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OAXACA, Oax. 24 de julio de 2018.- Los periodistas siempre tienen dificultades para estar unidos. Una actividad tan crítica o tan ligada al poder, sufre los embates desde esas dos posiciones.
Si es crítica se le manda a disminuir, cooptar o reprimir; si está ligada, subordinada, a las órdenes del poder, ella misma se encarga de contribuir a lo anterior.
Las organizaciones de periodistas en México han sido efímeras, nada más fácil para el poder que mandar a dividirlas, violentarlas.
En una actividad llena de personajes sin compromiso con la misión periodística, sobran quienes se encarguen de intentar acabar con la unidad del gremio.
Esta dinámica no sólo es prohijada desde el poder y sus emisarios, sino también por los periodistas genuinos, que trabajan en el afán legítimo de dar voz a quién no la tiene, de revelar injusticias y carencias, errores y desviaciones de funcionarios. Pero, como reza el refrán, “en casa del herrero, azadón de palo”.
Es decir, en sus asuntos de defensa de sus organizaciones, de la necesaria unión para la protección de los comunicadores, de la defensa de la libertad de expresión y del derecho a la buena información de su sociedad, de eso no se ocupan.
Hay honestos compañeros, quienes con su trabajo informativo serio, se involucran comprometidamente con la atención de problemas sociales, y hasta lindan con el activismo.
Así hay quienes sirven –enhorabuena- de intermediarios con los grupos no gubernamentales para la defensa de territorios y patrimonio de los pueblos; otros son ecologistas, trabajan en la promoción de productos orgánicos y defensa de especies animales y vegetales.
Sin embargo, desdeñan las cuestiones gremiales, nada menos que la defensa de la esencia de su trabajo periodístico.
Prioridad no sólo de sus protagonistas, sino de toda la sociedad, pues sin el ejercicio de un periodismo libre no hay posibilidad de una democracia de mejor calidad. Nada menos.
Otros se acercan, se suman a las gremiales, pero cuando ven que hay conflictos, hacen mutis y desaparecen, delicados y apáticos en lo suyo, prefieren seguir en la crítica y análisis del entorno político y social, lo cual es plausible, aunque no debieran abandonar lo que les incumbe directamente.
En vez de dar la batalla, de limpiar sus organizaciones para hacerlas sólidas y dignas, fruncen el ceño y se alejan del ruido vulgar que los incomoda.
Aunque desde fuera, no dejan de criticar y opinar, bien, pero eso sería más productivo si lo hicieran desde dentro.
Quizá sin intención se suman a quienes promueven esos conflictos, se suman a versiones de que hay problemas de liderazgos o personales en esas gremiales, lo cual no siempre es así.
Eso es precisamente lo que los emisarios desean sembrar, lo que hasta los comunicadores desinteresados llegan a reproducir, contribuyendo a minimizar las andanadas contra las organizaciones del gremio periodístico.
Si los órganos de gobierno de alguna organización juzgan a algún miembro, no es asunto personal, es institucional, pero el interesado para su descargo busca reducirlo, minimizarlo, hacerlo nimio, tronando cual si realmente fuera personal. Se entiende que quienes no conocen la dinámica lo puedan creer, pero no quienes sí la conocen.
En estos últimos, es claro, son otros intereses más directos y hasta pecuniarios lo que los mueve.
Políticos e interesados provocan, desestabilizan, si no pueden acabar con las gremiales, logran dar la apariencia de ser nido de conflicto, así desaniman a los indecisos y asustan a otros.
Nos la pasamos reporteando conflictos, opinando de ello, pero qué flojera de afrontar los del propio gremio.
En las sociedades, de México y Oaxaca, suceden cambios, rupturas, porque las sociedades siempre están en movimiento, aunque hay coyunturas de mayor intensidad como las actuales.
Lo que hoy sucede en la estructura social general, baja a la microfísica del poder, a grupos y gremios.
Los emisarios del pasado con sus peones en todas partes, pelean todos los pequeños espacios que quedan, después de haber perdido los grandes.
Eso también sufren las asociaciones de periodistas. Es hora de defenderlas y dignificarlas, no de ignorar y desatender lo que debiéramos estar obligados a privilegiar, la defensa de los intereses legítimos del gremio para lograr la misión: informar bien a la sociedad.
@blaslc