La Constitución de 1854 y la crisis de México
El que busca la verdad, corre el riesgo de encontrarla: Manuel Vicent
Desde un principio hubo indicios de que las fuerzas militares estuvieron relacionadas con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, por eso cuando asume Andrés Manuel López Obrador la presidencia y crea la Comisión de la Verdad, los deudos de las víctimas, organizaciones defensoras de derechos humanos y comunicadores críticos albergaron esperanzas de que pronto se conocería la verdad verdadera de esta indignante tragedia.
Este 26 de septiembre, al cumplirse el séptimo aniversario de la desaparición de estudiantes normalistas, a la larga lista de instituciones gubernamentales que han tratado de encubrir la participación de elementos castrenses en los hechos, se sumó la Fiscalía General de la República (FGR) de la Cuarta Transformación (4T).
La FGR tuvo que dar cumplimiento a una solicitud de datos presentada por el periodista Silver Meza para conocer las declaraciones de 30 militares testigos de los hechos, y sí cumplió con la Ley de Transparencia y las entregó, sólo que las testó (tachó) casi en tu totalidad, finalmente incumplió con el compromiso del gobierno de la Cuarta Transformación (4T) de llegar a la verdad de los hechos.
Entre las indagatorias, recuerdo aquél terrible video de uno de los normalistas -Julio César Mondragón- quien iba en el tablero del autobús donde viajaban los 43 estudiantes desaparecidos, y fue bajado por sicarios, policías municipales y un integrante de protección Civil. Lo subieron a la camioneta de Protección CIvil PC003. Fue el primero en ser encontrado muerto con signos de tortura, sin rostro ni ojos.
Una investigación de MIlenio Diario dio a conocer videos que muestran a Tomás Zerón, director de la Agencia de Investigación Criminal, torturando a los supuestos «testigos» para hacer cuadrar el guión de «La verdad histórica» delineada por el procurador Jesús Murillo Karam. Ésta, vista en perspectiva, resultó «la mentira histórica», como bien llama a esa trama el periodista de ese diario Témoris Grecko, quien investigó y denunció los hechos.
Al inicio del gobierno de Andrés Manuel, se publicó en Expansión el 13 de marzo de 2019 el caso de Julio César López Patolzin, uno de los 43 normalistas desaparecidos, quien brindaba información a la Sedena con conocimiento de su familia, aunque sus padres dijeron que su hijo había desertado antes de entrar a la Normal, mas un video revela que sabían que él continuaba activo. (Tomada de la cuenta de Facebook Julio César Lopez Patolzin)
Se trata de un video que muestra a la madre de Julio César, Joaquina Patolzin, con el coronel de Infantería Diplomado del Estado Mayor Gregorio Espinoza Toledo, quien afirma que el normalista se mantenía en activo en el Ejército y les hacía llegar información, por lo que le entrega 5,667 pesos correspondiente a su quincena, según grabación revelada por el periodista Humberto Padgett, en Radio Fórmula.
El 13 de octubre de 2015, el secretario de la Defensa en el gobierno de Enrique Peña Nieto, general Salvador Cienfuegos, se opuso a que «sus» soldados declararan y sobre López Patolzin, dijo que era militar en activo al momento del ataque de la policía de Iguala en contra de autobuses en los que viajaban los normalistas de Ayotzinapa.
De acuerdo con Cienfuegos, el joven tenía la autorización de estudiar, aunque negó que hubiera sido un informante de la Defensa al interior de la Normal de Ayotzinapa, posteriormente añadiría que de haberlo sido no hubiera servido de nada con sólo tres meses de actividad.
Desde hace más de tres años, las agrupaciones Serapaz, Tlachinollan, Fundar y Centro Prodh, que han acompañado a las familias de los 43 normalistas pedían al gobierno de Peña Nieto entonces, y a AMLO después, que «hay datos que confirman que las Fuerzas Armadas han ocultado información relevante».
