Extraña vuelta al proteccionismo para gusto de EU
Para Contar
Todos los ministros y ministras tienen fecha de vencimiento, mucho antes de lo que habían imaginado.
Concluirán su encargo en agosto de 2025, como señala la reforma constitucional recién aprobada.
En el caso de la ministra presidenta Norma Piña será su primera y última navidad como cabeza de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Llegó al cargo muy animada y con la frase de que había roto el techo de cristal por ser mujer en ese nivel del poder judicial.
Sin embargo, no pudo o no supo estar a la altura, su actuación se significó sobre todo por sus diferencias con el Ejecutivo.
No solo rompió el techo de cristal, también tazas y platos de la política, acabó con la vajilla.
De cualquier manera, ella y la mayoría de los que integran la Corte disfrutarían la navidad como lo han hecho en otros años.
Por su capacidad adquisitiva podrían comprar los manjares y vinos que deseen.
Brindar con champán Don Perignon 1959 de 42 mil pesos o con vino tinto Petrus 1994 de 133 mil pesos la botella de litro. Comprar para la cena familiar un kilo de caviar blanco que ronda los 25 mil dólares o un kilo de langosta que va de los 500 a 800 pesos.
Si prefieren la carne de vacuno podrían considerar adquirir el filete de Kobe japonés que puede llegar a costar hasta 500 dólares el kilo. Para el postre tendrían como opciones el Golden Opulence Sundae y el Brownie Extraordinaire with Saint Louis, de ml dólares cada uno.
No sabemos si ese vaya a ser su menú para la cena navideña o la cena de fin de año.
Sus ingresos les alcanza para eso y más. Tener una percepción o sueldo por arriba de lo que recibe el presidente de un país, representa la posibilidad de vivir en la opulencia.
Es muy probable que los ministros y ministras digan que lo merecen.
Por muchos años, quienes ha llegado a la Suprema Corte, se han comportado como seres puros, perfectos.
Nunca, ninguno de ellos o ellas se ha caracterizado por la autocrítica; tampoco la mayoría de los que ya se van el siguiente año. Admitir que se equivocaron en algunos casos o que actuaron por consigna, imposible.
Eso sí, no se van con las manos vacías, sino con una jugosa pensión, para seguir viviendo con todos los lujos a los que seguramente están acostumbrados.
Todavía les quedan varios meses en el cargo, que podrían aprovechar para la reflexión y rectificación.
Dejan muchas deudas en la impartición de justicia. Lo peor es que tarde se dieron cuenta del deterioro del poder judicial. Siempre creyeron que eran infalibles, por eso se despreocuparon cuando se empezó a decir que se realizaría una reforma judicial.
Nunca imaginaron que la gente o las mayorías iban a votar para depurar el podrido sistema, benevolente con poderosos, riguroso con los que menos tienen e indiferente y cruel con las víctimas.
Un caso de injusticia de los muchos que seguramente existen, no logró la atención requerida.
Quienes integran la primera sala de la Corte, en vías de extinguirse, rechazaron el recurso de revisión 243/2023 sin saber que el afectado es víctima de un proceso que está viciado de principio a fin. Siendo de profesión periodista y acusado de un delito no grave, fue internado y torturado en el penal de máxima seguridad de El Altiplano, donde están los delincuentes más peligrosos.
Grotesco lo que ha padecido. A pesar de haber logrado dos resoluciones de inocencia y declararse irrevocables por el propio poder judicial, el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Penal de la CDMX torció la ley para revertir el proceso y condenarlo.
¿Podrán los juzgadores brindar felices, sin remordimiento alguno, cuando su actuar llevaría a un inocente más al confinamiento?
Rectificar es de sabios.
¡Feliz navidad ministros y ministras!
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