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CHETUMAL, QRoo, 7 de junio de 2018.- La orquesta cubana tocaba con candela y en la pista del Azúcar, famoso antro extinto de la zona hotelera de Cancún, se comenzaba a hacer un hueco en el centro. Una mujer retó a bailar a un hombre de pelo corto, chaparrito, moreno, delgadito, de grandes ojos redondos y saltones.
Vestía guayabera blanca, pantalón de casimir beige, zapatos negros y un reloj grande. Estaba con un grupo, pero amablemente accedió…
Al pasar los segundos, turistas y locales se pararon y comenzaron a aplaudir a la pareja por esa cátedra de baile.
Después de unos minutos, el hombre entregó a la mujer a su marido y cortésmente agradeció, ante el aplauso de la concurrencia, porque había acabado el espectáculo.
Sólo sus guardaespaldas y el reducido grupo que le acompañaba, sabía que era don Mario, como se le decía y se le dice aún al ex gobernador Mario Villanueva: el amado y odiado, el temido y respetado, perseguido y apresado, ignorado -luego de su detención-, pero nunca olvidado, y quien este martes 6 de junio, luego de 17 años regresó a Quintana Roo, y está en una celda, como un reo más, del Centro de Reinserción Social (Cereso) de Chetumal, su ciudad natal.
Mario Ernesto Villanueva Madrid nació en la capital de Quintana Roo el 2 de julio de 1948. Es decir, en unas semanas más cumplirá 70 años de edad. Contrajo nupcias con Isabel Tenorio a los 22 años, su única esposa con la que tiene ya 48 años de casado.
Se graduó de ingeniero agrónomo en la Universidad Autónoma de Chihuahua y terminó la carrera de licenciado en derecho, cumpliendo una larga condena.
El amado
El ex gobernador es padre de dos varones, pero como siempre quiso tener una hija, cuando se enteró con su esposa que en el DIF municipal había llegado una niña, se la llevaron a su casa sin avisar y la tuvieron que devolver, para después adoptar legalmente otra, esa sí cubriendo las formalidades.
De pequeño, tuvo una infancia de miseria.
Vivió junto con su familia en Las Casitas y fue víctima y testigo de maltrato físico. Cuentan sus vecinos que su padre propinaba tremendas palizas a él, a sus hermanos y a su madre, doña Antonia Madrid, muchas veces a la vista de todos.
Don Ernesto Villanueva Martínez, su padre, fue un hombre severo, algo bebedor y mujeriego, por lo que Roberto Santiago Aquino lo mató. Coincidentemente, su compañero en el penal de alta seguridad de La Palma.
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