Hace un año, al cumplirse seis años de las desapariciones forzadas de los 43 estudiantes de la Normal Rural “Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, Guerrero, la Sedena proporcionó a la Comisión de la Verdad para el caso de Ayotzinapa, las declaraciones de 44 elementos del ejército de los batallones 27 y 35, establecidos en Iguala, dando respuesta a los requerimientos del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes.
Lo cierto es que la FGR busca destruir la hipótesis de la PGR que proponía que los normalistas de Ayotzinapa fueron secuestrados por policías municipales de Iguala y entregados a integrantes de la banda Guerreros Unidos, quienes los ejecutaron.
Han sido liberados 77 presuntos criminales por haber sufrido supuestas torturas, la FGR cuenta con el testimonio colaborativo de uno de los principales perpetradores, «Juan» quien al parecer es Gildardo López Astudillo, para castigar a quienes realizaron la investigación. En esta maraña de errores procesales se pierde el objetivo de encontrar a los desaparecidos y castigar a los culpables.
Antes y ahora, desde que se creó en 1937, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha estado bajo el mando del poder Ejecutivo nacional, o sea que el presidente de la República es su Jefe Supremo, entre sus funciones principales están la organización y entrenamiento de las fuerzas armadas -incluida la Guardia Nacional-, la defensa de país y ayudar a la sociedad civil.
Contrario a lo que dijo en su campaña, Andrés Manuel López Obrador no desmilitarizó la seguridad pública, al contrario la Guardia Nacional que prometió tendría mando civil, es operada por la Sedena, y se han multiplicado sus funciones, esto podría explicarse en que este sector es leal y disciplinado, características muy apreciadas por el actual mandatario que busca la obediencia ciega.
La intervención de los militares está en casi en todos los ámbitos de la vida nacional, esto ha llegado a tal grado qué, por ejemplo, las escenificaciones históricas en la ceremonia con motivo del 200 Aniversario de la Consumación de la Independencia, en la Plaza de la Constitución, estuvieron a cargo de…, adivinó usted: de 1500 elementos de las fuerzas armadas.
Aunque crecen las sospechas en que mandos altos y medios del ejército pudieron estar implicados en las desapariciones, la FGR -seguramente por instrucciones de su jefe, el primer mandatario- tacha los testimonios militares que pudieran ayudar a esclarecer la verdad, sin contar con que el tiempo pasa y dificulta más poder rescatar indicios que demuestren la culpabilidad de los implicados.
Hasta ahora, la FGR ha demostrado una lealtad a la medida de las demandas del presidente de la República, quien en uso de sus facultades propuso a Alejandro Gertz Manero para ocupar ese cargo por nueve años -de los cuales le faltan seis-, con la aprobación del Senado de la República.
El fiscal no ha probado que es autónomo ni ha garantizado que los instrumentos de justicia ya no se usen para castigar a los enemigos de AMLO y la 4T, realmente es preocupante cómo se persigue actualmente a 31 científicos y exdirectivos de Conacyt acusados de supuestas operaciones con recursos de procedencia ilícita y asociación delictuosa.
Las transferencias del Conacyt al Foro Consultivo Científico y Tecnológico cumplieron con la normatividad vigente y están apegadas a la ley, conforme a dos jueces que han rechazado procesarlos, pero al parecer actuaron de una manera equívoca conforme a los criterios morales del presidente y por eso la FGR los acosa.
Quizá se hayan cometido excesos, pero cómo cumplir con las expectativas de un mandatario que desprecia viajar, carece de una buena formación académica o intelectual –aunque egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM no evidencia en su discurso su formación teórica– y sí presume de aprendizaje en «los caminos de la vida», entre otras características.
Hoy, desde el púlpito instalado en el Salón de la Tesorería de Palacio Nacional, arremetió contra los investigadores porque usaron 400 millones de pesos en pago de viajes y viáticos, López Obrador comentó que uno de ellos al ser interrogado como indiciado, dijo que no comía en fondas. Alguién en la sala gritó: es que las fondas no dan facturas -para comprobar viáticos-, AMLO hizo caso omiso y remató con gesto de desaprobación: «de lo que se pierden».