Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de octubre de 2017.- La renuncia de Margarita Zavala al PAN va a cambiar el escenario rumbo a la elección presidencial.
Con esto no gana el PRI, como ha dicho Ricardo Anaya para desviar la atención del punto fundamental: su obsesión de ser candidato presidencial, antes que cuidar la unidad del partido que dirige, lo precipitó a la ruptura.
Para Anaya lo más importante es que la renuncia de Margarita “favorece al PRI”.
Es un pretexto para eludir su responsabilidad. Lo grave de la salida de Zavala no es a quién beneficia, sino perjudica al PAN, y no por culpa de ella.
Anaya prefirió hacer acuerdos bajo la mesa con Dante Delgado y Alejandra Barrales (dos prístinos exponentes de la moralidad republicana), en lugar de lograr un pacto al interior del PAN.
Dos son las tareas del presidente de un partido: cuidar la unidad interna y ganar elecciones para impulsar proyectos.
Ambas se le vinieron al piso al PAN por la equivocada dirección de Anaya. Dividió al partido y van a perder las elecciones.
Eso de que gana el PRI con la ruptura panista, en caso de ser cierto, lo debió evitar como dirigente. Que no se le divida el partido.
Peor aún, la división la propició él, que es presidente del partido.
Cuando tenían todo para llegar a Los Pinos en una nueva oportunidad, los manejos personales de Anaya orillaron a Margarita Zavala a buscar la vía independiente.
Dice equivocadamente Anaya que con esa decisión el ganador es el PRI. Cuánta soberbia.
¿No se da cuenta que al irse Zavala, más los que se emigrarán en los siguientes días, semanas y meses, el que pierde es el PAN?
Hay que subrayar, él tenía dos compromisos fundamentales: que no se le dividiera el PAN y ganar las elecciones.
Pues se le rompió y no va a ganar en 2018.
Corrijo: no “se le rompió”, sino que él lo fracturó al excluir a Zavala de la competencia interna.
Era la mejor posicionada para ser candidata presidencial por ese partido, y Anaya ideó una alianza “ciudadana” para anularla.
Dentro de esa alianza también estaba, de lejos, en el primer lugar. Entonces Anaya, Dante y Barrales se pronunciaron en contra de una elección abierta a los ciudadanos para elegir al candidato presidencial.
Toda una maquinación para dejarla fuera. Así nadie aguanta, por decoro.
Perdió el PAN y el gran ganador es López Obrador. ¿No se dan cuenta?
La elección presidencial puede transformarse en una carrera parejera entre AMLO y el PRI, las dos opciones que mayor rechazo despiertan en la ciudadanía.
Y ahí quien lleva las de ganar es AMLO, porque el voto útil de los simpatizantes panistas se va con López, no con el PRI.
Los anti gobiernistas enojados no votarán por el PRI, sino por AMLO, una vez que el PAN se desfonde con la ruptura provocada por Ricardo Anaya.
Ya no habrá una alternativa democrática competitiva al peligro populista de López Obrador. El PRI tiene encima la loza del desprestigio.
El PAN se partió el viernes, luego de dos años de acoso a Zavala por parte de Ricardo Anaya y su equipo. Ni diputada, ni dirigente ni candidata… Y es la más aceptada por la población.
Al PRI le convenía una elección con la votación muy distribuida, a cuartos, con un polo de izquierda alternativo a López. Sólo así tenía posibilidades.
Con el PAN empequeñecido a la mitad o más, el PRI se va a quedar solo frente a López Obrador. Fatal para el país.