Economía en sentido contrario: Banamex
Los casos del periodista Mauricio Ortega Camberros y Alejandra Barrales
La ridícula fuga de El Azulito de un penal en Sinaloa ¿cuántas más se esperan?
CIUDAD DE MÉXICO, 22 de marzo de 2017.- Cuando ya pensábamos que la imagen de los mexicanos y del país había tocado fondo, y que las aseveraciones del presidente Donald Trump respecto a los Bad mens del otro lado de sus fronteras eran una suerte de distorsiones xenofóbicas, resulta que aparentemente tiene razón.
Y no me refiero sólo a los traficantes, proxenetas, asesinos, ladrones y protervos de toda laya con los que los estadounidenses tienen que lidiar de forma cotidiana en sus zona fronteriza. No.
Ahora resulta que hasta el gremio periodístico mexicano podría a pasar a engrosar la cofradía de los indeseables Bad mens en territorio de Estados Unidos, como resultado de las reprobables acciones de Mauricio Ortega Camberros, -hoy ex director de La Prensa, el periódico especialista en la denominada nota roja y con más de 80 años de existencia-, quien robó la camiseta de Tom Brady, quarterback de Los Patriotas de Nueva Inglaterra, al concluir la LI edición del Super Bowl.
El caso de Ortega Camberros -a quien el gobierno de EU le canceló ya su visa-, es además patético, porque el hecho seguramente dejará secuelas entre los profesionales mexicanos que se dedican a la reseña deportiva en eventos internacionales.
Los colegas ya no serán vistos con buenos ojos y es posible que hasta se les confinen a ciertas áreas, se les niegue la oportunidad de estar cerca de las grandes estrellas o incluso se les someta a exhaustivas revisiones corporales, para cerciorarse que no se roban nada.
Desde hace mucho tiempo, el gremio periodístico ha sido criticado por el hecho de que muchos de sus integrantes se han convertido en grandes potentados -como es el caso de Chiapas, y otras muchas entidades del país-, no como producto de su quehacer profesional, sino del pillaje y la inmunidad que les brinda portar una credencial de periodista sin apenas saber escribir su nombre o balbucear una cuantas palabras en medios electrónicos.
Si el robo perpetrado por el director de La Prensa hubiese ocurrido en México, seguramente que el afectado no hubiese tenido la oportunidad de denunciarlo, porque de hacerlo, de inmediato le habría caído todo el poder mediático del medio o la organización de la que formara parte. Ortega Camberros seguiría en su puesto y el afectado sería linchado públicamente.
Pero esta vez el robo fue en territorio de Estados Unidos. Se le filmó y se le dio seguimiento al ilícito, que quedó más que evidenciado, cuando el ambicioso periodista, a través de Internet, intentó venderlo en el mercado de coleccionistas.
Le ganó la ambición y ni siquiera pudo esgrimir en su defensa el hallarse afectado por la cleptomanía, que como muchos saben, es un trastorno que afecta el control de los impulsos y los robos no responden a una necesidad per se de quien enfrenta este trastorno. Es decir, no requiere del objeto mismo para subsistir, sino que la acción responde a una necesidad para aliviar su ansiedad. En muchas ocasiones los cleptómanos incluso devuelven lo hurtado.
No es el caso del periodista mexicano, de quien no sabemos cuántos objetos logró comercializar antes de tratar de hacerlo con la camiseta de Tom Brady.
La Organización Editorial Mexicana (OEM), grupo encabezado por los herederos de Mario Vázquez Raña, a la que pertenece La Prensa, decidió despedir a su director, luego de que los investigadores de la PGR, a través de la Subprocuraduría Jurídica y de Asuntos Internacionales –y a petición del FBI-, hallaron en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, en casa de la hija de Ortega Camberros, la prenda que había sustraído del camerino de Los Patriotas.
Ahí también –de acuerdo a las reseñas periodísticas-, fue localizado un casco de Von Miller, jugador de los Broncos de Denver, lo mismo que otros valiosos objetos de la Liga Nacional de Fútbol Americano (National Football League o NFL), una organización que en 3 años más será centenaria.
México, calificado como uno de los 13 países más corruptos del mundo
No es casual que México esté catalogado en la posición 13 de las naciones más corruptas del mundo, según el análisis del Foro Económico Mundial que, incluso, nos coloca en el primer lugar de ese vergonzoso ranking, si se excluyen de la lista a los países menos industrializados.
Como prueba de la deshonrosa clasificación, basta referir otros dos hechos ocurridos en días recientes, que exhiben el nivel de descomposición al que hemos llegado, como el hecho de que dos candidatos a ser fiscales anticorrupción, hayan plagiado (robado) parte del ensayo del doctor Alejandro Tomasini Bassols “Reflexiones Sobre Corrupción”, para contender por el cargo.
Sin el menor rubor, los trabajos plagiados fueron presentados ante los senadores de las comisiones unidas de Justicia y Anticorrupción y Participación Ciudadana del senado de la República, quienes al revisar cada uno de los dos ensayos presentados, encontraron enormes similitudes, lo que los llevó a descubrir que ambos aspirantes a encabezar la lucha anticorrupción, resultaron ser grandes corruptos, al robar el trabajo del doctor Tomasini Bassols.
