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OAXACA, Oax., 21 de junio de 2017.- El médico rural Luis Ángel Esperón Soria, adscrito al centro de Salud de Guadalupe, Guevea de Humboldt, evitó la muerte de una madre y su bebé, en una de las carreteras afectadas por las tormentas tropicales Beatriz y Calvin.
De acuerdo con su narración por medio de Facebook, Luis Ángel Esperón Soria se encontraba de vacaciones cuando lo contactaron mediante una llamada telefónica para apoyar en un parto en la localidad Arroyo Hormiga.
A continuación su relato tal cual apareció en la red social:
Cantinflas estaba haciéndola de luchador en su película «el profe». Me disponía a terminar de mirarla; dos días sólo hacían falta para que terminaran las vacaciones. Y el altavoz de la caseta de teléfono anunció tres veces: el médico del centro de salud tiene llamada telefónica.
-médico, mi esposa está muy mal y ya va a nacer mi hijo, ¿puede venir por nosotros? estamos en Arroyo Hormiga.
Calvin, una tormenta tropical que viene siguiendo los pasos de su hermana mayor Beatriz, dejó a su paso múltiples derrumbes. La comunidad de Arroyo Hormiga se encuentra a una hora de camino por carretera de terraceria, en su mayoría. Cerros enormes, característicos de la zona mixe-zapoteca, que pertenecen a los primeros pliegues que formarán más arriba la casa del gran rey Condoy; fueron atravesados a la mitad para poder llevar vehículos de cuatro ruedas a las rancherías de esa parte de la sierra.
No había opción, tratar de librar los derrumbes con un poco de astucia y buena suerte. Me comuniqué con la autoridad y con el comité de salud, en menos de media hora ya estaba todo un pelotón de gente dispuesta a ir a la comunidad vecina por la paciente, trepados en una Nissan guinda manejada por el médico más loco de la comunidad, y el único en muchos kilómetros a la redonda.
Llovía, los deslaves en el camino eran enormes, hubo partes en las que tuvimos que hacer maniobras minuciosas para poder pasar entre rocas más grandes que la misma camioneta. Pasamos al otro lado de los derrumbes sin mucho problema; un montón de tierra casi nos aplasta mientras pasábamos bajo un cerro aún íntegro. Con lámparas nos detuvo un señor para indicarnos el lugar exacto al que teníamos que pasar.
Arroyo Hormiga, un lugar de 109 habitantes; ahí se refugiaba una embarazada de poca panza, quien venía de caminar unas tres horas desde otro rancho vecino llamado «El Zapote». Más de veinticuatro horas en trabajo de parto, que para tratarse de una paciente que había tenido previamente tres partos vaginales, ya era bastante tiempo. Así que decidimos abordar la camioneta para ir de regreso, la señora venía con su esposo y Juan David, un niño de tres años que dice tener ocho nadamas para apantallar, pero que platica como si tuviera diez; era el más emocionado por la llegada de su hermano el «Xhunco», y que también caminó tres horas tomando de la mano a su mamá.
Aproximadamente unos cinco kilómetros faltaban para llegar al centro de salud en Guadalupe Guevea, cuando al salir de una curva un gran derrumbe estaba tapando totalmente el camino, la lluvia no paraba. Y esos guerreros que viajaban conmigo bajaron con pala en mano a abrir paso para la camioneta. Nadie, excepto el esposo y Juan David, era familiar de la señora embarazada, ni siquiera son del mismo pueblo, incluso han tenido constantes diferencias por conflictos territoriales; pero ahí lo que importaba y unía era llegar rápido y con bien al centro de salud, el corazón del bebé estaba en 185 y el mio tal vez un poco más.
Mientras el agente municipal, el suplente, topiles, presidente y tesorero del comité de salud, trabajaban en quitar el derrumbe, pensé en el ex-secretario de salud de Oaxaca y todo lo que se robó, tal vez estaba pasando una noche cálida sin derrumbe, pensaba en todos los funcionarios, que detrás de un escritorio nos ven hacer las cosas; pensé en mi familia, tal vez estarían felices de verme ahí en medio de los deslaves, no, lo mas seguro es que se hubieran puesto nerviosos. Pero a nosotros no nos da miedo salir del consultorio y la oficina, a las autoridades de la agencia municipal nombradas por el pueblo, no les importó mancharse de lodo los zapatos, ni empaparse, ni arriesgar su vida para abrir paso.
El maestro Roberto Campos, me platicó alguna vez que muchas de las muertes maternas suceden en lugares alejados y donde no es posible contabilizarlas por lo tanto no quedan registradas; me puse a imaginar que en rancherías tan lejanas y con tan difícil acceso, la gente puede morirse sin que nadie anote en alguna lista su nombre, ese «subregistro» de muerte materna podría ocurrir en lugares como «El Zapote». La señora tenía mucho dolor, la enfermera Janeth le consolaba y verificaba la frecuencia cardíaca fetal, eso me asustaba mas que el mismo derrumbe.
Por fin logramos pasar, todos felices porque adelante con un par de maniobras logramos librar otro derrumbe. Llegamos al centro de salud.
Ya con 7 cm de dilatación y 50% de borramiento cervical. No había marcha atrás (por el derrumbe) ni adelante (por más derrumbes). Así que ante la frecuencia cardíaca fetal y lo que faltaba del borramiento, utilice el viejo truco de la «butil» intravenosa. Rompimiento de membranas, y el líquido con meconio (del verde). Recordé entonces a mi maestra Marce y los momentos más estresantes en la toco; era inevitable escuchar su voz y sus consejos sobre que hacer en esos casos. Pero ya solo quedaba esperar.
Así el martes 13 de Junio a las 23:09 horas (horario normal, de Dios, de la resistencia), con circulares extrañas de cordón en el cuello y un modesto McRoberts: nació un nuevo ser. La mamá me enseñó un poco sobre pinzamiento tardío de cordón:
-No lo corte luego doctor, porque es malo… ¿que fue, varón o mujer?
– Es varón, se llama Luis Angel y será operador de una «retroexcavadora», de esas que quitan derrumbes del camino.
No pudo faltar la foto con el recién nacido, mi tocayo; me preocupaba salir despeinado, pero luego recordé que no hace mucho me hice casquete corto.
Esta es la historia, de una hazaña por la que le quiero dar un reconocimiento a todo el equipo que hizo posible el nacimiento, toda la noche estuve pensando en que estaba loco, pero esa gente que me siguió creo que está un poquito mas loca que yo.
En punto de la 1 am del día de hoy, me dispuse a culminar de mirar la película de cantinflas, que nervios sentí al ver que casi matan al profe Socrates.
Lo bueno es que mañana terminan mis vacaciones, ahora si a trabajar normal.