estupro fuese considerado un delito grave. Pero no tuve eco entre mis compañeros legisladores y las leyes continuaron omitiendo la gravedad del estupro.
No hace falta un letrero que diga: Bienvenidos a Oaxaca tierra de la postmodernidad feudal que pare niños sicarios para nutrir a los grupos delincuenciales, niños esclavos para los campos agrícolas, niñas para la venta en el mercado sexual, niños que serán abusados por los depredadores sexuales disfrazados de religiosos, niños que buscarán el sueño americano sin importar poner en riesgo su vida, niñas y niños que terminarán como suicidas o como descabezados o colgados de algún puente. No hace falta ningún letrero: todos nos ponemos las gafas que nos hacen creer que estamos en la dimensión del amor y la Guelaguetza.
Al principio fue la colombianización el fantasma que nos acechaba, hoy la mexicanización (el Papa Dixit).
Es el monstruo que horroriza a todo el mundo: Oaxaca es Centroamérica, somos el corazón de Centroamérica.
Roque Dalton poeta salvadoreño se desnudó y nos mostró sus tatuajes, muchos años antes de “la Mara Salvatrucha”:
los arrimados,
los mendigos,
los marihuaneros,
los guanacos hijos de la gran puta,
los que apenitas pudieron regresar,
los que tuvieron un poco más de suerte,
los eternos indocumentados,
los hacelotodo,
los vendelotodo,
los comelotodo,
los primeros en sacar el cuchillo,
los tristes más tristes del mundo,
mis compatriotas,
mis hermanos…
(Poema de Amor, fragmento)
Ya viene la Navidad con sus villancicos y luces de colores, en la radio suena “El niño sicario” interpretado por “Calibre 50”:
Te enseñaste a matar temprano y has tomado el mal camino no cumples ni los 15 años y aún tienes la cara de niño No llores ni te sientas mal así todos empezamos bienvenido al mundo real ahora ya eres un sicario…
La película “Los olvidados” de Luis Buñuel se convirtió en la cartelera que anunciaba próximamente un navajazo que hará sangrar nuestros dos ojos: sangre, oscuridad, más sangre, oscuridad total.