Aunque los textos no eran idénticos en su redacción -ya que cambiaban algunas palabras-, la idea central era exactamente la misma que plantea en su ensayo Tomasini Bassols, quien es investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, catedrático de filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Y como si el caso de Ortega Camberros y los aspirantes a la Fiscalía Anticorrupción fuesen hechos de poca monta, la presidente del PRD, Alejandra Barrales, pasó a formar parte de las denuncias ante la opinión pública.
Resulta que la dirigente perredista adquirió un lujoso departamento en Miami, Florida, con valor de 997 mil de dólares (aproximadamente 20 millones 428 mil pesos al tipo de cambio actual), monto que sería exorbitante para los ingresos de una exdirigente sindical y supuesta “luchadora social” como dice serlo, desde que encabezó el Sindicato de Sobrecargos de Aviación.
Este descubrimiento no sólo nos lleva a pensar en su probable deshonestidad -al ocultar ese patrimonio en su reciente declaración 3 de 3-, sino a imaginar la serie de negociaciones, “inversiones” y “ahorros” que tuvo que realizar.
Por supuesto que la ex secretaria de Educación de Miguel Ángel Mancera, niega que haya “escondido” la propiedad del departamento en Miami, ya que –afirma-, lo incluyó en su declaración patrimonial cuando fue nombrada como titular de esa Secretaría capitalina, lo que, por supuesto, nunca trascendió a la opinión pública.
De cualquier manera el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), reveló que Barrales no incluyó en ninguna de sus declaraciones 3 de 3, la propiedad del departamento en Miami y sólo lo hizo a través de una carta aclaratoria.
Para decirlo en pocas palabras, la dirigente de uno de los últimos bastiones de la atomizada izquierda mexicana, fue exhibida públicamente por sus millonarias posesiones inmobiliarias. ¿Cómo le hizo? Magia pura. ¿De dónde provino la denuncia pública? Muchos aseguran que esta fue como resultado de una estrategia de descrédito ordenada por parte de Andrés Manuel López Obrador, dirigente nacional de MORENA.
No olvidemos que Alejandra Barrales ha sido firme opositora a brindarle apoyo desde el PRD a López Obrador -como descaradamente lo hizo no sólo Miguel Barbosa en su calidad de presidente de la fracción del PRD en el Senado-, sino varios de sus compañeros de bancada, incluida la senadora Dolores Padierna, esposa de René Bejarano, el “señor de las ligas”.
Granos de café
Resulta verdaderamente vergonzosa la fuga de cinco criminales de alto perfil del Cártel de Sinaloa que se escaparon el pasado 17 de marzo de una prisión ordinaria de Culiacán, Sinaloa, porque se nota que el gobierno no aprende a cuidar a sus reos, a pesar de que tras la evasión espectacular de Joaquín “El Chapo” Guzmán en junio del 2015 había quedado en ridículo.
La fuga de los cinco miembros de la élite del Cártel de Sinaloa forma parte de la reconfiguración en este sindicato del crimen luego de la extradición de Guzmán el 19 de enero pasado hacia Estados Unidos. Entre los reos fugados figuran “El Negro” -hijo del socio de Guzmán, Juan José Esparragoza, conocido como “El Azul”-, de quien se ha dicho que está muerto, aunque algunos piensan que todavía está vivo y es jefe de escoltas de los hijos del Chapo.
Otros de los reos que se escaparon son Alfonso Limón Sánchez, apodado “El Limón”, principal distribuidor de cocaína para el grupo de Ismael “El Mayo” Zambada, compadre de Guzmán; Jesús Peña, “El 20” y Rafael Féliz, “Changuito Antrax”, uno de los jefes de sicarios del Cártel de Sinaloa Francisco Zazueta, así como “El Pancho Chimal”, líder de una célula de la organización llamada “Los Chimalis”.
El semanario local “Ríodoce” asegura que en realidad la fuga múltiple ocurrió dos días antes, es decir, el martes pasado, pero no se quiso dar la noticia de inmediato por razones que se ignoran.
“El Negro” fue detenido con armas y droga el 19 de enero en las inmediaciones del poblado de Tacuichamona, en un operativo conjunto de la Marina y la Procuraduría General.
Se le acusa de coordinar una red de distribución de droga y administrar los recursos financieros del Cártel de Sinaloa, a través de empresas en los estados de Baja California, Baja California Sur, Jalisco, Querétaro y Sinaloa.
Los reos fugados son muy peligrosos y en la medida en que son buscados también por el gobierno de Estados Unidos hay una fuerte presión contra el gobierno federal para recapturarlos.
Este lunes versiones periodísticas indicaron que un día antes de la fuga se llevó a cabo una fiesta en el penal, donde hubo música, alcohol y drogas. Incluso, se dijo que en los módulos 7 y 5 se tocaron “Las Golondrinas” y se les deseó éxito en la nueva etapa de su vida.
Se sabe que hubo complicidad de autoridades pero hasta ahora no se tienen detalles de la fuga y se ignoran muchas cosas. Así está el sistema penitenciario mexicano…
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