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OAXACA, Oax., 3 de agosto de 2019.- Una gran pena en el mundo del arte y la poesía dejó Ludwig Zeller tras su repentina muerte.
En la ciudad de Oaxaca a la edad de 92 años, murió víctima de un paro cardiaco, Ludwig Zeller, poeta y artista visual considerado como uno de los exponentes más relevantes de la vanguardia chilena del siglo 20.
En cuentas oficiales de museos en el mundo emitieron mensajes lamentando la muerte del artista.
Por su parte, el Museo Soumaya publicó imágenes de su obra y evocó parte de sus versos.
El Museo Nacional de Bellas Artes de Chile emitió un mensaje uniéndose a la pena por la muerte del artista chileno y compartió parte de la obra que se exhibió este año en la muestra Poesía Expansión.
Asimismo, le rindieron a manera de homenaje la publicación de unos de sus poemas.
Por su parte la revista Trinar publicó un texto titulado Archivo: Ludwig Zeller donde muestra una selección de poemas y collages de su libro Alquimista de la imagen.
Y la Editorial Almadía compartió un video del Booktrailer: Conoce a Ludwig Zeller y su poemario Mujer en sueño, para conocer más del legado de este gran artista chileno y su aportación a la cultura.
Aquí uno de sus poemas:
Cuando el animal de fondo sube la cabeza estalla
Hoy vienen los fantasmas y en la mesa que gira
Veo crecer las flores bajo el llanto sediento
Del ojo que en el centro del plato está mirando
La alcuza con su aceite y su escorpión.
Los días se cerraron de repente, crecieron grandes hojas
Como piel de leopardos al acecho, preguntaron
Mi nombre en arameo, quebraron las botellas
De centellas heladas, esos restos de amor que pule el mar.
Seguramente está de más, dijeron. Equivocó el reloj
Sus engranajes, voltearon de revés esas poleas
Y entre animales vago –ser de sangre caliente–
En los caminos, muerdo sobre los frenos, soledad.
¿Se apagó el sol? pregunto. Los niños lloran
Y de las cuatro esquinas siento subir burbujas
Que relamen sin tregua los tablones, los bordes macerados
De aquél Arca, bajo un palio de fiebre va el carbón.
No quiero ver quebrarse la guitarra
No quiero ver subir la marmita
Aquél ojo con garras que pregunta de nuevo
Si dos y dos son cuatro, si las aguas hirvieron de verdad.
¿Dónde estamos queridos? Las arenas de insomnio se levantan,
Juntemos los juguetes del terror, encendamos la mecha
Que parta en dos la luna y esperemos mil años…
Mi calamar
Mi madre entre la tinta empieza de repente a sollozar.