Y ahora ¿qué hacemos con Trump?
GUERRERO, Gro.,2 de julio de 2017.- “Se calcula que unos 250 millones de personas, es decir, alrededor del 5 por ciento de la población adulta mundial, consumieron drogas por lo menos una vez en 2015”, dice el “Informe mundial sobre las drogas 2017” de la ONU.
Advierte que de esa cifra, unos 29.5 millones de personas padecen trastornos provocados por los efectos de los estupefacientes.
En ambos casos son las mismas estadísticas reportadas en el informe de 2016, pero eso no es necesariamente una buena noticia, pues la ONU informa que el narcotráfico va en aumento en el mundo y los mercados de drogas como la cocaína y sustancias sintéticas “parecen estar prosperando”.
En el “Informe europeo sobre drogas 2017”, la Unión Europea asienta por su parte que el consumo de marihuana en Estados Unidos entre estudiantes de 15 a 16 años de edad se mantiene estable en 15 por ciento, cálculo inferior en dos puntos a la estadística del año 1995.
Mientras en Europa está en 8 por ciento, tres puntos más que en 1995.
La conclusión que se desprende de estos datos es que los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea tienen control al menos en lo que respecta al consumo de marihuana entre su población adolescente, más Estados Unidos que los países europeos.
En un contraste descorazonador y alarmante, en México es el frente de la marihuana contra el que chocan los adolescentes, según los datos suministrados por la más reciente Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016, dada a conocer el 26 de junio.
Unos 7.4 millones de adolescentes mexicanos entre 12 y 17 años de edad han consumido drogas en los años recientes, reportó la encuesta.
Principalmente marihuana, cuyo consumo creció más del doble entre 2011 y 2016, de 2.4 a 5.3 por ciento.
Si se considera a todas las personas de entre 12 y 65 años que consumen o consumieron drogas algunas vez en este lapso, la estadística sube a 8.4 millones, 25 por ciento más que las cifras de 2011.
De ese grupo, 6.5 millones son hombres y 1.9 millones mujeres.
Pero en el lado de las mujeres se presenta un incremento escandaloso, pues esos 1.9 millones representa un aumento de 105 por ciento.
Eso quiere decir que hacia 2016 consumían o consumieron drogas el doble de mujeres que en el 2011.
El problema es aún más grave en las mujeres adolescentes, pues mientras entre los jóvenes el uso de las drogas creció 78 por ciento, entre las jovencitas el consumo aumentó 222 por ciento, una estadística que sugiere la presencia de un problema sin precedente en la sociedad y las familias mexicanas, y desde luego el fracaso de las políticas gubernamentales de prevención.
Sin embargo, el comisionado Nacional contra las Adicciones, Manuel Mondragón y Kalb, encontró digno de celebrar que a pesar de los datos anteriores, el número de mexicanos declaradamente adictos a las drogas es relativamente pequeño, pues redondea los 546 mil, que equivalen a 0.6 por ciento de las personas de entre 12 y 65 años de edad.
Pero aun así, no hay consuelo ni alivio para las elevadas cifras de adolescentes que ceden al influjo de las drogas.
Los estudios más recientes sugieren que la legalización de la mariguana reduce la violencia asociada al tráfico de drogas, pues por lo menos así ha ocurrido en los estados de Estados Unidos que modificaron el régimen prohibicionista para autorizar la producción y venta regulada de la yerba a los ciudadanos con fines recreativos (aunque en una extraña situación, en la legislación federal se mantiene la prohibición y la marihuana sigue siendo ilegal para las autoridades federales).
La propuesta de legalizar y regular en México el consumo de cannabis ha sido frenada en los hechos por la presión del gobierno de Estados Unidos y la tibieza de las actuales autoridades.
En diciembre pasado el Senado aprobó el uso medicinal y científico de la marihuana, y la Cámara de Diputados lo hizo el 28 de abril de este año.
Eso significa que será permitida su producción sólo para esos propósitos, y que se mantiene el carácter ilícito en cualquier otro caso.
El 19 de junio, cuando se publicaron en el Diario Oficial de la Federación las respectivas reformas a la Ley General de Salud, se oficializó el mandato a la Secretaría de Salud para que reglamente y establezca los términos en los que se debe realizar el uso medicinal de la marihuana.
El Congreso ordenó a la SSA reforzar paralelamente los programas de prevención, tratamiento, rehabilitación y reinserción social dirigidos a la población adicta a los narcóticos.
La reforma fue un paso importante, sin duda, pero el criterio de los legisladores impide que el cambio tenga algún impacto en la inseguridad y la violencia que lleva consigo el tráfico de drogas, y va a contracorriente de la tendencia mundial en lo que se refiere al uso de la marihuana.
El prohibicionismo absoluto está en retirada en todas partes, menos en México.
La adopción de regulaciones racionales y prudentes gana terreno en todas partes, menos en México.
Ni siquiera la matanza que la guerra contra el narcotráfico provoca en el país ha sido suficiente para provocar una reflexión más profunda y comprometida en el Congreso.
El hecho de que el Congreso haya preferido dejar pasar la oportunidad de modernizar la ley en este ámbito retrasa la posibilidad de que la sangrienta guerra contra el narcotráfico –y el problema más general de las drogas– tenga su fin en el futuro cercano del país.
Y de paso, obtura la brecha por donde podía circular la idea de legalizar el cultivo de amapola con fines medicinales, tema más complicado que el de la marihuana.