Economía en sentido contrario: Banamex
Dante Delgado es uno de los sobrevivientes de la política mexicana. Sus primeras incursiones remiten a su condición de delegado de la SEP en tiempos de Fernando Solana. Después sería diputado federal en 1985 junto con Colosio, Beatriz Paredes, Heberto Castillo, Rosario Ibarra y otros más. También en Veracruz fue importante secretario de gobierno con Fernando Gutiérrez Barrios. La desgracia le vino con Patricio Chirinos y Miguel Ángel Yunes, quienes le persiguieron judicialmente; Dante culpa a Zedillo, pero el origen está en Veracruz. En 1996 promovió con éxito el partido Convergencia por la Democracia y posteriormente se transformó en Movimiento Ciudadano. En 2012 apoyó a López Obrador y en 2018 a Ricardo Anaya.
La vigencia política de Dante se debe a su destreza y capacidad para entender bien los tiempos y la política. Gobernar Nuevo León y Jalisco muestra que valoró primero que otros la importancia de la política local y la necesidad de hacerlo a partir de candidatos y no de siglas partidarias. Luis Donaldo Colosio no suscribe militancia o pertenencia, pero ganó Monterrey con Movimiento Ciudadano; es el prospecto de candidato opositor con mejor posicionamiento, aunque ha señalado que su objetivo es reelegirse.
Más que todo, Dante necesita candidato para llevar a MC a ser la segunda fuerza opositora y tener una robusta votación para ganar prerrogativas y una representación parlamentaria relevante. No es fácil. Colosio no quiere, Ebrard no romperá con Morena, tampoco Monreal. Los gobernadores de Jalisco y NL no dan para tanto. Sin candidato MC puede verse desdibujado en una contienda polarizada; lo peor sería ver disminuida su estratégica presencia territorial. Por encima de todo requiere ganar la elección de gobernador en Jalisco, concurrente a la presidencial.
Es impensable que MC apoyara al candidato o candidata de Morena. Lo que sí puede ocurrir es que Dante reconsidere conformar una alianza opositora única. Podría ser factor para definir al candidato o candidata presidencial, además de lograr el acuerdo de que el bloque opositor le respaldara en Jalisco, Nuevo León, Nayarit, Colima y Campeche. Además, con la definición de candidatos al Senado y a diputados de mayoría relativa podría asegurar una representación legislativa relevante.
El problema es el PRI o, más bien, su dirigencia, Alejandro Moreno y Rubén Moreira. Llegar a un acuerdo no sería fácil por ambas partes. Mientras el PRI se reduce MC crece, esa es la realidad de los últimos años, a pesar del error de no haber participado en las elecciones de Coahuila y Estado de México. Si se quiere conformar una opción alternativa al oficialismo todas las partes deberán ceder en sus pretensiones. La selección de candidatos sería la prueba de fuego, resultado de una muy compleja negociación.
Por ahora, el factor a resolver en el bloque opositor es la selección de su candidato presidencial. El presidente López Obrador ha anticipado los tiempos y ha dicho que para agosto habrá candidato (a). Asimismo, no se ven condiciones de fractura. Los tiempos se precipitan y, seguramente, por el apremio en la oposición crece la idea de que el candidato(a) a seleccionar sea resultado de la negociación política y no una elección primaria, un error toda vez que la consulta abierta sería la fórmula idónea para conciliar el activismo ciudadano con el papel de los partidos en el proceso electoral, además de legitimar la candidatura con una base auténticamente ciudadana, un elemento de ventaja respecto a lo que sucedería en el campo del oficialismo.
Movimiento Ciudadano puede ser el factor para trasladar la contienda al ámbito local, que es donde mayores posibilidades tiene la oposición, particularmente para impedir que Morena se haga de la mayoría absoluta o calificada en la elección de legisladores, hoy por hoy la madre de todas las batallas, al anunciar el presidente López Obrador su propuesta de cambio de régimen con una transformación radical al sistema de representación política y de división de poderes públicos.
¿Qué hará Dante? Pronto se sabrá.