Cortinas de humo
CIUDAD DE MÉXICO, 3 de mayo de 2017.- A término de una conferencia en Mérida un empresario me preguntó por qué los periodistas y medios decíamos, siempre, que todo estaba mal.
“A nosotros en el sector turismo nos va como nunca de bien”, dijo. Tenía razón.
Las noticias en las últimas semanas nos ponen ante una realidad que muchos no quieren reconocer ni reconocerán jamás: no todo está mal en México.
Al contrario, se han dado golpes muy positivos que en las distintas tareas del gobierno.
La caída de Dámaso López no va a poner fin a toda la violencia, pero sí nos evita problemas aún mayores.
Fue un golpazo detener al segundo de El Chapo Guzmán, quien estaba prófugo desde 2001, cuando ayudó al capo a escapar del penal de Puente Grande.
A la reciente caída de Guzmán Loera, le sobrevino una lucha intestina sangrienta en la que Dámaso buscaba eliminar a los hijos del Chapo, hacerse del control total del cártel de Sinaloa, y entablar una alianza con el cartel Jalisco Nueva Generación.
Esa guerra, y la posibilidad de la creación de un mega cartel criminal, se acabó ayer con la captura de Dámaso.
Falta mucho por hacer, sí, pero se hizo algo muy importante.
La parte económica del gobierno también tiene resultados tangibles que dar. Desconocerlo es una mezquindad.
Durante el primer trimestre de este año se crearon 377 mil 674 empleos formales. Nunca antes había sucedido.
Arrancó el gobierno con 16.2 millones de empleos inscritos en el IMSS. Ya van 19 millones y llegaremos a los 20 al final de la administración.
¿Mal pagados? Sí y no. Ha crecido en 3.6 por ciento el salario promedio de lo que cotizan los trabajadores al IMSS. El poder de compra del salario mínimo, en lo que va del sexenio, ha aumentado 13 por ciento.
Las exportaciones de manufacturas crecen a pesar de Trump. El consumo interno y especialmente la venta de automóviles van para arriba.
Van dos meses seguidos de alza en la confianza empresarial.
En la gran mayoría de las denuncias contra gobernadores corruptos hay órdenes de aprehensión o están presos.
Se logró atemperar el principal peligro para México que era la obsesión antimexicana del gobierno de Estados Unidos.
No se va a caer el Tratado de Libre Comercio, luego de que fuera una promesa central de la campaña de Donald Trump.
Tampoco habrá, por ahora, la construcción de un muro fronterizo entre los dos países. Primero Trump vociferó que lo pagaría México. Luego, que lo pagaría Estados Unidos. Y el Congreso de su país no se lo aprobó.
No va a haber “impuesto fronterizo”, como se temía.
El número de deportaciones ha bajado y las remesas subieron 15 por ciento en marzo.
De ser uno de los enemigos a vencer por Estados Unidos pues “envenenamos” a sus jóvenes, el gabinete de seguridad de ese país pone a México como un gran socio y aliado que, si tiene problemas, “es por culpa nuestra, que no hemos podido bajar la demanda de drogas” (John Kelly).
Tiene razón el empresario del sector turismo que me reclamó en Mérida: no todo está mal.
Falta mucho por hacer, sin duda, pues todavía hay serios problemas en distintos órdenes, y creo que siempre los habrá.
Pero mucha de la tarea de gobierno va por buen camino. Se está haciendo bien.
O al menos no tan mal como se quiere reflejar, todos los días, en los medios de comunicación, obsesionados con los árboles sin voltear a ver, de vez en cuando, el bosque.