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CIUDAD DE MÉXICO, 18 de marzo de 2018.- La nacionalización del petróleo por parte del presidente Lázaro Cárdenas en 1938 marcó un momento histórico para México del que hoy se cumplen 80 años en medio de una reforma energética que devuelve parte del pastel a la iniciativa privada.
“A las 22 horas di a conocer por radio a toda la Nación el paso dado por el Gobierno en defensa de su soberanía, reintegrando a su dominio la riqueza petrolera que el capital imperialista ha venido aprovechando para mantener el país dentro de una situación humillante“, recogió Lázaro Cárdenas (1895-1970) en su libro “Apuntes.”
En entrevista con Efe, el político izquierdista Cuauhtémoc Cárdenas, hijo de Lázaro Cárdenas, destacó que la expropiación fue un “hecho muy importante” porque supuso “el rescate de la soberanía económica del país y puso la industria petrolera al servicio del interés general” lo que impulso el desarrollo económico del país durante décadas.
El Gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940) ya estipulaba en su plan sexenal que se debía nacionalizar el subsuelo y lograr un equilibrio de fuerzas en la industria petrolera, entonces en su mayoría en manos extranjeras.
Adicionalmente, en 1935 se fundó el poderoso Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, aunque las negociaciones para un contrato colectivo se rompieron pronto pese a la importancia del sector, en un país que hoy se sitúa entre las 20 con mayores reservas de petróleo del mundo.
El conflicto se trasladó a la justicia, y de ahí saltó a la política, cuando las petroleras decidieron no acatar una sentencia de la Suprema Corte, en un litigio contra los trabajadores.
“Al negarse a cumplir con el fallo, las compañías convirtieron un asunto laboral en una disputa sobre la soberanía de la nación sobre su territorio“, opinó la historiadora Anna Ribera en una conferencia celebrada esta semana.
Ese viernes 18 de marzo Lázaro Cárdenas dio un mensaje a la nación en la que destacaba que el actuar de las petrolera, al no acatar la justicia, podría “destruir las normas sociales.”
Por ello, aplicó la Ley de Expropiación, que además aseguró que permitiría a los trabajadores del sector preservar su empleo, y pidió a la nación el respaldo “moral y material.”
El decreto se firmó horas después, y, como anécdota, ese fin de semana Lázaro Cárdenas no cambió sus planes habituales. Se fue de excursión al Nevado de Toluca. “Fuimos en familia, a caminar y a descansar“, dijo su esposa Amalia Solórzano, y recoge la biografía “Cárdenas por Cárdenas.”
El hecho fue sorpresivo y sorprendente, y se ganó rápidamente el apoyo popular, pero no de las empresas petroleras ni de importantes aliados con intereses en el sector como Estados Unidos.
También asustó a la patronal, aunque Cárdenas pronto les aseguró que la medida era “totalmente excepcional.”
El 26 de marzo, el Zócalo era un hervidero de ciudadanos apoyando la expropiación. El presidente, consciente de la trascendencia de la decisión, pidió apoyo a la ciudadanía y alertó también de las primeras consecuencias internacionales del mismo; Estados Unidos canceló las ingentes compras de plata que hacía a México.
Por su parte, los británicos se mostraron sorprendidos e irascibles ante la decisión de Cárdenas, que tildaban de dictador.
Las compañías expropiadas creían que les devolverían las empresas, y se había negado a negociar una indemnización, e impulsaban una campaña de descrédito a México.
Ante la imposibilidad de colocar petróleo en los mercados usuales, el Gobierno de México se vio impulsado a vender crudo a países como Alemania, Italia o Japón, en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial.
Ello contradecía su línea pacifista, pero en ese entonces se consideró que no había opción. El comercio de crudo con Alemania fue en realidad un intercambio por material industrial.
Las ventas de petróleo a estos países se suspendieron en 1942 al declarar México la guerra contra los países del Eje, tras el hundimiento de dos petroleros mexicanos por proyectiles alemanes.
Pese a las reticencias iniciales, finalmente se estipuló la indemnización a la petroleras. En total, fueron más de 100 millones de dólares, de los 400 millones que reclamaban.
Para consolidar la expropiación, en agosto del 1938 Cárdenas mandó una iniciativa de reforma constitucional, lograda en noviembre de 1940, para constituir un monopolio de Estado y crear una empresa estatal.
Ello sentaría las bases de Petróleos Mexicanos (Pemex), que durante casi ochenta años fue la encargada de la producción de hidrocarburos en el país.
Hasta 2015, cuando se realizó el primer concurso petrolero dentro de una reforma energética que abrió el sector a las firmas privadas.
Una iniciativa que según fuentes oficiales ya ha comprometido 200.000 millones de dólares de inversión en sus múltiples licitaciones, pero que ha sido muy criticada por quienes consideran que se vendió la patria a los extranjeros.
(Información de Agencia EFE)