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CIUDAD DE MÉXICO, 22 de octubre de 2017.- Ante la fragmentación del voto por la existencia de cuando menos cinco formaciones con tendencias equiparables de votos –PRI, PAN, PRD, Morena e independientes–, los dirigentes el derechista PAN y del populista PRD lanzaron la iniciativa de un Frente Ciudadano por México con una agenda de reforma de régimen que, lo establecieron así, tomaba como punto de referencia los Pactos de la Moncloa.
Los políticos mexicanos son unos magos consumados que con la mayor facilidad se sacan los conejos de la chistera.
Lo más preocupantes radica en su ignorancia política, histórica e internacional. Los Pactos de la Moncloa no fueron un acuerdo electoral plural, sino parte de la transición a la democracia, además de que nacieron del proceso de reforma diseñado y operado desde la presidencia del gobierno y no desde la oposición.
Ello no quiere decir que México no necesite un acuerdo de reorganización del sistema productivo.
A lo largo de casi cincuenta años, desde la crisis estudiantil de 1968 que colapsó al sistema/régimen/Estado del PRI, la clase priísta gobernante ha ido aplicando un proceso de mini reformas aisladas en lo político y en lo económico. Pero a la vuelta de casi medio siglo, México ha empeorado en su democracia, en su desarrollo y en su bienestar social.
En declaraciones a la prensa los dirigentes del PAN y del PRD han insistido en la reforma de régimen; sin embargo, la única certeza es que están trabajando en una agenda legislativa bipartidista, pero no para avanzar hacia un México más institucional y con mejores posibilidades de potenciar el desarrollo, sino para reforzar los mecanismos de dominación del viejo sistema/régimen/Estado.
En los doce años que el PAN gobernó desde la presidencia y en los veinte años que el PRD –incluyendo a López Obrador– ha administrado el poder en Ciudad de México, ninguno de los dos realizó ninguna reforma al sistema/régimen/Estado; al contrario, consolidaron las instituciones del ancien régimen, lo que permitió que el PRI regresara a la presidencia de la república o que el PRD gobernara como PRI.
Todas las reformas políticas que han llevado a este sin sentido institucional fueron avaladas por toda la oposición, por así convenir a sus intereses. Y en materia de reformas económicas de mercado, el PRI ha logrado inusitadamente el aval de toda la oposición para construir una economía de mercado pero bajo control autoritario del Estado. El crecimiento promedio anual de México en el periodo 1983-2017 ha sido de 2.2%, pero casi un tercio del 6% promedio anual en el periodo 1934-1982.
Las reformas económicas y políticas han sido circunstanciales, de emergencia, estructurales, pero todas solo con el sentido de ganar tiempo y evitar la caída en el abismo de la ingobernabilidad y en la pobreza que genera protestas sociales.
Sin embargo, la alianza PAN-PRD busca sólo ganarle la presidencia al PRI, aunque, como en el periodo 2000-2012 que gobernó el PAN, al final de cuentas el PRI siguiera definiendo el régimen y apoyando al PAN a cambio de no modificar la estructura de poder. La alianza PAN-PRD está engañando al electorado diciendo que está preparando un pacto como el de la Moncloa de la transición española. En todo caso, se trata de un acuerdo legislativo para que un candidato presidencial de esa alianza cuando menos pueda tener espacio de decisión en el Congreso.
A pesar de su modernización derivada del tratado de comercio libre con los EE.UU. y Canadá, México sigue profundizando sus tres problemas históricos reales: la desigualdad social, la pobreza y el autoritarismo.
Si López Obrador o la alianza PAN-PRD ganan la presidencia, las cosas van a cambiar… para seguir igual. Las dos formaciones representan una versión pirata –es decir: copiada sin pagar derechos– de la transición española.