La posverdad judicial
CIUDAD DE MÉXICO, 17 de agosto de 2020.- Me sorprendió un mensaje que apareció este domingo en Facebook. Decía más o menos así: Qué alegría, ahora también podremos conocer cómo se financiaron las tres campañas de López Obrador. El mensaje es claro: si se está pudiendo saber cómo se financiaron las campañas de Peña Nieto y de algunos gobernadores, es lógico que también se podrán conocer en algún momento de dónde salió el dinero para financiar las del actual presidente, habida cuenta de que una campaña electoral requiere de dinero, más dinero y al final mucho dinero, sobre todo cuando estamos conscientes de que el candidato no tenía dinero de su bolsa para invertir, es más no tenía ni siquiera empleo, y los recursos del IFE eran más bien escasos.
A mí en lo personal me alegra que los políticos que nos han estafado paguen sus culpas, siempre y cuando se las puedas probar, claro, porque la historia nos ha reiterado una y otra vez que esto no va más allá de declaraciones triunfalistas del tipo ya acabamos con la corrupción, aunque los datos duros muestren lo contrario, como ocurre con el actual gobierno. Yo soy de los que piensan que todos los políticos están cortados con la misma tijera, y que más allá de los discursos lo único que buscan es el poder. Perdón, pero eso pienso.
No creo en los sujetos providenciales, ni en la unicidad ética. Creo que todos mienten, y el actual ocupante de Palacio lo hace más que nadie, si hemos de creer a los análisis de sus dichos cotidianos. Los análisis referidos sitúan en alrededor del 60% las mentiras que vierte cotidianamente. Es cierto, no todas son mentiras mentiras, algunas son medias verdades, otras interpretaciones de la realidad que más bien parecen provenir de la realidad alterna en la que tan a gusto vive. Pero el hecho de que al menos la mitad de lo que dice es mentira, y no lo puede probar, no deja de llamar la atención sobre uno de sus mantras predilectos: yo no miento, yo no odio, etc.
Pero, decía al principio, a mí me alegra que los presidentes, y ex presidentes, puedan ser juzgados, confrontados, castigados por el daño que hicieron durante su gestión. Habrá que ver, en unos cinco años, los juicios que deberá enfrentar YSQ cuando se le ponga en el banquillo de los acusados por las decenas de miles de muertos que sigue causando la pandemia del coronavirus, las muertes de los niños con cáncer a los que se les cancelaron los medicamentos oncológicos, los que murieron por la falta de medicamentos para enfermedades extirpadas en México durante la monstruosa época neoliberal, desde tuberculosis y sarampión a dengue, y muy pronto la vacuna contra la influenza, cuando se ha encargado de desmantelar su producción y vetado a las farmacéuticas.
También me gustará algún juicio que nos revele de qué vivió por más de 15 años sin empleo, pero con gastos fuertes y regulares, porque eso de que vivía de sus derechos de autor tendrá que probarlo. Ah, y otra cosa no menos importante: sus declaraciones al SAT, tema en el que se parece a su alter ego Donald Trump, quien también se ha negado sistemáticamente a hacerlas públicas.
Porque el dinero, no hay que olvidarlo, es que el que aceita la política, aquí y en China, como dice el adagio. Y la política requiere de mucho, mucho dinero. Y si partimos de esta premisa comprobada y comprobable, será bueno saber quién o quiénes han financiado al actual inquilino de Palacio.